Selva Verde, la cafetería que se convirtió en red de apoyo entre productores

Texto: Beatriz García

Fotografía: José Miguel Sanchez 

3 de julio del 2021

Chilpancingo

 

Al entrar a la pequeña cafetería, los tonos verdes de las plantas saltan a la vista. Sobre la pared de bambú y dentro del baúl de la abuela encuentras prendas amuzgas, productos de cosmética natural, bisutería artesanal, cigarros naturales, café, flor de tila, ajonjolí, miel, salsas caseras, aceite de coco, granola, chocolates, galletas, gelatinas, pasteles, dibujos y pinturas en cuadros. Todos estos productos son parte de una red de apoyo entre artesanos y emprendedores unidos dentro de un mismo espacio: Selva Verde.

 

Cuando se entra a ese pequeño local, además del tono verde, el aroma estimula los sentidos. Una mezcla de café, canela, cardamomo, tila, manzanilla y cáscaras de cacao penetran por la nariz. Esos olores en realidad son de las bebidas que se sirven en el lugar, con el pan de plátano, avena y frutos secos, y las galletas de avena, nuez, dátiles y cacao. Por ejemplo, sirve el café con una mezcla de canela, tila y cardamomo, y un té de cáscaras de cacao, con manzanilla y canela.

 

Selva Verde, aun cuando es una cafetería en un lugar pequeño, en realidad es grande, porque ahí confluyen más de 10 productores, artesanos y emprendedores del estado. Además de que su ambiente es agradable: en el techado cuelgan decenas de las plantas llamadas teléfonos; sus ramas caen en hileras. En la escalera de un costado hay más planta. En un puesto de madera hay una gran gama de plantas suculentas intercaladas entre libros. En la pared de bambú cuelgan más plantas.

 

El piso de Selva Verde está tapizado de petates tejidos con palma, hechos en la región de la Montaña del estado.

 

En la vitrina están los postres saludables, libres de lácteos y gluten, decorados con frutos secos, además de la gelatina hecha con la receta secreta de la abuela.

 

Este espacio, ubicado en el fraccionamiento Villas Silvestre, en el andador Tulipanes número 8, se inauguró el pasado 7 de junio. Esta cafetería es creación de la psicóloga y repostera Martha Alicia Hernández Monroy.

 

La idea de Martha Alicia

 

Martha es originaria de Chilpancingo, tiene 38 años y hace cuatro años comenzó a gestar la idea de un espacio alternativo en la capital. Primero, donde vendiera sus postres saludables y se exhibieran las obras de su padre. Su padre, Octavio Hernández Osorio, es pintor.

 

Es miércoles 30 junio y Martha se apresura a alistar el té, el café, el pan de plátano, las galletas de avena y las gelatinas. Este día toca abrir la cafetería de cinco de la tarde a nueve de la noche, pues el establecimiento sólo se apertura al público lunes, miércoles y viernes.

 

Sentada en un sillón artesanal tejido con hilos de plástico, Martha contó como su idea terminó gestándose en esta cafetería.

 

Ella estuvo tres años viviendo en Veracruz, ahí conoció diversos espacios que ofrecen productos saludables. Algo que en Chilpancingo es poco común. A la par a uno de sus hijos médicamente le prohibieron los lácteos. Estos contextos la motivaron a aprender repostería saludable, libre de gluten, harinas refinadas y lácteos.

 

Cuando regresó a Chilpancingo, Martha pensó en montar un café-galería, donde además de exhibir las pinturas de su padre también se mostraran la de otros artistas que conoce.

 

Martha cuando también regresó de Veracruz conoció a biólogos, artesanos, creadores, artistas y emprendedores.

 

Entonces la idea de montar el café-galería, durante estos años, Martha la siguió perfeccionando. Primero pensó en que fuera un espacio en el que participaran sólo mujeres, luego surgió la posibilidad de incluir en el proyecto a todas esas personas que conoció.

