Con desatinos y semáforos a conveniencia lideró Astudillo la pandemia en Guerrero

Durante los 19 meses de pandemia, las decisiones que tomó el gobernador para paliar los efectos de la crisis sanitaria generaron protestas de diversos sectores, agudizaron crisis por el cierre intempestivo de negocios y se decretaron semáforos verdes a conveniencia que dispararon nuevos contagios y defunciones


 

Texto: Beatriz García

Fotografía: José Luis de la Cruz

8 de octubre del 2021

Chilpancingo

 

Se está a seis días de que el gobernador Héctor Astudillo Flores termine su mandato. De sus seis años al frente del estado, dos años fueron de pandemia. Así lideró en Guerrero la calamidad que dejó miles de contagios, de muertos y de desempleados.

 

Durante los 19 meses de pandemia fueron distintos los matices al tratamiento de la ola de contagios y sus consecuencias en el estado. Fue claro el primer año de restricciones obligadas para contrarrestar la propagación del virus, pero este segundo año las medidas de sanidad y las actividades se relajaron considerablemente, razón por la que los contagios se dispararon.

 

En este tiempo, los reclamos de la población guerrerense fueron constantes: condiciones precarias y de atención del personal de salud y médicos, protestas de comerciantes, músicos, dueños de salones de fiestas y gimnasios, ante la crisis económica que se desató por la suspensión de estas actividades, la vacunación y el influyentismo, los intentos del regreso a clases presenciales.

 

Durante este tiempo hubo dos declaratorias aparentemente estratégicas de color verde en el semáforo epidemiológico, la que se decreta porque disminuyen los contagios y defunciones.

 

 

Las casualidades en el semáforo epidemiológico

Las autoridades, ante la pandemia, para distinguir la gravedad de la proliferación de los contagios establecieron un semáforo epidemiológico.

 

“El semáforo de riesgo epidemiológico para transitar hacia una nueva normalidad es un sistema de monitoreo para la regulación del uso del espacio público de acuerdo con el riesgo de contagio de Covid-19. Este semáforo será estatal y está compuesto por cuatro colores: rojo, naranja, amarillo y verde”, así lo definen las autoridades federales.

 

Ahora mismo Guerrero está por segunda ocasión en esta pandemia en color verde en el semáforo epidemiológico.

 

No es casual que la primera vez que se decretó color verde, el 24 de mayo pasado, fuera en medio de las precampañas y campañas electorales para elegir gobernador, presidentes municipales y diputados.

 

Con el color verde los eventos políticos cayeron en aglomeraciones, aunque la mayoría usara cubrebocas, no existía sana distancia, así fue en Chilpancingo, donde hasta hace poco dejó de estar en primer lugar en Guerrero en número de contagios activos.

 

Hasta ese momento las autoridades, entre ellos el gobernador y el secretario de Salud, Carlos de la Peña Pintos, aseguraron que las defunciones y contagios iban a la baja porque la vacunación ya había iniciado.

 

Después de las elecciones del 7 de junio, Guerrero cambió de verde a amarillo en el semáforo epidemiológico, justo el 19 de julio. Una semana después Guerrero siguió decreciendo y pasó a color naranja, y para la siguiente semana el estado ya estaba en rojo, es decir, en alerta sanitaria.

 

Desde ese entonces el color en el semáforo fue cambiante sin llegar a verde. Fue hasta este lunes 4 de octubre, que Guerrero pasó otra vez a color verde, once días antes de que Astudillo Flores termine su mandato y con este cambio llamó a un “necesario” regreso a clases presenciales, y quizá con la intención de dejar restablecido el regreso a clases en los planteles antes de retirarse del cargo.

 

Las clases más que un reto de las autoridades es un reto para los padres de familia y los maestros

Las clases en todos los niveles educativos se convirtieron en todo un reto para las familias y para los profesores.

 

Este fue otro de los conflictos que se generó dentro de esta pandemia, la continuación de las clases. Al principio de la pandemia las clases se cancelaron. Pero poco antes de iniciar el ciclo escolar 2020-2021, al ver que la pandemia no terminaría en semanas, las autoridades de educación en el país establecieron un plan “Aprende en casa”.

