Los informes del Ejército de la Noche de Iguala sobre el capitán Martínez Crespo

Texto: Margena de la O 

Fotografía: José Luis de la Cruz

21 de noviembre del 2020

Chilpancingo

 

La propia Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) documentó la intervención del Capitán Segundo de Infantería, José Martínez Crespo, en la noche de Iguala, en la que desaparecieron los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa.

 

Martínez Crespo es el primer militar detenido por su participación en estos hechos ocurridos la noche del 26 y madrugada del 27 de septiembre del 2014.

 

En los partes informativos del Ejército –formatos institucionales generados con los reportes de los propios miembros del Ejército desde el lugar de los hechos –se da cuenta de la intervención del Capitán en momentos importantes de esa noche, y se tuvo acceso a ellos desde 2015, año en que los familiares de los 43 normalistas desaparecidos ya planteaban su sospecha contra militares ante una presunta relación con el ataque y desaparición de los muchachos.

 

Desde las primeras versiones y testimonios de estudiantes y personas que los auxiliaron en medio de los ataques de esa larga noche de Iguala dan cuenta de su presencia.

 

Su participación recobra un peso importante en estas últimas fechas, seis años después de la desaparición de los normalistas, porque el Capitán fue detenido en días recientes y varios medios de alcance nacional consignaron su situación como una presunta relación con los hechos de Iguala.

 

Agencia Proceso informó que Martínez Crespo, a quien enuncia como uno de los señalados del caso Ayotzinapa, fue ingresado a prisión al Campo Militar 1-A por delincuencia organizada, homicidio y desaparición forzada.

 

El primer parte de los hechos de Iguala lo generó la institución a las siete horas con cuarenta minutos de la tarde del 26 de septiembre del 2014: “estudiantes sin actividad” en el tramo 127 de la carretera Chilpancingo-Iguala, cerca de la comunidad Rancho del Cura. Llegaron en el autobús de la empresa de Estrella de Oro número 1531.

 

En el parte de novedades 22636 se notifica a la 35 Zona Militar que el 27 Batallón de Infantería organizó la madrugada del 27 de septiembre una fuerza de reacción para patrullar la ciudad al mando de Martínez Crespo.

 

Todos esos hechos forman parte de la correspondencia entre el 27 Batallón de Infantería de Iguala y la 35 Zona Militar, de la cual depende y tiene base en Chilpancingo.

 

Esta información se publicó por primera vez en la edición 799 del semanario Trinchera, correspondiente a la semana de los últimos días de junio y los primeros de julio del 2015. Esta información salió de documentos oficiales obtenidos por la periodista Marcela Turati a través de la Ley de Acceso a la Información que compartió con el semanario.

 

 

La cronología militar

En la correspondencia militar del 26 de septiembre está un parte con folio 22632 donde reportan que entre las ocho y ocho con cincuenta minutos de la noche arriban unos 40 estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa a la caseta de cobro Ixtla-Iguala en el autobús 1568. Ponen como advertencia que los estudiantes podrían “apoderarse ilegalmente de otros autobuses”.

 

Veinte minutos después reportan que los normalistas están en la central de autobuses Estrella Blanca, ubicada en la esquina Salazar y Hermenegildo Galeana.

 

Siguiendo esa cronología militar, los normalistas habrían apedreado un autobús Futura número 2513, el cual se llevaron junto a otros dos de la misma línea por la calle Hermenegildo Galeana en dirección al centro de la ciudad. Policías municipales los siguieron y los normalistas se bajaron y les arrojaron piedras, “por lo que éstos últimos (policías) respondieron la agresión efectuando detonaciones de arma de fuego”.

 

Enseguida, al menos es lo que se lee en la tarjeta informativa continua, el Ejército busca comunicación con los responsables de la Policía Estatal y Policía Municipal, se extiende que de Iguala, para saber qué ocurría: “A las 22:00 horas se estableció comunicación con José Adame Baustista, coordinador operativo de la Policía Estatal en la Zona Norte, quien contestó que la corporación no iría a prestar apoyo a la Policía Municipal a menos que recibiera órdenes de sus superiores”.

 

Sigue: “A las 21:15 horas se estableció comunicación con Felipe Flores Velázquez, secretario de Seguridad Pública del municipio de Iguala, con una actitud reservada y tratando de minimizar los hechos, que su personal se encontraba en los filtros en las salidas de esta ciudad, que no tenían ningún carro detenido y que no se habían suscitado disparos de armas de fuego”.

 

Flores Velázquez fue funcionario del gobierno municipal de José Luis Abarca Velázquez, quien era alcalde de Iguala cuando ocurrió la desaparición de los normalistas y a quien vinculaban con el grupo criminal Guerreros Unidos. El ex alcalde está preso por delincuencia organizada.

 

El gobierno federal señaló al ex jefe policiaco como responsable de la desaparición de los 43 normalistas. Lo detuvieron en el año de 2016 y lo liberaron tres años después, como ocurrió con otros implicados en el caso, por irregularidades en la investigación.

