Margarita, otra víctima guerrerense de la precariedad en campos agrícolas del norte

Texto: Beatriz García

Fotografía: Cortesía

23 de abril del 2021

Chilpancingo

 

Margarita Bartolo, hace tres años migró de Xicotlán, una comunidad nahua de Chilapa, a Sinaloa junto a su esposo y sus tres hijas, en busca de mejores oportunidades de empleo. Ayer tuvo a su cuarta hija y después murió a causa de una hemorragia por este parto.

 

Tan sólo del 2018 al 2019 el Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan documentó nueve muertes maternas de mujeres jornaleras agrícolas. En este 2021 el caso de Margarita es el primero.

 

El caso de Margarita, Tlachinollan lo dio a conocer este viernes. Tenía 35 años. Junto con su familia trabajaba en el campo agrícola denominado Sacramento del Gallo, en el poblado de Batamote, ubicado en Guasave, Sinaloa.

 

Hace tres años migró con su esposo y sus hijas Claudia de 16 años, Juana de 14 años y Yuridia de 13 años. Todos se dedican al corte de tomate.

 

Margarita estudió hasta la secundaria, es de las pocas mujeres que logran tener algún grado de estudios en poblados tan pobres como Xicotlán. Aunque su esposo ni siquiera terminó la primaria.

 

“En su comunidad no hay oportunidades para seguir sobreviviendo, no hay condiciones de vida. El hambre y la violencia son las únicas opciones por lo que decidieron aventurarse a los campos agrícolas porque la muerte asechaba en Chilapa, donde la violencia delincuencial impera. Sin embargo, Margarita murió: una paradoja, de la violencia a la desatención médica”, se lee en un comunicado del organismo de derechos humanos.

 

Margarita murió en el Hospital de Guasave por una hemorragia durante el parto; la atendían doctores y enfermeras. Tuvo una niña. Sobrevivió.

 

Este viernes a Margarita la están velando en un cuarto, más bien es una galera del campo agrícola donde trabajaba.

 

Tlachinollan asegura que las muertes maternas de las mujeres indígenas va a la alza, y que es grave que sigan muriendo por la desatención o negligencia médica, como si no valieran nada o como si las mujeres fueran desechables.

 

El Centro de Derechos Humanos indica que a las empresas agrícolas no les importa la atención médica de sus trabajadoras y trabajadores, a quienes les pagan 130 pesos al día, con la única esperanza de seguir con vida. Sólo sobrevivencia.

 

 

Mujer indígena jornalera de la Montaña de Guerrero en el corte de Chile en el campos de Sinaloa. Apunto de dar a luz, en los rayos del sol.

 

Este viernes se espera que alguna dependencia pública de Guerrero apoye con el traslado del cadáver de Margarita, para que sea sepultada en su comunidad. Tlachinollan está haciendo esa gestión con el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI). La empresa jornalera sólo compró la caja, pero el pago del traslado, si no consiguen apoyo institucional, correrá a cargo de la familia.

 

De febrero a octubre del año pasado migraron 12,900 jornaleros y jornaleras de la Montaña a los campos agrícolas del norte del país, de este número 5,927 son mujeres y 5,171 son menores de edad, de acuerdo con las estadísticas del organismo.

 

Del número de mujeres migrantes en 2020, 70 por ciento son jefas de familia, monolingües y no concluyeron la primaria.

 

En ese mismo lapso de tiempo Tlachinollan registró la migración principalmente de 18 municipios: Cochoapa el Grande, Tlapa, Metlatonoc, Copanatoyac, Atlamajalcingo del Monte, Xlapatlahuac, Atlixtac, Malinaltepec, Alcozauca, Iliatenco, Acatepec, Zapotitlán Tablas, Huamuxtitlán, Tlacoapa, Alpoyeca, Tlalixtaquilla, Olinalá, Cualác.

 

El municipio que presentó mayor migración de jornaleros fue Cochoapa el Grande, de aquí salieron 2,834 habitantes, luego Tlapa con 3,194 personas y en tercer lugar Metlatónoc con 1,339 migrantes.