Las mentiras del Procurador

Texto: Daniela Pastrana /Pie de Página

Fotografía: Alejandro Meléndez y Daniela Pastrana

2 de agosto del 2019

 

La mañana del domingo 2 de agosto de 2015, el Procurador de Justicia de la Ciudad de México, Rodolfo Ríos Garza, sus principales colaboradores, y la Secretaría de Gobierno Patricia Mercado, se reunieron con un grupo de periodistas con los que Rubén Espinosa tenía una relación de trabajo y defensores de organizaciones de libertad de expresión.

Habían pasado 36 horas del hallazgo del multihomicidio de cinco personas en la colonia Narvarte, entre ellos el fotorreportero amenazado, cuya identidad era la única que se tenía confirmada hasta ese momento.

La reunión fue convocada por la secretaria de gobierno y duró cerca de 40 minutos. No fue un encuentro sencillo. El procurador Rodolfo Ríos aseguró a los asistentes que no descartaba ninguna línea de investigación.

“Tengan la confianza de que nosotros estamos trabajando muy fuerte (…) tenemos a todo un equipo importante que está trabajando en este asunto porque no vamos a permitir que haya impunidad, no vamos a permitir que esto quede así como un homicidio más, quiero que tengan esa certeza”, dijo al presentar a su equipo.

Pero antes de cinco minutos, soltó una bomba: “No era contra él”, aclaró, en tono de confidencia.

“No quiero adelantarme”, insistió una y otra vez, ante los alegatos de los periodistas y activistas presentes. “No puedo abrirlo a los medios, pero si te puedo decir que en las investigaciones que llevamos no fue un ataque en contra de Rubén (…) los hechos que sucedieron no tienen nada que ver con su actividad periodística”.

¿Cómo podía saberlo? En la misma reunión, los responsables de la investigación aseguraron que no se habían comunicado con la familia de Rubén Espinosa, ni habían entrevistado a ninguno de los periodistas cercanos al fotógrafo durante las diligencias del día anterior, porque no sabían quién era. Los peritos que revisaron el departamento, desde la noche del viernes 31 julio, no habían encontrado ni sus credenciales ni su teléfono, ni alguna pista que les indicara quien era el único hombre asesinado en el homicidio múltiple. ¿Cómo, entonces, la noche del sábado, la secretaria de Gobierno de la ciudad de México había podido comunicarse con periodistas y defensores para citarlos a la reunión?

Ni en ese momento, ni un año después, los funcionarios del gobierno de la capital del país han podido explicarlo. Tampoco han encontrado el teléfono celular del fotógrafo ni sus credenciales, a pesar de que esa misma semana Rubén había recibido su nueva credencial de elector.

Tras de la reunión, en la que los investigadores se comprometieron a tener informados a los asistentes de los avances de sus pequisias, el procurador Ríos Garza se dirigió a una conferencia de prensa, en la que básicamente dijo dos cosas: que se había abierto una investigación por el delito de robo, aunque no especificó qué objetos habían sido robados y que Rubén Espinosa había regresado de Veracruz a la ciudad de México para para buscar “nuevas oportunidades como fotógrafo profesional”.

No quiso dar los nombres de las mujeres asesinadas, porque se activó el protocolo de investigación “con perspectiva de género por el delito de feminicidio”, pero confirmó que ya habían sido identificadas, dijo sus profesiones, edades, y aclaró que “tres eran del país y la de 29 años, de Colombia”

No hizo ni una mención a las denuncias de amenazas provenientes de Veracruz que habían hecho Rubén Espinosa y Nadia Vera, aunque ese había sido un tema ampliamente tratado en la reunión previa. Pero sí se tomó tiempo para aclarar: “La dependencia concluyó una reunión de trabajo con PEN internacional, Artículo 19, Periodistas de a Pie, Cuartoscuro y Proceso, con quienes se asumió el compromiso de agotar todas las líneas de investigación, así como una continua comunicación para el esclarecimiento de los hechos”.

Reunión privada con el titular de la PGJDF, con Periodistas y ONGs previa a la conferencia de prensa del 2 de agosto de 2015

Audio Animal Político: Conferencia de prensa con el titular de la PGJDF, el 2 de agosto de 2015.
Escuchar del minuto 1:58 al 2:36 y del 3:45 al 4:08.

El sábado 1 de agosto de 2015 ocurrió algo poco común en la clasemediera colonia Narvarte de la ciudad de México: una camioneta recorrió las calles voceando el diario sensacionalista ¡Pásala!, cuya nota de portada titulaba: “Torturan y matan a 5?.

