Guerrero: día 7 del contagio. Una semana de ventas bajas en Chilpancingo por coronavirus

Sin un plan económico se implementan medidas contra la pandemia a Chilpancingo. Con la cancelación de actividades académicas y de gobierno como medida preventiva ante el coronavirus, los comercios de Chilpancingo, sin importar su tamaño y condición, se deslucen cada día


 

 Texto: Margena de la O

 Fotografía: Oscar Guerrero 

23 de marzo del 2020

 

Chilpancingo

 

Son las doce con diez minutos del viernes 20 de marzo y Reyna sólo ha cocinado cinco kilos de masa de maíz en gorditas. Antes del primer contagio de coronavirus en Guerrero, a esta hora llevaría unos 20 de los 30 kilos que vende al día. Ella atiende uno de los cuatro puestos de fritangas que están sobre la calle Francisco Madero, a la altura de una sucursal bancaria con logotipos rojos y el edificio municipal conocido como Casino del Estudiante.

 

Dice que el viernes resintió más la baja de las ventas y, a su juicio, significa el comienzo de menos clientela a causa de las restricciones por el coronavirus (Covid-19). Cree que las ventas puedan bajar más para los siguientes días, porque el viernes suspendieron de manera oficial las actividades académicas y las de gobierno en oficinas.

 

Chilpancingo es una ciudad burócrata y de flujo estudiantil. Concentra casi todas las oficinas de gobierno y es la principal sede de las universidades en Guerrero. En estos dos grupos se centra gran parte de su economía.

 

Reyna ya tiene en casa a sus dos hijos; a uno le suspendieron las clases desde el martes y al otro el jueves. En muchas de las escuelas de la ciudad pararon actividades antes del día que recomendaron las autoridades. Uno de sus hijos estudia quinto año de primaria y el otro cursa la secundaria.

 

Mantiene a sus hijos con los 200 pesos que le pagan cada tercer día por cocinar y vender gorditas –unos gruesos círculos de maíz fritos rellenos de chicharrón, queso o pollo– desde las ocho de la mañana hasta las nueve de la noche.

 

Reyna no es dueña del puesto. Vendió el miércoles si acaso unos 15 kilos durante todo el día, la mitad de lo habitual. Este viernes no pinta distinto. Una tina de plástico con una capacidad de 10 kilos que suele rellenar de masa dos veces es la forma de medir sus ventas.

 

Los minutos que duró esta consulta nadie se acercó a comprarle. Tampoco a la mujer del puesto de tacos de al lado. Del otro lado, es decir, en los puestos del lado del Casino del Estudiante, sólo había algunos clientes.

 

Reyna comenta que la venta de fritangas es su único ingreso, el cual está en riesgo en los próximos días, además de que teme la decisión de las autoridades que, supo, podrían retirarlos.

 

 

La advertencia que los hizo temblar

El jueves anterior, el director de Gobernación en Chilpancingo, Daniel Acuña Simón dijo a un reportero de una agencia local de noticias que Salud Municipal decretó el cierre de cines, discotecas, bares y otros negocios de la ciudad como una medida preventiva ante el coronavirus.

 

Para eso apeló a la consciencia de los comerciantes, de lo contrario anticipó una medida brusca. “El último recurso que tiene la autoridad es la clausura a través de la fuerza pública”, mencionó.

 

El comentario del servidor público causó impacto entre los comerciantes formales e informales de la ciudad. A eso se refería Reyna cuando mencionó que era probable que la retiraran; su situación se complicaría más.

 

Ante esa posibilidad, los comerciantes y empresarios se reunieron con el alcalde Antonio Gaspar Beltrán, porque no estaban dispuestos a aceptar la medida.

 

De acuerdo con el presidente la Cámara Nacional de Comercio (Canaco) en Chilpancingo, Pioquinto Damián Huato, los comerciantes y empresarios hicieron que el alcalde retrocediera con esas medidas y concretaron acuerdos a partir de entonces: juntos, iniciativa privada y autoridades, fortalecerán las medidas sanitarias y estarán atentos al avance de la pandemia, y se sostendrá el empleo de los trabajadores con la apertura de los negocios.

 

El empresario comentó que sus compañeros emplean las medidas higiénicas necesarias.

 

En la reunión, el alcalde justificó la advertencia de su funcionario sólo como una referencia de “ley que faculta a la autoridad municipal para hacerlo”, pero eso no significaba que lo aplicarían.

 

Todo eso se sumó a días complicados para comerciantes en la ciudad por la disminución de la clientela. En el centro de Chilpancingo no sólo Reyna lo resiente, también Rosita Arcos Castro, la propietaria de Los Portales, el restaurante que está en el pasillo a un costado de la catedral Santa María de la Asunción.

 

En realidad comenzó a notarlo desde el fin de semana anterior, es decir el puente pasado, cuando las autoridades confirmaron el primero de los cinco casos de coronavirus en Guerrero confirmados hasta este lunes 23 de marzo. A la confirmación le sumó que los fines de semana largos para Chilpancingo significan un decremento, porque su flujo económico se centra en las actividades académicas y de gobierno.

