Padres y madres de los 43 resisten y exigen justicia desde sus comunidades

Texto y fotografía: Lenin Mosso

14 de junio del 2020

 

Damián Arnulfo, perteneciente al pueblo Na Savi (mixteco) de la comunidad de Rancho Ocoapa, municipio de Ayutla de los Libres, Costa Chica, es padre de Felipe, estudiante de la Normal Rural Raúl Isidro Burgos de Ayotzinapa, desaparecido en Iguala el 26 septiembre del 2014.

 

 

Ante la pausa que la pandemia de la Covid-19 impuso en la lucha por la exigencia de presentación con vida de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, Damián Arnulfo resiste y exige justicia desde su comunidad, así como las madres, padres y familiares de los otros desaparecidos.

 

 

El señor cultiva caña para hacer panela, como se conoce al piloncillo en esta parte de Guerrero, para después venderla en la cabecera municipal.

 

Ha realizado este trabajo por más de veinte años y es así como ha sostenido a su familia.

 

 

En estos días Damián hace la panela junto con su familia. Se levantan a las seis de la mañana a cortar la caña, la pelan y acarrean con mulas hasta donde está su trapiche o molino para extraer el jugo de la caña.

En familia hacen montones de caña durante un día y medio para después molerla. Empiezan a las once de la noche y concluyen hasta las ocho o nueve de la mañana. Cuenta que vive los días como cualquier otro campesino: se levanta a las seis de la mañana y se va a trabajar al campo.

 

 

Para él y su familia estos días de la pandemia les han significado retomar la actividad de la caña, porque desde hace cinco años y casi ocho meses de mantener su lucha por la presentación con vida de su hijo y de los otros estudiantes de quienes todavía no se sabe nada, no había trabajado.

 

 

Don Damián tuvo que dejar su cañal y la producción de panela, hecho que empobreció aún más a su familia.

 

 

Estos días de contingencia por la Covid-19 ha vuelto lo que fue su normalidad hasta antes de que su hijo Felipe desapareciera. Aunque para la mayoría de las peronas este contexto frenó sus actividades productivas, a Damián y a su familia, les significó retomar sus lugares.

 

 

Desde hace 15 días, cuenta, han trabajado en moler caña y en vender su producción en la cabecera de Ayutla.

 

 

Aun cuando tenía más de un lustro sin trabajar de manera formal, lo que lo alimenta y llena de energía, paradójicamente, cuenta, ahora se siente mal, porque piensa que no está haciendo nada por su hijo Felipe. Pide a la población no olvidarse del caso Ayotzinapa.

 

 

“Pienso que no estoy haciendo nada para buscar a mi hijo”. Lamentó que por la pandemia estén frenadas las investigaciones. Ve más lejos el día de saber la verdad y lograr la justicia, pero asegura que no descansará hasta encontrarlos, junto con los otros padres y madres.

 

 

 

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