Petra Hermillo: la trabajadora del hogar que lucha por ella y por otras

A sus 61 años es una de las defensoras guerrerenses por los derechos de sus compañeras de oficio. Para eso tomó talleres y aprendió de otras mujeres que la impulsaron a organizar y enseñar a más empleadas del hogar a defenderse de injusticias laborales. Lleva casi 20 años en esto, pero tiene claro que el camino todavía es largo 


 

Texto: Beatriz García

Fotografía: Angie García

9 de marzo del 2020

 

Chilpancingo

 

A los nueve años Petra tuvo la necesidad de trabajar en los quehaceres domésticos, cuidar a niños o personas enfermas, pero también conoció las injusticias laborales. Pero no desistió, y a los 42 años se convirtió en defensora de derechos humanos.

 

Petra Hermillo Martínez tiene 61 años. Es originaria de Ocotitlán, municipio de Ahuacuotzingo, ubicado en la parte baja de la región Montaña de Guerrero.

 

Al morir su padre Gorgonio Hermillo Bora, Petra junto a sus tres hermanas: Justina, Berta y Eliza, y su madre Cenorina Martínez Mora tuvieron la necesidad de mudarse a la capital, en busca de mejores oportunidades de vida.

 

La vida para ella y su familia no fue fácil al llegar a Chilpancingo, necesitaban un lugar dónde dormir, qué comer y con qué vestir. Su madre no conseguía trabajo, vivían con una tía pero no había espacio para habitar.

 

A su corta edad a Petra le consiguieron trabajo en una casa cuidando a otra niña y haciendo los quehaceres: lavar, planchar, hacer de comer y limpiar. Su trabajo era las 24 horas del día. Ahí vivía. Le daba miedo cuando la dejaban sola.

 

Al siguiente año, en el barrio de San Francisco, encontró trabajo, cuidando a una señora enferma. Su pago era apenas 40 pesos al mes. Recuerda que en su primer trabajo ganaba casi lo mismo.

 

Ese dinero apenas y alcanzaba para cooperar con los gastos de su madre, como pagar renta y comprar comida para sus hermanas.

 

“Esa causa fue por la que también no fuimos a la escuela. Sí sabía leer y escribir porque en mi pueblo había un programa de alfabetización”, asiente.

 

Cuenta que había casas en las que parecía que su patrones no la maltrataban, sin embargo, cubrió jornadas que excedían las ocho horas que por ley se deben laborar y le pagaban lo que querían.

 

Otra veces vivió en su trabajo cosas que no le gustaban, pero no las contaba porque creía que así debía de ser. “Por ejemplo, en la casa donde yo trabajaba (cuidando a la señora) había comida que no me gustaba, era leche muchas veces descompuesta y con tal de no tirarla decían que estaba buena. Pero yo la tiraba porque yo conocía de esas cosas”, relata.

 

Desde los nueve años hasta ahora, Petra ha trabajado en unas 10 casas. Entre una y otra no hubo mucha diferencia en los tratos, la discriminación por ser de escasos recursos. A sus 13 años trabajó en una casa donde no le permitían usar el baño de sus patrones o la llamaban sirvienta. No lo soportó, sólo duró dos días.

 

A Petra le comenzó a surgir la idea de querer volver a estudiar, al darse cuenta que no era normal que a ella y otras de sus compañeras las trataran mal.

 

Con 17 años, junto a sus amigas y compañeras dialogaban sobre sus empleos, sin saber que podían organizarse y defenderse. Coincidían en varias cosas, como que sus empleadores quisieron abusar de ellas.

 

En algunas casas duró hasta seis años, pero entre estos trabajos hubo un intervalo. A los 18 años Petra dejó de trabajar y estudiar, se casó y tuvo tres hijos: Laura, Edith y Juan Manuel.

 

 

 

Condiciones laborales de las trabajadoras del hogar en el país

 

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), 2.3 millones de personas en el país se dedican al trabajo del hogar remunerado. De éstos, nueve de cada 10 son mujeres.

