Texto: Marlén Castro
Fotografía: Archivo personal de Antonio Muñiz Valadez
6 de mayo del 2020
Chilpancingo
Antonio Muñiz Valadez tenía 15 años cuando lo golpearon compañeros de su grupo de la secundaria Galo Soberón y Parra para que accediera a probar las drogas.
Recibió los golpes pero no las probó.
Ahora tiene 42, es campeón de Tae Kwon Do (arte marcial korenano), con cinta negra y tercer Dan. La cinta negra indica que el practicante alcanzó la madurez en el combate y, el grado, que tiene la capacidad para ser instructor.
A dos de sus compañeros de grupo que lo maltrataban en la secundaria los alcanzó el destino que eligieron de niños. Uno de ellos apareció asesinado,
otro está desaparecido desde el 2007.
Toño no se alegró sobre ese final de sus compañeros de secundaria. Al contrario, los conocía y sabía que la causa de esas decisiones es el entorno de violencia en el que crecen muchos jóvenes.
Decidió hacer algo para cambiar la máxima de que la infancia es destino. Hace ocho años, en 2012, abrió una escuela de Tae Kwon Do para que el ejercicio sea una opción para niños y jóvenes en un entorno violento. Sus pupilos son conocidos en el mundo de las artes marciales como Wild Ducks (Los patos salvajes).
Muchos niños no pueden pagar la instrucción. Antonio tiene un cómplice en esta misión. Javier Ibáñez Reyes, un empresario local, que paga la beca de algunos de estos niños y los costos cuando salen de Chilpancingo a una competición y, el Sabonim (el equivalente al Sensei en el Karate do), cobra una cuota muy por debajo de los costos reales. La suficiente para vivir de esto.
Defensa por venganza
Cuando entró a la preparatoria, en 1995, Antonio decidió practicar Tae Kwon Do para regresar la paliza a quienes lo maltrataban. Pero su instructor en la Prepa 1, Andrés Peralta Balcazar, lo ubicó de inmediato. El Tae Kwon Do era para la defensa.
Peralta Balcazar, sin saberlo, purgó los demonios que Antonio traía consigo. Toño siguió el camino de entrenamiento y control. También el del perdón.
A la fecha, suma 50 combates en diferentes estados del país. Es instructor de defensa personal desde hace 12 y de Tae Kwon Do, ocho. Tiempo que coincide con la creación de su escuela Patos Salvajes.
¿Patos Salvajes es poco común. Por qué ese nombre? Preguntamos al instructor por teléfono, pues las medidas para evitar contagios por la Covid-19, alcanzaron a todos. En estos momentos Los Patos no entrenan.
“Los patos salvajes viajan en grupo y vuelan formando una V. El de la punta es el líder. Al cansarse se turna con otro pato y así siguen hasta llegar al final. Cuando un pato es herido, dos bajan con él, a descansar, recuperarse o morir. Los que van con él, están ahí hasta que suceda una u otra cosa, hasta entonces regresan a la parvada”, cuenta sobre el comportamiento de estas aves migratorias.
Este tipo de filosofía, agrega, es la que quiere inculcar en sus estudiantes: un estrecho compañerismo y hermandad.
Los Patos Salvajes están en pausa de entrenamiento físico por la Covid-19. El mental sigue. Vía electrónica están aprendiendo sobre la cultura koreana, el país asiático en el que se creó esta disciplina.
Rescatar a niños y jóvenes
Los Patos Salvajes son niños de 15 a 16 años y jóvenes de 18 a 25. Varios patitos tienen un entorno violento, algunos además, ambientes familiares donde las drogas son una forma de sobrellevar la vida.
Antonio, con ayuda del empresario gasolinero, quien cuando hay una situación especial ofrece combustible gratis a la población –en esta contingencia ofreció 10 litros de gasolina cada quincena al personal médico del estado que trabaja en combatir la pandemia por el coranavirus– ha conseguido alejar a varios menores y jóvenes de este entorno.
El instructor no revela los nombres de los menores rescatados. No es algo que le corresponda decir.
Pero lo que ha conseguido lo llena de orgullo.
Quizá sus compañeros de secundaria habrían tenido una oportunidad, si el ejercicio, la disciplina y la hermandad, los hubiera tocado.
Antonio está empeñado en dar esa oportunidad.