Amado Ramírez Dillanes

Este perfil fue elaborado por Reporteras en Guardia, un colectivo independiente y sin filiación política conformado por más de 100 periodistas, editoras y realizadoras de 24 estados de México y de su capital, entre ellos Guerrero, con la finalidad de realizar las historias de las y los periodistas asesinados y desaparecidos del año 2000 mil al 2019.


 

Texto: Laura Reyes Maciel / Reporteras en Guardia

15 de agosto del 2019

 

San Miguel Tlacamama, 1957-Acapulco, 2007
Asesinado con arma de fuego.

Un sentenciado.

En la trayectoria de Amado Ramírez destacan dos coberturas: la masacre de Aguas Blancas de 1995, y los daños que provocó el huracán Paulina en 1997, pero hubo otro hecho violento, menos conocido, en la comunidad de El Zapote, que varios de sus amigos piensan debió tomarse en cuenta al investigar el crimen del periodista.

El corresponsal de Televisa en Acapulco acudió en 2003 a un poblado del municipio de Atoyac de Álvarez para reportear el secuestro y rescate de una familia de ganaderos.

Amado fue el único periodista que estuvo en el lugar, y su camarógrafo logró grabar a los delincuentes heridos en el enfrentamiento cuando eran llevados a Acapulco para su atención médica.

Sin pensarlo dos veces, Amado subió a su automóvil y, como él mismo relató a un grupo de amigos, siguió a la camioneta, pero en el camino, a la altura de la comunidad de El Zapote, se encontró con un escenario inesperado: a la orilla de la carretera estaba el vehículo con impactos de bala y sus ocupantes muertos.

En el lugar estaba un comandante de la Policía Ministerial, Leopoldo Benítez Pérez, con un arma en la mano y salpicado de sangre, detalló a sus colegas.

“Amado entendió la gravedad, prendió la cámara, preguntó qué ocurrió y el comandante le dijo que eran asaltantes y se habían enfrentado. Pero él ya sabía quiénes eran los muertos, entró en pánico, se regresó, y durante todo el trayecto los policías lo venían siguiendo. Lo querían matar, pero él se vino hecho madres”, refiere Misael Habana, periodista y amigo del corresponsal.

Aún con miedo por lo que había presenciado, Amado emitió la noticia, dice Habana, por lo que el caso se investigó y el comandante fue detenido y encarcelado. Tiempo después llegó a amenazarlo por teléfono: “Te vas a acordar de mi”. Cuatro años después, el periodista fue asesinado.

La tarde del 6 de abril de 2007, Amado siguió su rutina habitual. Salió de las instalaciones de Radiorama de Televisa Radio, donde dirigía y conducía desde hacía cuatro años el noticiero Al tanto, y caminó sobre la calle La Paz, a pocos metros del zócalo. Ese día no vestía con su formalidad habitual: llevaba playera y pantalón de mezclilla.

Habana, su compañero de micrófono, cuenta que solo dos horas antes, Amado le había avisado que se ausentaría del programa porque quería estar con su hija, quien había llegado de Puebla para pasar las vacaciones de Semana Santa.

“Me dijo que no iba a ir, pero de repente, a los 15 minutos de empezado el noticiero, llegó. Venía hasta en sandalias”.

Como corresponsal, las coberturas de Amado eran variadas. Ese día había realizado notas sobre el arribo de turistas al puerto y sobre un asalto a una joyería en el hotel El Mirador, publicó Habana en La Jornada.

Tras finalizar el programa, Amado le propuso que fueran a tomar un trago al Bar Chico: “Decía siempre que la fórmula para un buen descanso en la noche era tomarse una, dos o tres copas de whisky”.

Ese día se separaron, poco después de las 19:00 horas, en la entrada de la emisora. Amado caminó unas decenas de metros y, al abordar su automóvil, fue atacado por su asesino. Intentó protegerse, pero apenas dio unos pasos cuando tres balas le impactaron por la espalda y le perforaron un pulmón. Herido de muerte, llegó hasta la entrada del Hotel California, donde se desplomó. Tenía 50 años de edad.

Ese Viernes Santo, el zócalo de Acapulco estaba lleno de gente. Muchos corrieron confundidos cuando se escucharon los disparos, porque no era algo normal en la ciudad, a diferencia de ahora, cuando los crímenes suceden a diario.

Desde hacía 11 años, Amado era el corresponsal de Televisa en Acapulco, un puesto que lo convirtió en uno de los periodistas más poderosos del estado. Gobernadores y funcionarios lo buscaban para darle información, y las invitaciones que le enviaban siempre eran personalizadas.

“No, ningún reportero se lo esperaba (que lo mataran) porque eran otros tiempos”, recuerda el veterano periodista Carlos Ortiz, amigo de Amado desde su juventud.

Ortiz es de los pocos que conocen su pasado, cómo siendo joven se marchó del pueblo de San Miguel Tlacamama, en Oaxaca, donde vivía con sus padres campesinos.

“Uno de sus trabajos de supervivencia fue hacer síntesis informativas en la Secretaría de Gobernación, a finales de los setenta y principios de los ochenta”, relata.

También laboró en el área de Comunicación Social del gobierno de Guerrero durante la administración del priista Alejandro Cervantes Delgado (1981-1987). Se encargaba de repartir los boletines oficiales, que entregaba a cada uno de los 20 periódicos que existían en esa época en Acapulco.

Después trabajó cuatro años en la redacción del periódico Novedades Acapulco, en el que cubrió las fuentes de gobierno, turismo y política.

 

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Este trabajo fue elaborado por el equipo de Reporteras en Guardia y lo reproducimos con su autorización