El camillero Hugo de la Rosa y la Covid-19

Como trabajador del IMSS Chilpancingo ha atendido a pacientes Covid-19 en estos 11 meses de pandemia, función que también lo hizo estadística de la enfermedad


 

Texto: Amapola Periodismo (con información de Franyeli García)

Fotos: Franyeli García

8 de febrero del 2021

Chilpancingo

 

Hugo de la Rosa es un camillero del hospital del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) en Chilpancingo desde hace más de tres años, y en esta pandemia por la Covid-19, al igual que a médicos, enfermeras, químicos y otros trabajadores del sector Salud, le tocó tratar a pacientes con la enfermedad sin tener claro cómo hacerlo aun con la capacitación que recibieron.

 

La pandemia les sorprendió. El camillero todavía recuerda el ambiente en el hospital cuando el primer paciente falleció a causa de la enfermedad, pues les tocó convivir casi 12 horas con su cadáver.

 

 

“Pensábamos que las funerarias estarían listas para recibir a los cuerpos (cadáveres), pero en realidad no fue así. El primer fallecido tardó en ser recogido por la funeraria casi 12 horas, estuvo todo el tiempo afuera del mortuorio (del hospital) porque ninguna funeraria fue a traerlo y tampoco podían meterlo por el riesgo que implicaba; ahora ya sabemos cómo manejar a los pacientes fallecidos por Covid-19”, comenta en entrevista cuando se preparaba para iniciar su trabajo en el hospital.

 

Hugo se coordina con el personal de enfermería para hacer su trabajo: sube a los pacientes a las camillas para llevarlos a las diferentes áreas del hospital, incluidas las 14 camas Covid-19 dispuestas, y colabora en bañarlos; también traslada los cadáveres al mortuorio interno. Él debe acudir cinco días a la semana al hospital, pero sus funciones en realidad no son fijas, porque lo mismo cubre fines de semana que guardias.

 

Su trabajo ya le ha cobrado factura a Hugo, pues, recientemente tuvo Covid-19, aunque no necesitó hospitalización. “Fue un año bien difícil, pero siempre sale el sol”, dice el camillero como si la prueba estuviera superada, pero hace unos días Guerrero volvió al rojo en el semáforo que mide la intensidad de la pandemia, y este color significa la alerta máxima.

 

 

En estos casi 11 meses de pandemia, Hugo ha convivido con varios pacientes con la enfermedad que causa el SARS-CoV-2, y se acuerda de algunos, más de los que se recuperaron.

 

“Hubo un señor con Covid-19 que estuvo un mes y 10 días (hospitalizado); le hicieron muchos procedimientos y estuvo a punto de fallecer, pero fue evolucionando. Me tocó sacarlo en silla de ruedas cuando lo dieron de alta, todos le aplaudimos, me dio mucho gusto verlo tan repuesto”, cuenta.

 

Pero incluye en su narración casos con otros finales, como el de una mujer que perdió a su esposo e hijos: “Primero se enfermó el papá y un hijo, y después otro hijo; la esposa y madre de las víctimas logró ver los cuerpos (cadáveres) de sus familiares sin impórtale ser infectada, porque ya había perdido a toda su familia”.

 

 

En la lista de esos pacientes con los que ha convivido el camillero está un guardia del hospital, uno de sus compañeros de trabajo, a quien saludaba cada vez que llegaba al hospital. “Estuvo 15 días hospitalizado, tenía miedo de dejar solo a su hijo recién nacido. Me daba consejos de vida, yo le daba ánimos, le dije que iba a salir de ésta y sí salió adelante; ya regresó a trabajar”, narra.

 

El camillero cree que la Covid-19 es una enfermedad que pega mucho en el ánimo. En los días de hospitalización, recuerda el semblante de su compañero el guardia como el de una persona diferente, por el desánimo. “Algunos se ponen tristes, otros se enojan y frustran con la vida”.

 

Las estadísticas oficiales de la pandemia por ahora no indican mejor panorama para el camillero.

 

 

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