 

En el caso específico de Guerrero, hay cerca de 60,000 trabajadoras y trabajadores del hogar.

 

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) indica que 99.2 por ciento de las trabajadoras del hogar en México carecen de un contrato laboral que las respalde, y 98.3 por ciento no pueden acceder a instituciones de salud.

 

Además, informa que 41.3 por ciento de estas trabajadoras percibe al mes entre uno y dos salarios mínimos, unos 88.36 pesos diarios, según los datos de 2018.

 

La misma OIT señala que 82.3 por ciento de los empleadores de trabajadoras del hogar cuenta con trabajos formales y de calidad, y 48.6 por ciento de ellos sí tienen acceso a instituciones de salud.

 

En el marco del Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar, el 30 de marzo, el año pasado diversas organizaciones de empleadas domésticas como Parvada Estrategias Comunitarias, Colectivo de empleadas domésticas de los Altos de Chiapas y la Red Mujeres Empleadas de Hogar en Guerrero se pronunciaron ante el contexto en el que viven.

 

“Durante sexenios, las trabajadoras del hogar no hemos sido escuchadas ni consideradas sujetas políticas. Nuestro trabajo ha sido desvalorizado, normalizado y naturalizado como tareas de mujeres. Se nos ha insultado, agredido y violentado por una sociedad que no reconoce el aporte de nuestro trabajo a la economía nacional y a la reproducción de miles de familias”, es parte del pronunciamiento de colectivo.

 

Agregaron que como mujeres son ejecutoras directas del trabajo de cuidados y asistencia, tanto de sus propias familias, como en las familias que las emplean; además de que su trabajo es una transferencia en términos económicos y de valor social que libera al Estado de su papel como procurador de bienestar y servicios.

 

Las mujeres indicaron que su labor garantiza trabajos de limpieza y cuidados que permiten la reproducción social, y que por ello exigían salarios dignos, condiciones salubres y decentes para el ejercicio de su trabajo, así como todos los derechos humanos laborales que amparan a la población trabajadora.

 

 

Diez años después Petra regresa a emplearse: conoce sus derechos

 

Cuando sus hijos crecieron, Petra tuvo nuevamente la necesidad de trabajar. Además, tenía la seguridad de que sus dos hijos mayores ya podían cocinarse y cuidarse solos –tenían 10 y 9 años –, y el anhelo de que estudiarían.

 

Petra regresó al trabajo que dejó cuando se casó. Ahora tenía unos 28 años. Ahí le permitían llevarse a su hija pequeña de un año y medio, aunque para ella no era cómodo porque debía cuidarla y ocuparse del quehacer. Sólo trabajaba dos o tres días a la semana.

Pese a que su empleadores la trataban bien, nunca tuvo prestaciones laborales y ella tampoco nunca las pidió.

 

En ese entonces vivía en la colonia Emiliano Zapata, donde ocupaba el cargo de tesorera del Comité de Desarrollo. Llegaban organizaciones de distintas índoles para incluir a los vecinos a actividades.

 

Pero tiene muy presente el día que un grupo de académicas de la Universidad Autónoma de Guerrero (Uagro) y estudiantes visitaron su colonia. A ella y a sus vecinas les platicaron sobre las mujeres y sus derechos. Petra se identificó y desde ahí le gustó participar en eventos que tuvieran relación con eso.

 

Luego conoció la organización Mujeres Guerrerenses por la Democracia y fue la primera vez que vio un cartel que hacía alusión al Día Internacional del Trabajo Doméstico, donde las mujeres buscaban el reconocimiento de sus derechos.

 

Después la invitaron a la Ciudad de México a un foro y escuchó y conoció más sobre las garantías que debía tener en su empleo. A su regreso contó a otras mujeres y compañeras de oficio lo que aprendió. Muchas se rieron. No creía que tuvieran esos derechos.