 

Pero Aprende en casa representó un reto para los padres de familia y los maestros, aunque aparentemente se brindarían clases mediante la televisión pareciera que las autoridades, sobre todo las del estado, no tomaron en cuenta que Guerrero es uno de los estados más podres del país, hay localidades donde no tienen luz eléctrica, mucho menos telefonía celular o red inalámbrica, como sucedió.

 

Al final de cuentas la decisión de cómo impartir clases quedó completamente a cargo de los profesores. En el caso de la Montaña del estado era complicado que los maestros enviaran tareas vía celular o que los niños vieran las clases en tv, porque no tienen dispositivos electrónicos como celulares o tabletas, y además las clases no estaban regionalizadas con el leguaje y las formas de vida de los alumnos.

 

Entonces los profesores tuvieron que ingeniárselas, algunos iban a las comunidades aun con los riesgos que implica la pandemia, a dejar y revisar tareas. Otros, como el caso que documentó Amapola periodismo, el 15 de mayo pasado, el profesor Antonio Mastache Rodríguez, consiguió tres celulares para dejárselos a sus alumnos de telesecundaria en los Magueyitos en el municipio de Tecoanapa y así poder enviarles la tarea.

 

Aunado a esto los papás tuvieron que asumir el papel de profesores en casa, para explicar a sus hijos las tareas y, de quienes tomaban clases en línea, aprender a usar las plataformas.

 

Mientras que el gobierno se limitaba a informar diariamente la evolución de la pandemia, hacer los llamados para hacer uso de las medidas sanitarias impuestas por la Secretaría de Salud federal.

 

 

El personal de salud otro sector afectado en la pandemia

El inicio de la pandemia inundó de incertidumbre a la población, uno de los sectores que no tuvieron alternativa para ponerse en primera línea para combatir la pandemia fue el personal de salud, pero a la par relumbraron todas las carencias que poseen y que incluso en el gobierno de Astudillo Flores fueron constantes las demandas, aun sin pandemia.

 

El 22 de marzo del año pasado, dos días después de que se declarara la pandemia, Amapola dejó precedente de las carencias que tiene el sector salud. En ese momento el gobierno del estado habilitó seis hospitales para tratar los casos de coronavirus, pero no tenían jabón ni gel antibacterial. Los hospitales de Chilpancingo y Acapulco fueron ejemplo.

 

Otro de los problemas fue la aplicación de la vacuna contra la Covid-19, en enero pasado.

 

El 11 de enero comenzó la aplicación de la vacuna para los trabajadores de salud en primera línea de combate a la pandemia. El personal denunció influyentismo.

 

Tan solo en el hospital del ISSSTE recibieron la vacuna personal administrativo y directivos, quienes estaban contemplados hasta la tercera etapa. Las autoridades del estado solo dijeron que revisarían esos casos.

 

Ocho días después integrantes de la brigada Covid en la capital bloquearon vialidades, no fueron contemplados en la primera etapa de vacunación. Ellos son quienes toman muestras a domicilio para detectar el virus SAR-CoV-2, que por cierto no cuentan ni con viáticos para hacer su trabajo.

 

 

Las otras causas de la pandemia sin atender

Al inicio de la pandemia, el año pasado, las autoridades tomaron decisiones drásticas sin tomar en cuenta las afectaciones que originarían en la población y que tampoco atenderían, como el cierre masivo de negocios.

 

Tan solo en la capital y Acapulco se desató una ola de protestas de comerciantes, músicos, dueños de salones de fiestas, turisteros y empresarios que se quejaron ante el cierre masivo de sus negocios, de los cuales a ninguno se le ofreció por parte del gobierno apoyos. Nuevamente Astudillo Flores justificó que era para evitar la proliferación de contagios.

 

Este 2021 ha sido el año con el mayor número de contagios por la Covid-19, ante la urgencia de la reactivación económica, porque así lo manifestaron diversas autoridades, relajaron las medidas sanitarias considerablemente contrario a un año anterior.

 

Aquí nuevamente los cambios del semáforo rojo sobresalieron. Para vacaciones de Semana Santa, en marzo, drásticamente el semáforo pasó de color rojo a color amarillo, evidentemente esto abrió las puertas de los turistas al estado.

 

Así es como el gobierno de Héctor Astudillo dio matices distintos en la pandemia.

 

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