A menos de un año del impacto de otro huracán Otis, los damnificados en el puerto de Acapulco lamentan que lo perdieron todo dos veces y denuncian que la llegada de apoyos gubernamentales es insuficiente.
Texto: Animal Político
Foto: Manu Ureste/Especial
Jueves 3 de octubre del 2024
Chilpancingo
–Esto es una desgracia. El agua se lo llevó todo. ¡Todo! –exclama, llevándose las manos a la cabeza, la señora Marbeli Gallegos, de 50 años, y dueña de un puestecito de artesanías en Playa Revolcadero, Acapulco, donde el pasado 24 de septiembre el huracán ‘John’ dejó al menos 15 muertos y millonarios daños materiales en múltiples colonias de un puerto que, menos de un año antes, ya había sido arrasado por otro huracán, ‘Otis’.
A continuación, la mujer se seca el sudor que le cae por el rostro debido al fuerte calor y a la humedad acapulqueña, y pasea la mano por lo que quedó de su localito de artesanías: un puñado de escombros y paredes desperdigadas por el suelo, y un montón de fierros retorcidos que ya no servirán ni como chatarra. A ella, al menos, le quedaron los escombros, dice resignada. Otros comerciantes no tuvieron esa suerte, pues la tromba de agua que trajo John arrasó, literal, con la calle que desemboca hasta el mar, llevándose una carretera y al menos cinco locales que yacían bajo el agua.
—Otis también nos afectó en esta playa, pero no tanto. Se llevó muchas láminas y cristales de los puestos, pero nada más. En cambio, con este otro huracán, con ‘John’… ¡no bueno! –exclama de nuevo la señora mirando al cielo cargado de nubarrones grises, que vuelven a amenazar con más lluvia–. Ese huracán lo que trajo fue mucha agua, tierra y lodo. ¡Demasiada agua! Estuvo cuatro días lloviendo sin parar y por eso se acumuló en la laguna que está cerca y todo reventó.
Doña Marbeli agarra la escoba con la que trata infructuosamente de limpiar el pedacito de suelo donde se levantaba su pequeño negocio, y comienza a barrer.
—En menos de un año lo hemos perdido todo dos veces –sentencia la mujer, que vuelve a exclamar enojada–: ¡Dos veces!
“Apenas nos estábamos levantando de Otis”: damnificada por John en Acapulco
Gabriela Palma, también de 50 años, tenía un puesto de miscelánea y un pequeño restaurante de mariscos, muy cerca del local de Marbeli. Ella, como el resto de los locatarios de esta playa que comenzaba a prepararse para la temporada alta de Navidad y la llegada de turistas, también lo ha perdido todo en cuestión de días.
–Estamos en una situación crítica –dice la mujer–. Apenas nos estábamos levantando de Otis, cuando nos llegó este huracán que, para nosotros aquí, fue aún peor. Porque ‘Otis’ al menos nos dejó en pie nuestros puestos, que son nuestro sustento, pero John nos dio muy feo en la torre. El agua destruyó todo. Mire nuestros locales: son pérdida total.
Muy cerca del lugar donde se levantaban los comercios de ambas señoras, la imagen de una carretera estrecha completamente destruida y hundida parcialmente, en el caudal de agua salada que corre hacia desembocar en el mar abierto de Playa Revolcadero, da cuenta del alcance de los estragos de John.
A un costado de lo que queda de carretera, hay una estructura colapsada de lo que eran unos baños públicos. La estructura, o lo que queda de ella, está semihundida en el agua que se acumuló en la zona por las lluvias.
–Yo tenía trabajando ahí 45 años. Perdí mi patrimonio y mi fuente de trabajo –lamenta la señora Tomasa Lorenzo, la dueña del baño público. A unos pocos metros, en la laguna salada que desemboca en el mar, un vecino instaló una rudimentaria red que atraviesa de punta a punta la laguna donde pequeños peces se quedan atrapados. De esa pesca, más la que hacen otros vecinos al final del pequeño malecón de la zona, se han estado alimentando los vecinos ante la falta de ayuda en esta comunidad.
Cifras de Guardian Nacional, Ejército y Marina sobre ayuda a damnificados en Acapulco
Sobre esto, cabe señalar que la Guardia Nacional y el Ejército informaron que desde el pasado 23 de septiembre ya se repartieron más de 130 toneladas de víveres en Guerrero, y también en otros estados afectados, como Oaxaca, Colima y Michoacán. Asimismo, señalaron que se han activado 86 albergues por el paso de John, refugiando a 3 mil 455 personas a las que se les da atención médica y alimentación, y que se han repartido más de 10 mil despensas, 26 mil 580 litros de agua, y 15 mil raciones calientes de tortillas.
Por su parte, la Secretaría de Marina informó en un comunicado ayer que lleva repartidas 5 mil 220 despensas y 41 mil 760 litros de agua en diversos municipios de Guerrero, incluido Acapulco.
Sin embargo, en lugares afectados como esta Playa Revolcadero, muy cerca de la Zona Diamante hotelera de Acapulco, así como en otras zonas damnificadas de la parte alta de la ciudad, como en Alta Progreso, y en otras colonias que están a las afueras, como la Kilómetro 21, los vecinos señalan que, o no están llegando aún las despensas con alimentos a una semana del huracán, o lo están haciendo muy lentamente.