 

Desde el viernes, es decir, una semana después del inicio de la baja en sus ventas, el panorama se le agravó. En las mañanas, evaluado por ella como el momento del día en que tiene más ventas, la clientela le disminuyó en un 50 por ciento. En las tardes, el panorama es más complejo y lo resume así: “de las 40 o 50 comidas (corridas) que servimos, ahora son 15 platillos”.

 

La tarde del jueves pasado sólo atendieron unas tres mesas, y en días anteriores una o dos. “Ayer (jueves por la tarde) bien solo, solo”, agrega la dueña del restaurante que lleva 34 años en el zócalo.

 

En Los Portales hay 12 trabajadores fijos. En el caso de las meseras –sólo mujeres atienden las mesas– perciben el salario mínimo, porque, se supone, con las propinas completan el día. Pero en los últimos días no han sacado ni para el taxi; a las nueve de la noche que salen ya no alcanzan las rutas del transporte público. La tarifa mínima de un taxi en Chilpancingo es de 50 pesos.

 

“Si ellas ganan 100, 200 (de propina), pues se llevan 40, 50, ni para su taxi”, comenta la dueña del restaurante, quien mencionó el caso de Rosita, una de sus empleadas con quien comparte el nombre, que está preocupada por sus ingresos bajos y porque tiene varios hijos.

 

El transporte en la ciudad tiene también conexión con el impacto económico que provoca la poca fluidez en la ciudad.

 

Juan, quien maneja una camioneta Urvan del transporte público de una ruta que va desde Palacio de Gobierno hasta el norte de la ciudad, el viernes que todavía había actividades burocráticas y algunas académicas ya se quejaba porque, si acaso, completaría 800 pesos, tarifa de fin de semana por uno de los dos turnos del día, cuando de manera natural bajan los usuarios. Las cuentas que deben entregar al patrón por turno es de alrededor de 1,200 pesos, además del gasto de la gasolina.

 

A las ocho de la noche de este viernes, el chofer cargó de la parada del centro hasta el último punto de su ruta sólo a cuatro de los 17 pasajeros que caben sentados en la unidad.

 

Rosita, la restaurantera del zócalo, cree que las autoridades tomaron medidas drásticas ante la pandemia para evitar señalamientos de omisiones si es que el panorama se agrava. Está de acuerdo en medidas de prevención, “pero (también) tanto mis trabajadoras como yo necesitamos el trabajo”.

 

 

¿Cuál es el plan?

El presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) en Chilpancingo, Joel Moreno Temelo, se pregunta cuál será el plan de las autoridades para los comerciantes y empresarios de la ciudad en estos días de cancelación de actividades como medida preventiva ante el coronavirus.

 

De acuerdo a sus números, sólo en el sector de alimentos más de 2,000 unidades económicas están empadronadas, cifras que incluyen tanto a establecimientos pequeño como grandes restaurantes. Todos esos negocios desde la semana trabajan entre un 20 y 30 por ciento de su capacidad aun cuando cumplen con los protocolos sanitarios, según los cálculos de su experiencia como empresario restaurantero.

 

“Es algo muy grave”, lamenta ante la gran posibilidad de que la situación se agrave para ellos en el transcurso de los siguientes días.

 

Cree que en el sector de alimentos ya hay un fuerte impacto, pero las restricciones tendrán efectos en casi todos los giros. Calcula que sólo los negocios de alimentos en la ciudad generan entre 6,000 y 8,000 empleos.

 

Los trabajadores son otra preocupación, porque, se pregunta el líder empresarial, cuántos comerciantes formales e informales estarían en condiciones de poder sostenerlos sin producir y tener ganancias durante el mes que dura la cancelación de actividades como medida preventiva ante el coronavirus.

 

Así como al presidente de la Coparmex en Chilpancingo le preocupa los ingresos de los próximos días, también a doña Mary. Ella vende tacos de carnes distintas en una de las esquinas de Antojitos La Pérgola, una placita de comida ubicada sobre le avenida Juan Álvarez, cerca del paso de desnivel.

 

Es viernes 20 de marzo a mediodía y doña Mary y la mujer que le ayuda llaman a que se acerquen a comprar sus tacos, pero hay poca respuesta, porque también es menos la gente que cruza por ahí. Después doña Mary se pregunta de manera insistente: “¿Cómo le vamos a hacer?”.

 

Antes contó que desde el inicio de la semana tiene menos clientes, pero este viernes ha sido el peor de los últimos días. Aún tiene muchas tortillas de los tres kilos que compró en la mañana.

 

Ella y su ayudante son mujeres que viven al día, es decir, que subsisten con lo que trabajan y ganan por jornada de trabajo.

 

Los comerciantes de La Pérgola, la mayoría mujeres, venden distintos antojitos mexicanos en dos turnos, el primero durante la mañana hasta cinco de la tarde y el segundo, de cinco de la tarde a ocho de la noche. “Y si ahorita no hay gente, en la tarde va a estar más peor”, dice.

 

La primera semana del contagio en Chilpancingo cerró este lunes con menos personas en la calle.

 

 

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