Texto y fotografía: Jesús Guerrero
22 de mayo del 2020
Chilpancingo
Una una señora que vende tortillas en las escaleras de la nave 1 del mercado central Baltazar R. Leyva Mancilla de Chilpancingo se le descompone la cara, como si quisiera llorar, en cuanto ve llegar a los elementos de la Guardia Nacional y al personal de Salud. Acuden a vigilar que los negocios de productos no esenciales estén cerrados.
“¿Ahora que voy a comer?”, dice la mujer y regresa a ver sus dos canastos repletos de tortillas.
En esta central de abastos está casi vacía. Este lugar desde hace varios años es escenario de balaceras, asesinatos o secuestros y nunca antes se le vio como hoy, ni siquiera en esos hechos de violencia.
La Covid-19 logró que la gente entrara en pánico, pero también orilló a algunos comerciantes a protestar, al verse obligados a cerrar ante la amenaza de clausura.
La mujer acongojada llama por teléfono celular y comienza conversar con alguien. “No tengo nada. Uno hasta ya quiere llorar en la casa porque no hay nada qué comer”. Comenta que todo está cerrado (los negocios) y que no hay ventas.
Pegada al teléfono menciona que el gobernador Héctor Astudillo está cerrando los puestos tiendas y ni siquiera les entrega un apoyo. “Ahora hay que aguantarse el hambre o muérete de hambre”, agrega.
Son las once y media de la mañana y la mujer lleva más de tres horas esperando a que le compren tortillas. La torre de tortillas todavía se asoma de los dos canastos, casi no ha bajado.
Después se queja con su vecina, una comerciante que vende limones y mangos. “Mire, no he vendido nada; qué le voy a llevar de comer a mis hijos”.
La otra mujer responde que los servidores públicos de Salud Municipal no la dejaron vender sus botes de perfumes y refrescos. Le parece que el operativo no fue equitativo, porque en varias tiendas de abarrotes, consideradas de productos esenciales, venden alcohol.
Las dos mujeres están instaladas en las escaleras cercanas al pasillo con puestos de ropa, zapatos, flores y discos, que ahora está vacío. Para ellas las escaleras es un lugar estratégico, porque los clientes tienen que cruzar por ahí para llegar a la nave 2, o sea de tiendas abarrotes, y, pues, se detienen a comprarles.
A unos metros, dos comerciantes de tiendas de abarrotes discuten sobre si deben o no mantener abiertos sus puestos. Uno dice que no tiene caso si la gente ya asiste al mercado, el otro se aferra a que sí.
En el decreto que publicó la Federación con motivo de la emergencia sanitaria por la Covid-19 establece que sólo los establecimientos que ofrezcan productos que son esenciales, como alimentos, deben seguir abiertos.
Los elementos de la Guardia Nacional y el personal de Salud se cercioraron del cierre de 150 negocios no esenciales de la nave 1 y dos calles alternas al mercado.
Poco después de que concluyó el recorrido de la GN, pero todavía en el ambiente de la operación oficial, una comerciante que tiene su negocio fuera del mercado gritó: “¿ahora a quién le vamos a dar la cuota?”.
Tres casos sospechosos de la Covid-19 en el mercado
El 29 de abril pasado, en el estacionamiento de este mercado hubo una concentración de más de 200 vendedores ambulantes, para despedir a su líder Alejandro Marino, El Bubu, quien un día antes fue asesinado a tiros en ese mismo lugar. Desde entonces se han desatado rumores de contagios de SARS-CoV-02.
Esos rumores no han paralizado el movimiento en la central de abastos. Con la restricción oficial sólo se ajustaron horarios: abre a las seis de la mañana y cierra a las cinco de la tarde.
El secretario de Salud Municipal, Abraham Jiménez Montiel, informó de tres casos sospechosos de coronavirus entre la gente del mercado.