—Aquí nadie nos ayuda. Una semana ya, y nada. ¡Ni una despensa! –dice enojada la señora Tomasa Lorenzo, junto a los restos de su negocio colapsado.
–Necesitamos que Sheinbaum volteé a mirar para acá, porque aquí todo es pérdida total y nos hemos quedado sin trabajo –agrega entre lamentos la mujer, en referencia a la primera gira presidencial de Claudia Sheinbaum, quien ayer miércoles visitó el puerto de Acapulco poco antes de las 16 horas, aunque no hizo un recorrido por las colonias dañadas, sino que permaneció en la base que la Marina tiene al inicio de la costera Miguel Alemán, cerca de la colonia Icacos, donde se reunión con autoridades estatales e integrantes de su gabinete.
En un local contiguo al de la señora Tomasa, la comerciante Arely Palma, de 44 años, permanece sentada, mientras observa a un grupo de jóvenes que están arriba de un tejado tratando de evaluar los daños de su inmueble. Junto a Arely hay un poste de tendido eléctrico que, a pesar de que se suponía que se había cortado la luz en la zona, comenzó a emitir chispas ante la mirada preocupada de unos empleados de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) que ya estaban trabajando en la zona.
–Tenía tres locales y todos se los llevó ‘John’ –comenta la mujer con gesto de un cansancio profundo.
–Ahora estamos tratando de salvar un poquito de lo que haya quedado en las bodegas –dice apuntando con la cabeza a la persiana roja metálica que tiene detrás–. Pero sí, se llevó tres locales que tengo de aquel lado de la laguna, la casa y los locales de mi mamá y de mis hermanas. La Playa Revolcadero se acabó. No había llovido así aquí desde que tengo uso de razón.
A continuación, la mujer hace una pausa y mira por unos segundos los localitos destruidos que tiene enfrente, al otro lado de la laguna salada.
–Yo llegué a pensar que esto era la fin del mundo –sonríe de nuevo sin ganas–. Que era el fin de todo.
“Estamos solos”: afectada por John denuncia falta de ayuda de los gobiernos
Arely cuenta que ella, junto a por lo menos 20 integrantes de su familia, incluido niños y personas mayores, corrieron para resguardarse en las alturas de un cerro próximo, donde se encontraron ante la negativa de un hotel que no quiso resguardarlos por tratarse de una “propiedad privada”
–Nosotros ahogándonos aquí abajo, y ellos corriéndonos, que porque es una propiedad privada. Pero la verdad es que no nos salimos de ahí, porque, ¿para dónde íbamos a correr, pues? –pregunta la comerciante, que como las otras vecinas entrevistadas también denuncia que a una semana del impacto de John ninguna autoridad se ha presentado en la zona.
–No nos han dado nada, ni nadie del gobierno se ha venido a presentar aquí. Ninguno de los tres niveles de gobierno. Estamos solos.
Francisco Mejía Castañón también es concesionario de Playa Revolcadero. Sentado en una silla de plástico, junto a un montón de maleza y de troncos que arrastró la corriente de agua, y frente a un pequeño caudal de agua donde se acumula la basura pestilente de una semana, el hombre también lamenta que nadie haya ido a visitarlos ni a repartir enseres básicos.
–Queremos que las autoridades vengan y nos den un poco de esperanza. Que nos digan cómo vamos a salir de esta tragedia –pide el comerciante.
Visita de Sheinbaum a Acapulco
Por la tarde, la presidenta Claudia Sheinbaum llegó por carretera al puerto de Acapulco poco antes de las cuatro de la tarde. En la entrada de la base naval a la que llegó para reunirse con autoridades estatales y locales para evaluar los daños de John, la esperaba una multitud de personas entre algunas estudiantes de una universidad de Guerrero, medios de comunicación expectantes por la primera gira presidencial de la nueva mandataria, y damnificados que llegaban de colonias alejadas de Acapulco, como la Kilómetro 21, y de municipios aledaños y de la zona serrana, como Técpan de Galeana.
—Lo hemos perdido todo, queremos que la presidenta nos ayude, como hizo el presidente –dijo un damnificado de la colonia Kilómetro 21, donde los aguaceros dejaron un puente dañado y a cientos de personas incomunicadas y sin posibilidad de llegar al puerto para trabajar.
Sheinbaum entró en coche a la base, pero al parecer salió por vía aérea, en helicóptero de la Marina, pues no se encontraba en el convoy que salió unas tres horas más tarde, a las 18.30. Como ya sucedió con el presidente López Obrador el año pasado durante la contingencia por Otis, la nueva presidenta tampoco recorrió las colonias más afectadas por el huracán John.
A la salida del convoy de camionetas escoltadas por elementos de la Marina, las personas que se acercaron al lugar para ver a la mandataria se dividieron entre quienes lanzaban porras –“Es un honor estar con Claudia hoy”, gritaban emulando el ‘Es un honor estar con López Obrador”–, y quienes, cansados después de esperar más de tres horas de pie para entregarle fotografías de sus viviendas y negocios destrozados por John, se marchaban a casa cabizbajos y decepcionados.