 

La secuencia de los hechos hilvanados por el Ejército a partir de los reportes llevan hasta las calles Juan Álvarez y Simón Bolívar, frente a la Clínica Cristina, por los disparos que se escucharon. En ese reporte exponen que en la calle Juan Álvarez, cruce con Periférico Norte, hay un autobús y cinco patrullas de la Policía Municipal, de donde se llevan detenidos a cuatro normalistas.

 

Otro parte sitúa en la carretera Iguala-Chilpancingo, frente a Palacio de Justicia, donde reportan que hay otro autobús con normalistas detenidos por dos patrullas de la Policía Municipal.

 

En este punto, el 27 Batallón de Infantería reporta a sus superiores de la 35 Zona Militar que los policías bajaron a los estudiantes escupiendo “palabras altisonantes”.

 

La información indica que a las diez y media de la noche del 26 del 2014 llegaron a ese lugar otras tres patrullas, de las que se bajaron “policías” vestidos de negro y con la cara tapada (“encapuchados”). Cinco minutos después trataron de bajar a los normalistas y los estudiantes dijeron que algunos de sus compañeros estaban heridos.

 

Para los primeros minutos del 27 de septiembre, los partes de novedades con folios 22634 y 22635 (que se marcan como: ampliación de información) dan cuenta de la lesión de bala de tres normalistas internados en el hospital general Jorge Soberón Acevedo de Iguala. Después puntualizaron que en total se internaron a 13 heridos en el hospital general.

 

En el mismo parte informan de la agresión a automovilistas por “hombres armados” sobre la carretera federal Chilpancingo-Iguala, a la altura de la entrada a las comunidades Santa Teresa y Zacacoyuca. Esto corresponde a la agresión contra los jóvenes deportistas del equipo de futbol Los Avispones que viajaba en un camión de turismo, y los pasajeros de taxis colectivos de la ruta Iguala-Chilpancingo.

 

Durante la noche del 26 y la madrugada del 27 de septiembre de 2014 asesinaron a seis personas, tres normalistas de Ayotzinapa, un futbolista, el chofer del autobús del equipo de deportistas y la pasajera de un taxi colectivo.

 

La secuencia de reportes del Ejército ubica que en el taxi con placas de circulación 5486FFN y número económico 0972 quedó una mujer muerta, y que el autobús donde viajaban los futbolistas era de renta de la línea Castro Tours, placas de circulación 434-RK-9.

 

 

La intervención del Ejército

 

En el parte de novedades 22636 se notifica a la 35 Zona Militar que el 27 Batallón de Infantería organizó para la madrugada del 27 de septiembre una fuerza de reacción para patrullar la ciudad, al mando del Capitán Segundo de Infantería, José Martínez Crespo.

 

Ese grupo reportó que en el cruce de la calle Juan Álvarez y Periférico Norte encontraron los cadáveres baleados de dos normalistas.

 

También que otros 25 estudiantes estaban refugiados en la Clínica Cristina, ubicada a unos 500 metros de ese cruce de las calles. Uno de ellos tenía una herida en el labio superior “en forma sedal”.

 

El reporte se refiere a Édgar Andrés Vargas, el normalista que durante el ataque en la calle que desemboca en el Periférico Norte lo hirieron en la cara y le destrozaron el maxilar superior y la base de su nariz quien, todavía el año pasado, informó que seguía en cirugías finales para cerrar el proceso de reconstrucción de su cara.

 

“Los 25 estudiantes localizados en el interior del hospital Cristina, agradecieron al Capitán Segundo de Infantería, José Martínez Crespo, el apoyo brindado, manifestándole que no deseaban permanecer más en el lugar; que se retiraban y que ellos por sus propios medios le brindarían la atención médica a su compañero herido”, este es un párrafo íntegro de la versión interna del Ejército sobre la supuesta interacción del Capitán con los normalistas en la clínica.

 

Esta versión es opuesta a la que denunciaron los normalistas sobre ese momento.

 

 

La otra versión

 

Existe todo un historial en imágenes en Internet del Capitán Martínez Crespo en actos públicos con el ex alcalde de Iguala, José Luis Abarca Velázquez, preso también por el crimen de tres dirigentes sociales de la Unidad Popular (UP). A ese ex servidor público se le señala públicamente por su presunta relación con los hechos donde desparecieron a los 43 normalistas de Ayotzinapa.

 

El Capitán recobró mayor visibilidad en el caso Iguala cuando el cabo Gil, lugarteniente de Sidronio Casarrubias, uno de los líderes presos de Guerreros Unidos, lo acusó de ser operador de la desaparición de los 43 estudiantes y de mantener relación con su grupo criminal.

 

El detenido acusó al militar a través de un mensaje escrito en una manta que apareció colgada en la preparatoria de la Uagro en Iguala, la mañana del 31 de octubre del 2014.