 

“Fue que abrí el espacio (el pasado 7 de junio), como un espacio donde pudieras venir a comprar alimentos en los que están cuidando sus prácticas, su manejo con la tierra, como hacen con la siembra para no ocupar agrotóxicos. Fue que con Rafa Mota, biólogo, me contactó con productores”, expresó la mujer.

 

Junto con Rafa decidió que Selva Verde fuera un punto de compra y venta de productos, porque aun cuando hay productores que siembran con prácticas que cuidan la tierra y la salud, no tienen cómo distribuir sus productos para la compra y venta.

 

A la vez de distribuir los productos en Selva Verde, se busca que quien los adquiera lo hagan de manera consciente, tomando en cuenta cada una de las particularidades, y el compromiso con el medio ambiente que los productos ofrecen.

 

Antes de abrir Selva Verde, Martha ya hacía sus postres y los vendía. Quienes adquirían sus productos eran vecinos o familiares.

 

Pero ahora ya está la cafetería y su red de apoyo de productores.

 

Los productores, emprendedores, artistas y artesanos

 

En Selva Verde encuentras variedad de productos. Ahí están los productos de Moni frutitas, que elabora tizanas y bisutería orgánica, de quien el pasado 19 de marzo Amapola. Periodismo transgresor contó su historia.

 

También están los productos de Orgánica Juli, quien elabora granola y salsas machas. El café que se ofrece es de Finca de Araujo, originario de Atoyac; Ajonjolí del productor, también de Atoyac, de Levit Sínico Rojas, de hecho él y su familia lo sembraban pero no lo comercializaban, fue en Selva Verde que comenzaron a hacerlo.

 

La flor de tila que se vende proviene de productos de la Montaña, la miel de Juchitán en la Costa Chica, el aceite de coco que elabora en la capital Luz Zamora. También hay bisutería pintada a mano, producción de Tierra Mágica. Los mandalas y ojos de dios que se exhiben en la cafetería son de Axel Santos.

 

Los Cigarros feos y las mezclas de yerbas secas para infusiones e insecticida para plantas a base de tabaco que elabora Biyu Marcos López, de quien se escribió en este medio el pasado 29 de junio.

 

También los productos de Esperanza Matías, Gotitas de la Tierra, están en Selva Verde; ofrece cosmética natural como jabones, bálsamos para labios, crema para várices y chocolates.

 

En el interior del ropero de la abuela de Martha se exhiben los textiles originarios de la zona amuzga de la Costa Chica del estado, los que elabora el colectivo Flor de Piña y la línea de ropa para niña llamada Chi.

 

En las paredes cuelgan las pinturas no sólo de su padre, también hay pinturas de los artistas Octavio Hernández, Montserrat Miranda y Fany Salmerón. Al igual que fotografías de la también fotógrafa en Amapola, Franyeli García, y del fotógrafo Gabriel García. La mayoría están en venta.

 

Todos estos productos están a la venta en Selva Verde y para adquirirlos los pones dentro de las cestas verdes que ofrece la cafetería, que están elaboradas a base de palma de soyate.

 

Al proyecto de Selva Verde cada vez se suman más productores.

 

“Estos productos también es recordar nuestras raíces, el barro, las blusas, la ropa, todo lo que conlleva el estado de Guerrero, sus tradiciones, su cultura”, expresó Martha.

 

–¿Cómo ha sido la respuesta de la gente a un mes que inició Selva Verde?, –se le preguntó a Martha.

 

–Ha sido divertido, porque también uno no está acostumbrado a probar otro tipo de postres, o tú les das y les preguntas, ¿qué te parece?, –sonrió.

 

Son seis y media de la tarde, después de la charla, Martha y su madre, quien le ayuda a atender Selva Verde, pero ambas dueñas de la casa donde montaron la cafetería, esperan a sus clientes para que degusten lo que elaboraron en el día, y adquieran lo que otros productores y artistas hicieron.