Presentan: “Él, detrás del arma”; un cortometraje sobre la experiencia distópica de un joven al habitar un barrio de Guadalajara

A través de un ejercicio de apropiación del espacio público, presentaron por primera vez el cortometraje “Él, detrás del arma”, un trabajo que documenta la historia personal de su director, Gabriel Esdrás y que retrata la experiencia de un joven que habita un estado, una ciudad y un barrio atravesado por escenarios distópicos y de caos.

La proyección fue posible gracias a Docu al Parque. Ahí estuvieron presentes “Los Mamarrachos”, un grupo de artistas del grafiti originarios del barrio de Mezquitán en Guadalajara -lugar donde se desarrolla la pieza-, y quienes sin ser actores o actrices profesionales participaron en la grabación.


Texto y fotografías por Leslie Zepeda / ZonaDocs 

9 de mayo del 2023

 

En mayo de 2020, Giovanni López fue detenido y ejecutado extrajudicialmente por policías municipales Ixtlahuacán de los Membrillos, Jalisco. Estos hechos sucedieron en el marco de las restricciones sanitarias por la pandemia de COVID-19, por lo que, la justificación de los agentes de seguridad fue que tenía que ser sancionado por no llevar cubrebocas.

Este hecho generó indignación en la población, mayormente en las y los jóvenes que se manifestaron en diferentes puntos de la ciudad contra el abuso policial en plena pandemia. La respuesta del Gobierno de Jalisco fue la misma: represión policial ahora contra quienes se manifestaron e, incluso, hacia quienes sólo transitaban por zonas aledañas a las movilizaciones que se llevaron a cabo entre el 4, 5 y 6 de junio de 2020.

Esto es lo que impulsó a Gabriel Esdrás, un joven estudiante de cine en la Universidad de Guadalajara. En aquel entonces, tenía 18 años. Para él, la realidad que vivía parecía más bien una distopía, es decir, una ciudad habitada por el caos. Esto lo llevó a crear y dirigir su cortometraje, “Él, detrás del arma”. Esta producción fue grabada en las calles y con las personas que habitan el barrio de Mezquitán en Guadalajara. Apenas en enero de este año culminaron de filmar.

 

“En ese tiempo estaba el incendio de la primavera, todo el cielo estaba naranja. Fui a comprar tortillas, vi el cielo quemándose, estaban sucediendo las manifestaciones (para exigir justicia para Giovanni López) y estaba la pandemia aparte. Entonces, era como un ambiente distópico… mi vida seguía más o menos normal, pero todo se estaba yendo al carajo”, afirmó Gabriel Esdrás.


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Bajo esta idea inicial es que su director comenzó a desarrollar la historia. Y es que, además de incitarlo la realidad que percibió en ese entonces, también lo inspiró a crear el corto desde su propia historia. Por ello, Gabriel Esdrás reconoce que se trata de una historia autobiográfica, reconoce:

“El corto nace de esta ‘maduración a huevo’, de a huevo tienes que doblegarte ante el sistema, no ser lo que tú quieras hacer y sobrevivir a esta distopía que vivimos Yo tenía 18 años en ese entonces, por eso el personaje que aparece en el corto, Samuel, también tiene 18 años. Y luego Marcos, el otro protagonista, su hermano que tiene que cuidar de él, trabajar para mantenerlo, dejar de grafitear, que es lo que siempre le ha gustado, para ser guardia de seguridad y mantener a su familia porque las condiciones no son aptas para que se desenvuelva en cualquier ámbito artístico”.

Mezquitán es el hogar de Gabriel Edrás, ahí creció y se ha desarrollado. Así lo narra, pues en su cortometraje decidió contarlo desde las experiencias de “Los Mamarrachos” un grupo de habitantes del barrio, que, al igual que él, forman parte de esta comunidad. Hombres y mujeres que se dedican al grafiti, con múltiples tatuajes y que constantemente son estigmatizados por ello.

Para Gabriel Esdrás implicó cierta complejidad dirigir en este caso a actores primerizos, sin embargo, consideró que el casting fue primordial para el resultado positivo que obtuvo. Lo que buscó fue la espontaneidad, sobre todo actores y actrices del barrio que se desenvolvieron con naturalidad y personas extrovertidas que no tuvieron temor a actuar. El reto que tuvo que atravesar fue el económico, ya que el presupuesto para realizarlo fue limitado:

“El guion se escribió con ellos, o sea, pensando en ellos. Para la libertad de que fueran sus propios diálogos, en sus espacios. “Los mamarrachos” se portaron de una manera super altruista, me apoyaron de una manera increíble y mostraron un amor por el grafiti que es lo que les gusta Los procesos fueron mucho de platicar y encontrar cosas dentro de ellos que podrían usar para actuar. Entonces, supongo que la mayor complejidad fue que no teníamos dinero y que lo hicimos así de la nada. La escuela nos dio un apoyo de 5 mil pesos y con eso hicimos todo”, destacó el director.

Con una importante asistencia, con decenas de personas presentes, se llevó a cabo la primera presentación de “Él, detrás del arma”, un evento contra cultural como lo nombraron, donde previamente se proyectaron una serie de cortometrajes que, según Gabriel Esdrás, son problemáticas que actualmente atraviesan a Jalisco, como: las desapariciones, el abuso policial, la gentrificación, entre otros. Además, acudieron integrantes de “Los Mamarrachos”, quienes se dedicaron a crear grafitis en el mismo muro donde se proyectó su cortometraje.

“La idea es eso: re apropiarnos de nuestros espacios, más ahora con el gobierno de Pablo Lemus de Movimiento Ciudadano -alcalde de Guadalajara- que quiere despoblar el centro de la gente del barrio y hacerlo para ricos, sacarnos a las periferias. Si creamos esta comunidad y hacemos ese músculo de la sociedad, vamos a tener más posibilidades de defendernos. No tenemos que ir a museos o galerías, podemos hacerlo en un muro, podemos proyectarlo en un muro y eso va a ser suficiente; romper con el arte burgués”, insistió Gabriel Esdrás.

José Luis fue uno de los invitados a grafitear el muro. Él trabaja por su cuenta como muralista, se ha dedicado a hacer grafiti en muros de negocios y para algunas marcas. Al igual que el director del cortometraje, ha habitado el barrio de Mezquitán toda su vida. “Para mí el grafiti es parte de mi estilo de vida” dijo al reconocer que tanto él como sus compañeros del barrio han sido criminalizados por el arte que hacen.

Para esta ocasión José Luis decidió pintar a un policía de manera ridiculizada con rasgos grandes y marcados mientras alumbra con su lámpara:

“Todos los policías son bastardos para mí, porque he tenido muy malas experiencias con todos. No es la primera vez que me pasa algo así, desde muy pequeño, y a la fecha, los policías siempre se han portado ‘mala leche’. Yo desconfío muchísimo de que alguno de ellos se me acerque. Aquí los policías, en la zona de Mezquitán, son bien ‘castroles’, entones es tirarles un poco. La idea es ridiculizarlos. Es un policía reportando y buscando al que está pintando, al que está caminando y anda fachoso. Es como una crítica a ellos directamente hacia la yugular”.

No es casualidad lo que narró José Luis. Hace poco, policías lo detuvieron a él y a otros compañeros al terminar de pintar un mural por el que les pagaron y tenían autorización de llevarlo a cabo:

“Tuvimos una experiencia muy mala con la policía hace poquito. Estábamos pintando el mural en la colonia La Nogalera y estábamos haciendo un mural, de hecho, con permiso y todas las de la ley. Pero alguien nos reportó que porque estábamos ahí haciendo desmadre y por estar sentados en la banqueta con un envase vacío de caguama. Nos levantaron y nos llevaron a la cárcel, sin justificación”.

Así, entra la creación del grafiti de distintos artistas, la primera proyección de “Él, detrás del arma”, el festejo y el baile se cumplió con el objetivo de apropiarse de las calles donde se grabó esta pieza: el barrio de Mezquitán, pero, sobre todo, como una forma de resistencia ante las violencias que enfrentan y que motivaron la creación de ese cortometraje.

Detrás del arma


Este texto es propiedad de ZonaDocs y lo reproducimos como parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de a Pie. Puedes leer el original y ver la galería completa en este enlace 

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