Realizarán pueblos originarios fiestas religiosas en medio de varios fallecimientos

Uno de estos pueblos es Atliaca, un pueblo de origen nahua de la región Centro del estado. En este lugar han fallecido 32 personas entre mayo y lo que va de agosto


 

Texto: Marlén Castro

Fotografía: Amapola Periodismo 

12 de agosto del 2020

Atliaca

 

Este pueblo está por celebrar su fiesta religiosa más importante del año. Aquí la gente venera a Jesús San Salvador, cuya fiesta grande es el próximo 21 de agosto.

 

Desde este 12 de agosto empiezan los rezos en su nombre.

 

Cada año, los devotos festejan a lo grande al santo patrón del pueblo. Este año es igual. Aquí la pandemia no ha cambiado nada, a pesar de que de mayo a lo que va de agosto murieron 32 personas, un promedio de 10.5 por mes.

 

Estos muertos no están en la estadística estatal de fallecimientos por coronavirus. La Secretaría de Salud estatal reporta que en Tixtla, municipio al que pertenece Atliaca, hay ocho muertos por esta enfermedad y en todo el municipio 204 casos confirmados.

 

No hubo pruebas de por medio, sólo se habla de que algunos presentaron los síntomas, como temperaturas, tos seca y dificultades para respirar. También se cree que podrían haber muerto de dengue, porque algunos de los difuntos tuvieron dolor de huesos y escalofríos.

 

Los integrantes del comité llevan a cabo los preparativos en la iglesia, a la que empiezan a llegar los primeros fervorosos del santo.

 

 

En la imagen aparecen en caravana devotos de la fiesta del Padre Jesús en Petaquillas, comunidad del municipio de Chilpancingo, celebrada en 2019. Fotografía: Franyeli García.

 

Atliaca es un pueblo nahua. Está a medio camino entre Tixtla y Mártir de Cuilapan, municipios de la zona Centro del estado. Es uno de los pueblos más antiguos de la región. En la época prehispánica era un señorío mexica importante, es decir, un centro económico y religioso.

 

En este pueblo, cada 1 de mayo se celebra la ceremonia de petición de lluvias más importantes de los pueblos nahuas. Unos 2,000 peregrinos suben a un cerro sagrado en el que hay una falla geológica a la que llaman el pozo de Oztotempan. Este año, sólo subieron los principales del pueblo.

 

Esta mañana de agosto, el comisario Vicente Iglesias Matías está preocupado. Desde la comisaría puede ver lo que pasa en el templo católico. Como autoridad veía que era necesario sanitizar la iglesia como un preparativo para la fiesta, pero la mayordomía no lo permitió.

 

Vicente Iglesias comenzó sus funciones de comisario el pasado mes de febrero. Su oficina es la que lleva el registro de los 32 fallecimientos. El comisario indica que la gente que falleció tenía enfermedades como diabetes o hipertensión, o porque ya era muy grande.

 

Cuenta que cuando comenzó la peor parte de la epidemia, en mayo, los principales del pueblo permitieron la sanitización de la iglesia y también en julio. Pero en agosto se opusieron rotundamente. Este pueblo tiene alrededor de 8,000 habitantes.

 

“La gente de aquí tiene una cultura y una creencia religiosa muy rígida”, indica el comisario.

 

El comisario y su secretaria portan cubrebocas. Para acceder a la oficina ponen en las manos gel antibacterial. Pero fuera de la comisaría no se ve a nadie con la prenda preventiva y tampoco con distancia unos de otros.

 

Desde la oficina se ve el atrio de la iglesia. Un numeroso grupo de señores platican a un costado. Nadie usa cubrebocas y están juntos.

 

“El mayordomo no cree en la enfermedad y siguen promoviendo las fiestas religiosas”, dice.

 

Recuerda que en mayo falleció un señor de edad, quien tenía los síntomas y como era un caso sospechoso, las autoridades sanitarias no le permitieron a su familia velarlo y enterrarlo como es el protocolo en estos pueblos.

 

A este señor sí le hicieron la prueba. Resultó negativa. Por eso, explica el comisario, ya después ninguna familia reportó a su enfermo, ni tampoco los llevaron a hospitales públicos. La gente falleció en su casa y atendidos por médicos particulares porque temían que sí la autoridad estaba enterada no iban a enterrarlos de acuerdo con sus creencias.

 

Entre los pueblos de la zona Centro se habla de los muertos en Atliaca. Rumoran que son muchos y se ha extendido la versión de que murieron por el virus. La realidad es que la autoridad sanitaria ni civil saben la causa de los fallecimientos.

 

El comisario considera que las personas pudieron fallecer de dengue, porque tuvieron dolor de huesos y escalofríos. Para prevenir la propagación, dice que pidió a la Secretaría de Salud una jornada de fumigación.

 

Vicente Iglesias tenía la idea de que en todas las casas rociaron el líquido para matar a los mosquitos, pero la gente no permitió que entraran a sus casas, ni siquiera en las casas donde se había registrado un fallecimiento. Sólo fumigaron la comisaría y la plaza central.

 

 

Uno de los primeros devotos de Jesús San Salvador en la iglesia de Atliaca. Fotografía: Moisés Cabañas

 

Esta decisión de la gente, dice el comisario, obedeció a un rumor de que el ayuntamiento lo que rociaba era un líquido que traía el virus.

 

En la iglesia, el grupo de señores que platica en el atrio pertenecen al comité, son parte del equipo del mayordomo.

 

Luis de Jesús Jiménez, un integrante de la mayordomía, dice de inmediato que sí, que no permitieron que en la iglesia echaran ningún líquido.

 

“Es una burla lo que querían hacerle a nuestro patrón”, ataja.

 

El patrón Jesús San Salvador, afirma, es más poderoso que cualquier virus y cualquier persona con poder en la tierra.

 

Otro señor dice que si Dios ya los está llamando el cubrebocas no va a impedirlo. Reconoce que sí ha habido varios fallecimientos pero que en Atliaca esto ha pasado ya otras veces.

 

“Si ya nos vamos a morir, pues aquí estamos, para eso venimos”, expresa Luis de Jesús.

 

En este mes, varios pueblos nahuas celebran a su santo principal. Atliaca no es la única localidad que está a unos días de su fiesta patronal.

 

En el calendario religioso figuran los pueblos nahuas del Alto Balsas, zona conformada por 23 pueblos y varias rancherías de los municipios Eduardo Neri, Huitzuco, Tepecuacuilco, Mártir de Cuilapan e Iguala, pueblos con elevado número de fallecimientos durante esos meses de pandemia.

 

 

Integrantes del comité de la iglesia en los preparativos de la fiesta patronal en Atliaca. Fotografía: Moisés Cabañas

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