La crecida del río Huacapa vuelve a dejar sin casa a familias del norte de Chilpancingo


Texto y Foto: Margena de la O 

Chilpancingo 

Lunes 30 de septiembre del 2024


En la parte norte de la ciudad, donde se junta el afluente del río Huacapa y la corriente de la presa Cerrito Rico, que sigue con las compuertas abiertas, la corriente de agua de las lluvias del fenómeno John, corre con velocidad y se escucha desde varios metros de distancia, como evidencia de su fuerza.

Pero el caudal, de acuerdo con los vecinos, está manso, en comparación con la madrugada del jueves pasado, cuando abrieron las compuertas de la presa y se llevó varios metros del margen del caudal, y con ello las casas, entre ellas, la de los Carmona.



Esta zona que ya no existe, porque fue arrastrada por la corriente, es la Ampliación Valle Verde, antes Asentamiento Jacarandas; era el acceso a la colonia Amate Amarillo, pero el puente que los conectaba tampoco está; se fue junto con el agua.

En lugar del puente hay una corriente con furia, mucho más amplia que antes. Ahora, los habitantes de esa colonia sólo pueden salir y entrar por la colonia Amate, hasta donde deben de caminar, porque el transporte público llegaba por el puente.


A esta altura estaba el puente que comunicaba con la colonia Amate Amarillo.

Los vecinos afectados, que por casualidad estaban a orilla del caudal observando el paso del agua, calcularon que el afluente se llevó unos 10 o 15 metros de relleno de tierra. Es decir, que el afluente del río ganó ese espacio.

En gran parte está crecido en fuerza y espacio, por la cantidad de lluvia que cayó y porque las autoridades a cargo abrieron las compuertas de la presa para desahogarla, desde la mañana del 25 de septiembre, según informó a la prensa local la entonces alcaldesa de Chilpancingo, Norma Otilia Hernández Martínez, porque su capacidad estaba en un 75 por ciento.

Pero los vecinos denunciaron que las compuertas de la presa las abrieron el jueves a las cuatro de la mañana del día siguiente; lo supieron en ese mismo momento, porque oyeron la fuerza del agua y, además, pronto se inundaron.

“Nosotros nos salimos desde el primer momento en que abrieron la presa, a las cuatro de la mañana, fue que subió el agua horrible y nos dijeron sálganse, sálganse, pero ya porque el agua estaba en la puerta”, comenta Amayrani Carmona Jerónimo; aseguró que el personal de Protección Civil nunca les avisó que abrirían las compuertas.

En total, informó Amayrani, los afectados de su familia son siete que, a su vez, tienen sus propios núcleos familiares. A la mayoría de todos ellos, les dio refugio una vecina de una colonia cercana, a la cual reconoció como doña Guille.

“Estuvimos reportando que la presa tenía muchísima agua, que estaba llegando al tope, y nos decían no, le falta, le falta. Protección Civil Municipal, Estatal, le estuvimos marcando y nada, nunca vinieron, hasta las cuatro de la mañana y le abrieron”, agrega.



En el mismo grupo de personas estaba Catalina Gálvez Villegas quien, dijo, vivía en la casa de lámina que, se ve, pende hacia la corriente del río, porque el suelo donde estaba cimentada ya no está. Los integrantes de su familia son seis, además de su madre, que tenía su propia casa.

“Son como 10 familias, más o menos, que perdimos todo”, menciona Amayrani.

Pronto llegaron hasta el caudal del río más personas; creyeron que personal de instituciones oficiales fueron para censarlos y aun cuando supieron que la charla era con intereses periodísticos, pidieron incluir sus nombres, con el propósito de que les llegue algún tipo de ayuda, porque, se quejaron de que nadie se ha acercado.

La mayoría de ellos, denunciaron en diferentes momentos, que la entonces alcaldesa, el jueves muy temprano fue, acompañada de sus colaboradores, a la entrada del asentamiento, hasta donde permitía el nivel del agua, sólo a tomarse una fotografía. Unos compartieron que les dijo que todo estaba bien, pero ya no volvió.



En el grupo de difusión de WhatsApp de la administración de Hernández Martínez compartieron a las 10:37 de la mañana de ese jueves, las fotografías de las que hablan los vecinos, junto a un boletín de prensa, donde se lee, en nombre de la exalcaldesa, lo siguiente: “Hemos iniciado con el traslado de familias de la colonia Amate Amarillo a refugios temporales, con el fin de proteger su integridad física”. Incluyeron unos números telefónicos para en caso de necesitar ayuda, pero la telefonía y la luz fallaron en la ciudad.

Según Inés Jerónimo Alonso, madre de Amayrani, al refugio al que los mandó la exalcaldesa, la escuela primaria cercana al Fraccionamiento Suspeg, no estaba habilitado.

El recuento de daños por las lluvias, producto del fenómeno natural John, coincidió con el relevo de los ayuntamientos. Entre el domingo 29 y el lunes 30 de septiembre varios de los cabildos fueron renovados; en Chilpancingo, Alejandro Arcos Catalán rindió protesta como nuevo alcalde de la capital del estado.

Otro aspecto, que no exponen los vecinos, pero es conocido en la ciudad, es que estos asentamientos son de riesgo, porque están a la ribera del encauzamiento del río Huacapa, que desde hace años funciona como un desagüe a cielo abierto de la ciudad. Muchas familias, a lo largo de su cauce, que cruza de norte a sur, están apostados en los márgenes con casas de diferentes presupuestos. El tema es que varias de estas colonias fueron regularizadas.

Cada temporal de lluvias o de este tipo de fenómenos, en este punto del norte, el río reconoce su cauce y se lleva varios metros de tierra. En septiembre del 2013, durante los fenómenos de Ingrid y Manuel, ocurrió algo similar, se llevó parte de estas mismas casas e inundó algunas de Amate Amarillo.


Algunos de los afectados de la Ampliación Valle Verde que se reunieron a la orilla del río Huacapa para ver su cauce. Del lado izquierdo de la imagen estaban sus casas que se llevó el caudal.

De acuerdo con Amayrani, en el asentamiento que se fue con el agua, los recibos de luz salen con el nombre de Ampliación Valle Verde, lo que habla de cierta formalidad de la colonia evidentemente inestable.

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