 

Otro oficial al que implicó en ese mismo mensaje con la desaparición de los muchachos y en un involucramiento con los Guerreros Unidos, fue al teniente Barbosseñalamiento que documentó la prensa en su momento. 

 

 

Testimonios de los normalistas

 

Omar García, normalista de Ayotzinapa y parte del grupo de estudiantes que salió de la Normal Rural en las dos urvans hacia Iguala para auxiliar a sus compañeros que habían atacado policías municipales, denunció en diferentes entrevistas el comportamiento del Ejército durante la noche de Iguala.

 

A Telemundo le narró instantes con militares en la Clínica Cristina: “Nos decían cállense, ustedes se los buscaron, querían ponerse como hombrecitos, pues ahora éntrenle, éntrenle y aguántense”.

 

Describió lo que sintió en ese momento: “Teníamos miedo y rabia a la vez….”.

 

En MVS ahondó en algunas escenas: “Llegó el Ejército acusándonos de allanamiento (de la Clínica Cristina), dándonos culatazos. Al compañero herido también lo sometieron”.

 

Agregó que un militar los culpaba de lo que les sucedió: “Ustedes se lo buscaron; eso les pasa por andar haciendo lo que hacen”.

 

El grupo de normalistas con el que viajó Omar García llegó hasta el cruce de la calle Juan Álvarez y Periférico Norte, lugar donde ocurrió el segundo ataque más grande de la noche contra los estudiantes.

 

Omar García mencionó que los militares les comentaron por qué no intervinieron antes esa noche: “Dijeron que no podían cubrir el caso porque les habían prohibido desde el Estado”.

 

Los maestros cetegistas acudieron cerca de la medianoche al mismo cruce y vivieron con los normalistas ese segundo ataque.

 

Un maestro de la CETEG narró que fue lo que vivieron y cómo llegaron a la clínica.

 

“Nos metimos a un clínica particular (Cristina) y un médico nos dijo que había dos cuerpos tirados, y por eso nos enteramos que habían caído dos muchachos de Ayotzinapa…”.

 

“Me comuniqué con los compañeros de la CETEG para que mandaran un carro (pretendían llevarse a Édgar a otro hospital). Venía un compañero para la clínica cuando nos dice que ya iba el Ejército”.

 

“El Ejército se mete a la clínica y todos corrimos a escondernos, honestamente, y empezaron a sacarnos de donde nos escondimos dentro de la clínica. Yo salí. Nos juntaron en la sala de espera. Quien iba al frente, un comandante (quien al parecer es el Capitán Martínez Crespo), nos pide carteras y celulares, que los pusiéramos en una mesita de la sala de espera”.

 

“Me pregunta: ¿A qué se dedica?. Soy profesor, contesto. Esto les están enseñando (señalando a los normalistas). Le dije, no, estamos apoyando porque tenían heridos, no estamos haciendo nada malo, nosotros fuimos agredidos. Me dice: bueno, esto es allanamiento de morada, voy a traer la patrulla municipal para que se los lleve detenidos”.

 

El comandante del Ejército pretendía que los policías municipales de Iguala, quienes los atacaron horas antes, se los llevaran detenidos por refugiarse en la clínica. Cuando llegó a auxiliarlos, recordó, los normalistas le dijeron que los policías municipales les dispararon y persiguieron.

 

“Oiga oficial –recuerda que le dijo así al Capitán –, pero si ellos nos dispararon, nos van a matar. Usted nos va a entregar. ¡¿Cómo que dispararon los municipales?! ¿Están seguros?, nos dijo el comandante. Los muchachos empiezan a hablar: ‘¡Sí, jefe, fueron ellos!’”.

 

“Se sale el comandante de la clínica con tres subalternos, obviamente nos dejan a dos que estuvieran encañonándonos, para que no nos moviéramos. Regresan, y dice: ‘aquí se van a quedar, no les va a pasar nada. Ya el Ejército tiene el control de la zona. Pero a ustedes, muchachos, los mandaron a estudiar, no los mandaron a hacer maldades’”.

 

Según estos testimonios recuperados del maestro y el normalista, los militares les tomaron fotografías de sus rostros a todos los refugiados en la clínica, y si algún celular de los estudiantes sonaba, ellos les decían exactamente lo que debían contestar.

 

David Flores Maldonado, quien era dirigente estudiantil de Ayotzinapa, a quien cuestionan por su estrecha relación con integrantes del gobierno federal de Enrique Peña Nieto, en una entrevista con Amapola. Periodismo transgresor contó que el jefe militar los maltrató esa noche de Iguala, y abunda en los detalles del diálogo ríspido que tuvieron. De acuerdo a su versión, él fue uno de los que contestó el celular frente a los militares y le dijeron qué decir, indicaciones que, dijo, no siguió.

 

 

La primera versión de este texto fue publicado por semanario Trinchera en 2015

 

 

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