Texto: Beatriz García
Fotografía: José Luis de la Cruz
19 de marzo del 2021
Chilpancingo
“Vamos a cerrar los ojos y vamos a dar gracias por lo que vamos a hacer, porque estamos trabajando con las manos y cuando tú tocas algo estás transmitiendo. Hay que relajarnos y conectarnos con lo que vamos a hacer”, le dice Mónica a Jhoana, la única alumna que llegó a su taller de bisutería orgánica.
Durante este año de confinamiento obligado por la pandemia de la Covid-19, los artesanos, comerciantes y emprendedores en general la han padecido más allá del riesgo sanitario.
Mónica Ramírez Arroyo tiene 24 años. Desde hace cuatro años decidió emprender y se convirtió en artesana. La bisutería orgánica es su fuerte, por ejemplo, hace piezas de fruta disecada.
Los festivales o eventos culturales eran los principales espacios donde vendía sus productos. Por evento podía ganar hasta 1,000 pesos, pero con la pandemia los eventos se cancelaron y sus ganancias se redujeron un 40 por ciento.
Junto a otras mujeres intentó las ventas por internet pero no lograron ventas.
El viernes pasado fue invitada a un festival de emprendedores llamado Festival de Primavera, el primero en todo el año de pandemia y con eso se le abrió la oportunidad de impartir talleres de bisutería a un costo de 150 pesos por persona. Pensó que durante el día podría dar hasta siete sesiones individuales de una hora y media. Sólo llegó una alumna.
Local 71 y Bazar de Primavera
Rafael Ortega Flegueros de 27 años, fue el impulsor del Bazar de Primavera durante el viernes y sábado pasado, con la intención de abrir un espacio para artistas, artesanos y emprendedores. El evento fue en el Local 71, una tienda de productos artesanales, ubicada en una casa de la avenida Ignacio Ramírez, cerca del parque del barrio de Tequicorral.
En este evento se concentraron creadores de bisutería orgánica, postres, plantas, aceites de coco, ropa artesanal, productos hechos de CBD, máscaras. Otros participantes, como Mónica, dieron talleres. Rafael impartió un taller de tiro de arco.
Las actividades ocuparon toda la casa.
–¿Qué te impulsó para hacer este evento?, –se le preguntó a Rafael.
–Tengo un mes en Chilpancingo, no soy de aquí, soy de Acapulco. Cuando yo conocí la casa lo primero que me llamó la atención fue este espacio. Darle vida a esta casa, que la gente le pudiera transmitir energía. Muchos (emprendedores, artistas, artesanos) anduvieron buscando espacios en donde pudieran realizar estos eventos. Por suerte ya podemos realizarlos, pero tenemos nuestras restricciones.
Está consciente que al Bazar de Primavera llegaron pocos alumnos y compradores, pero es parte de la experiencia y el impulso para seguir construyendo un espacio para artistas, artesanos y emprendedores. También un espacio para colaborar con la reactivación de la economía de laicidad.
Rafael prevé un siguiente festival en unos tres meses, entonces será el Bazar de verano.
Moni frutitas
Moni frutitas es el nombre del negocio de Mónica, donde, además de generar recursos económicos, rescata elementos de la naturaleza como cáscaras, frutas, semillas, cortezas, plantas, plumas, para crear la bisutería.
Para Mónica sus talleres también son terapéuticos, sobre todo en estos tiempos, por el estrés de la pandemia. “Los sumos de las cáscaras relajan la mente y te impulsan”, explica.
Ella no desiste, aun cuando el taller durante el bazar no tuvo el impacto que previó. Dice que al contrario, la impulsa. Este mes sus ganancias aumentaron un 10 por ciento, ya las perdidas son menos, es decir, de un 30 por ciento.
Además está contenta con el proyecto del Local 71, porque ya tiene un lugar donde vender sus productos.
“Invitaría a todas las personas que quieran aprender que intenten, que no se agüiten, que confíen en su trabajo, que si es algo que les late, que les mueve, es ahí, pase lo que pase, es ahí”, insiste.