La nota se refería a un homicidio múltiple ocurrido el día anterior en el departamento 401 del edificio de Luz Saviñón 1909, en esa colonia. Las fotos de la portada mostraban los cuerpos de los cinco asesinados, ubicados en distintos lugares del departamento. Las imágenes eran muy duras, dejaban claro que también habían sido torturados, pero no permitían identificar sus rostros.

Poco después de las dos de la tarde, un fotógrafo que monitoreaba a Rubén Espinosa en la ciudad de México se comunicó con otros periodistas para avisar que había algo extraño, porque el fotógrafo no respondía su teléfono y no se había comunicado con su familia desde el día anterior. Su hermana, Alma, lo estaba buscando porque no había llegado a dormir el viernes, como quedó.

Desde el viernes en la tarde, Alma Espinosa localizó a Antonio C., el amigo con el que sabía que su hermano había ido a tomar cervezas el día anterior. Él le dijo que lo acababa de dejar en una reunión, que no se preocupara, que estaba bien, y que más tarde él volvería a reunirse con Rubén. Pero no lo hizo. Y el sábado, cuando Alma volvió a llamarle, le dijo que no había regresado a la reunión y que no sabía nada.

Antonio C. era un amigo de la colonia en la que vivía su familia, al que conocía de muchos años pero que no frecuentaba. Según su declaración inicial, los dos estuvieron platicando la noche del jueves 30 de julio en un bar del centro, donde los alcanzó Nadia Vera. En la madrugada, los tres se fueron al departamento de Luz Saviñón, donde se amanecieron bebiendo. A las 9 de la mañana decidieron irse porque tenían que trabajar. Preguntaron en un módulo de policía (no ubica dónde) por la parada más cercana del Metrobús y un oficial les explicó cómo llegar a la estación Centro SCOP; sin embargo, metros antes de ingresar al metrobús, Rubén decidió regresar al departamento con Nadia.

Es la última persona que lo vio con vida, pero la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal no hizo nada por comprobar su versión. Ni siquiera cotejó los registros de las cámaras cercanas al metrobús. Tiempo después, cuando Antonio amplió su declaración, aseguró que no tenía idea de que a Rubén hubiera sido amenazado o tuviera temor por su vida. “Él jamás me comentó nada, de hecho nunca me dijo que lo hayan perseguido, pues inclusive yo no me expondría a salir con él”, declaró.

El sábado 1 de agosto, Alma Espinosa lo convenció de acompañarla al departamento en el que había dejado a Rubén.

En las redes sociales de periodistas de la ciudad de México y de Xalapa, comenzó a correr rápidamente el aviso de que Rubén Espinosa estaba desaparecido.

A las 5 de la tarde, el fotógrafo Alejandro Meléndez, uno de los monitores de Rubén, llamó a varios periodistas para darles una información que provocaba escalofrío: “Malas noticias, parece que está relacionado con en el multihomicidio en Narvarte”.

Meléndez es integrante de FotorreporterosMx, un colectivo que se había creado a partir de las primeras denuncias de Rubén Espinosa sobre la situación de hostigamiento que vivía en Veracruz. Cuando dio el aviso, iba camino a encontrarse con Alma y Antonio en el edificio de Luz Saviñón.

“Estaba acordonado y no los dejaban pasar al cuarto piso, un policía le dijo a Alma que había un multihomicidio pero que al parecer también había un detenido. Eso le dio esperanza. Le dijeron que tenía que ir en una patrulla al Semefo de la delegación Benito Juárez. Nosotros los seguimos en el carro”, recuerda el fotógrafo.

“En la delegación, Alma Espinosa identificó a Rubén. Pero le dijeron que por tratarse de un multihomicidio debería ir a presentar la denuncia a la Fiscalía de Homicidios, que está en Azcapotzalco”.

La noticia corrió entre periodistas de la ciudad de México, que comenzaron a llegar a la Fiscalía Especial de Atención al Delito de Homicidios poco después de las 8 de la noche. Para entonces, ya se sabía que una de las mujeres asesinadas era Nadia Vera, su amiga. Y también comenzaba a identificarse el nombre de Yesenia Quiroz, pues su familia –a diferencia de la del fotógrafo—fue avisada por las autoridades y su madre ya había llegado a la fiscalía desde Mexicali, donde reside.

A Alma Espinosa, el ministerio público que le tomó la declaración en la Fiscalía le recomendó que no dijera la profesión de su hermano “para no entorpecer las investigaciones”. 

 

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Este reportaje fue elaborado por el equipo de Pie de Página y lo reproducimos como parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie