Aquí se ofrecen rasgos de cómo esta ciudad pasó de la abundancia a la falta de agua, pero también de cómo la misma población ha sorteado este reto que las autoridades sólo administran
Texto: José Miguel Sánchez
Fotografía: Oscar Guerrero
Chilpancingo
Héctor Gutiérrez Muñoz tienen 80 años, es originario de Chilpancingo y toda su vida ha radicado aquí. Recuerda la abundancia de agua que había en 1950 y como ha disminuido.
Sentado en la sala de su casa, ubicada en el barrio de San Antonio, en el centro de la ciudad, dice que hace unos 50 años el agua no era un problema, aun cuando no contaban con tuberías ni un sistema para su distribución.
“Antes toda el agua que generaban las partes altas de Chilpancingo bajaba por las barrancas, se hacían pozas y de ahí íbamos a traerla, y también había conchitas (espacios públicos destinados para el almacenamiento de agua), donde también podíamos ir a colectar, y realmente nos alcanzaba muy bien”.
Héctor cuenta que las casas cerca de los cauces de las barrancas tenían un pozo de agua para abastecimiento propio.
Con el paso del tiempo y ante el crecimiento urbano acelerado en Chilpancingo durante las décadas de 1980 y 1990, las autoridades estatales y municipales comenzaron a embovedar las barrancas, las convirtieron en drenaje y el agua la entubaron.
Para Héctor ese fue el principio del problema. Durante su infancia y adolescencia nunca sufrió por agua en su hogar, el cual era abastecido por dos manantiales que estaban en los antiguos viveros del gobierno del estado, hoy ese predio es el llamado recinto ferial que está en remodelación desde hace un año.
“De los manantiales nadie sabe qué pasó, después de ser vivero se hizo feria y parece que desaparecieron por arte de magia, y nosotros a partir de ahí comenzamos a sufrir por falta de agua”, comenta.
En el hogar de Héctor nunca se vieron en la necesidad de construir una cisterna para almacenar agua, pero con los años esa fue necesidad y, después, un problema. Su casa ya estaba construida, nunca pensó que una cisterna sería necesaria.
Ahora Héctor cuenta con dos tinacos de 1,000 litros y tres tambos, en donde recolecta el agua desde hace 20 años. Debe comprar una pipa de agua cada mes, que le cuesta 700 pesos.
En lo que va del año, sólo en enero la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado de Chilpancingo (CAPACH) le suministró agua en su calle, para febrero y marzo ha comprado pipas.
“En Chilpancingo hay agua, yo sé y me consta porque lo vi, pero la duda es, ¿por qué nos la escondieron? Ahora nosotros no tenemos pero hay pipas y embotelladoras que nos la venden, ahí está lo raro”, menciona.
Los métodos que emplea Héctor para ahorrar agua son diversos, además del almacenamiento que forzosamente realiza, el agua que sale de lavar ropa y platos la almacenan para utilizarla en el baño.
“Es obvio que no podemos comparar una población de 80,000 personas de hace 50 años a una de 200,000 que tiene actual, pero el desabasto se generó precisamente por una desatención al desarrollo urbano”, comenta.
En Chilpancingo sí hay agua, coinciden especialistas y activistas
El especialista en hidrología y catedrático de la Universidad Autónoma de Guerrero (Uagro), German Urbano Navarrete, asegura que Chilpancingo no tendría por qué sufrir por escasez de agua.
En entrevista para Amapola, periodismo transgresor, el catedrático de la Uagro explico que existe agua suficiente, no sólo de los cuatro puntos de captación con los que actualmente se abastece Chilpancingo si no que debajo hay suficiente agua para surtir a todos los hogares de los capitalinos.
Considera que las autoridades no quieren invertir en investigación y desarrollo para extraer el agua que hay debajo de la ciudad y que puede asegurar el suministro de agua. Atribuye la escasez de agua en la capital a factores políticos que a la falta del recurso natural.
Un factor favorable para la capital, explica, es que Chilpancingo es la zona que más recibe agua durante la temporada de lluvia de la región Centro, lo que garantiza el agua en el subsuelo, mantos acuíferos y ríos de la zona.
“Aquí debajo hay bastante agua, lo que no hay es voluntad de hacer las cosas, en Monterrey todo el tiempo hay escasez y perforan pozos a más de 200 metros bajo tierra, y aquí no quieren hacer eso”.
“Nosotros tenemos un proyecto con varias soluciones, a las autoridades sólo le costaría 3 millones de pesos perforar y saber si debajo de Chilpancingo hay agua, pero prefieren gastar cientos de millones pensando que pueden traer agua del río Balsas o del Papagayo que, por cierto, ya están contaminadísimos”, plantea el académico.
El director de la CAPACH, Carlos Balbuena Schiaffini, en una entrevista para este medio el pasado 22 de enero expuso que la falta de agua en la capital es por falta de inversión en el mantenimiento de las tuberías.
Chilpancingo necesita, menciona, entre 500 y 600 litros de agua por segundo para abastecer de manera eficiente a la población.
En época de lluvias, de acuerdo con el funcionario, a Chilpancingo llegan a ingresar 500 litros por segundo, y la mitad se pierde en fugas por falta de mantenimiento en la red.
El desabasto
Por la falta de agua, cientos de colonias de Chilpancingo reciben el agua una vez al mes, hay en otras que pasan hasta tres meses y continúan esperándola.
El desabasto genera protestas y bloqueos en calles y avenidas. El bloqueo de calles en el centro de la ciudad en reclamo de agua son casi cotidianos.
Para el arquitecto Victor Antonio Luviano Gutiérrez existe una desatención total de parte de las autoridades al tema del agua. El desabasto en realidad, expone, lo administra y resuelve la propia ciudadanía con sus medidas y gastos adicionales.
“Ya es cultural el tema de la construcción de cisternas, una casa actual que se construye en Chilpancingo tiene que tener su cisterna y sus tinacos para resistir el desabasto”, explica Luviano Gutiérrez.
La falta de agua genera gastos en las familias; las pipas de agua van desde los 300 hasta los 700 pesos, depende del tamaño y la zona.
Hay colonias donde ni siquiera existe una red de agua, menos de drenaje. Como en la Nueva Esperanza, la colonia más alejada del oriente de Chilpancingo, quizá porque está ubicada en los más alto, además de que es una colonia irregular.
El derecho adquirido
Si el Ayuntamiento de Chilpancingo no garantiza el suministro de agua, hay ejemplos de autogestión en la ciudad que les permitió acceder al agua entubada.
Por ejemplo, la comunidad Emperador Cuauhtémoc, un asentamiento al sur de la capital fundado por personas de los cuatro pueblos originarios de Guerrero que se asentaron en la ciudad. Sus habitantes construyeron su propia red de agua para garantizarse el suministro.
Graciela Juárez, integrante de la Comisión Colectiva de la Comunidad Emperador Cuauhtémoc, contó que fueron los mismos colonos que se conectaron a la red de agua de los fraccionamientos contiguos.
“A base de cooperaciones y organización logramos hacer nuestra propia red. CAPACH nunca se hizo responsable y fue que nosotros fuimos y les notificamos; sólo nos hicieron un descuento de un año por hacerles el trabajo”, cuenta Graciela Juárez.
A partir de ahí cada 20 días, aproximadamente, les llega el agua, lapso en que el organismo bombea el agua a los fraccionamientos Río Azul y Villas Vicente. “Si no existieran esos fraccionamientos yo creo no tendríamos agua”, dice.
Falta legislación para garantizar el agua como un derecho humano
Guerrero cuenta con la Ley 574 de Aguas del Estado que, de acuerdo con la diputada y presidenta de la Comisión de Agua, Infraestructura y Recursos Hidráulicos, Nora Yanek Velázquez Martínez, está obsoleta y se necesita una nueva, que ya construye, para garantizar a la población su derecho de acceso al agua.
En entrevista, al término del foro Diálogo por el Derecho Humano al Agua, realizado en el Congreso local, Velázquez Martínez mencionó que ya se trabaja en una nueva Ley de Aguas que garantice una transversalidad de temas que la anterior no contempla.
“El asunto de esta ley tiene que ver con temas muy transversales como el medio ambiente, género, bienestar animal, justicia social y justicia ambiental, que no están en la ley actual”, explica.
Velázquez Martínez cree que esta ley ampara a todos los sectores afectados por la falta de agua.
Hoy que se celebra el Día Mundial del Agua, la autogestión y una nueva ley que la garantice, quizá sean algunas alternativas para el desabasto.
Lo que exponen especialistas y funcionarios es que sin recursos económicos para atender la fata de agua no resolverán el desabasto.