 

Después formó parte del Comité de Defensa Popular, una organización en Guerrero dedica a vigilar el cumplimiento de los derechos humanos. Ahí llegó a ser la vicepresidenta.

 

Es por eso que tiene la posibilidad de acudir a una capacitación a la Ciudad de México, y es donde conoce a Patricia Vélez, otra defensora de las mismas causas, que tiene base en Cuernavaca, Morelos. Con su apoyo comenzó a organizarse con 10 de sus compañeras trabajadoras del hogar en Guerrero. Estaban conscientes que comenzarían un camino largo: la lucha por sus derechos.

 

 

 

Legislación

 

En mayo del 2019, el Senado aprobó por unanimidad con 117 votos a favor las reformas a la Ley del Trabajo y a la del Seguro Social, para garantizar derechos a las más de 2 millones de mujeres y hombres que se dedican al trabajo en el hogar, y así obligar a empleadores a dar las prestaciones de ley como seguro social, contrato, vacaciones, aguinaldo, pago de días de descanso.

 

Las y los trabajadores del hogar, en su mayoría mujeres pobres serían beneficiados con esta aprobación, a quienes no se les reconocía como parte del mercado laboral formal.

 

Luego, el 1 de abril comenzó el programa piloto para asegurar a los más de 2 millones de trabajadoras del hogar en México para permitir el acceso a atención médica y hospitalaria, incapacidades, pensión por invalidez y vida, fondo para el retiro y otras prestaciones como velatorios y guarderías.

 

Para diciembre la Cámara de Senadores aprobó con 105 votos a favor ratificar el Convenio 189 de la OIT, sobre trabajo “decente” para las trabajadoras y los trabajadores domésticos.

 

Se supone que con la adhesión a este Convenio, el gobierno federal refrendaba el propósito de garantizar la promoción y la protección efectiva de sus derechos humanos.

 

Además permitiría atender las recomendaciones de mecanismos de derechos humanos como el de la Organización de Naciones Unidas, el Comité de protección de los derechos de todos los trabajadores migratorios y de sus familiares, y el Comité para la eliminación de la discriminación contra la mujer.

 

La realidad de las trabajadoras del hogar dista de lo dispuesto en la ley. Aunque con sus propias luchas los han establecido, el nuevo reto es que se los cumplan.

 

 

Red Mujeres Empleadas del Hogar en Guerrero: el camino es largo

 

En 2001, Petra junto a sus 10 compañeras fundan la Red Mujeres Empleadas del Hogar en Guerrero, de la mano de otras organizaciones y mujeres como Patricia Vélez, Mujeres Guerrerenses por la Democracia, el Comité de Defensa Popular y la Fundación Semillas.

 

Reunieron información, organizaron talleres y pláticas, y sumaron a más compañeras.

 

En 2005 llevaron una propuesta al Congreso local para que se implementara como política pública un programa llamado Atención a trabajadoras del hogar, creado por ellas.

 

Los objetivos centrales de su propuesta es capacitar a otras trabajadoras para que conocieran sobre sus derechos. Pero también exigirlos: derecho a las guarderías, becas para sus hijos y la apertura de un fondo económico para compañeras despedidas y sin prestaciones de ley.

 

Se los aprobaron. El problema fue que no hubo presupuesto para emplearlo, al menos es lo que les han dicho.

 

Petra, quien ahora es la coordinadora de proyectos de la Red, expone que el camino es largo, que la lucha que sigue es plasmar en leyes sus derechos, y después buscar que se los cumplan.

 

En el estado, de las 60,000 trabajadoras del hogar registradas por el INEGI, sólo 667 están organizadas y son las que forman parte de la Red que tiene cobertura en Chilpancingo, Tixtla, Apango, Chilapa y Tlapa, y planea extenderse a Acapulco.

 

Uno de los trabajos de la Red es buscar que las trabajadoras perciban un salario de 200 a 300 pesos con jornadas de ocho horas sólo por asear casas, sin lavar ropa o cuidar niños, porque significa un pago extra.

 

Hasta el momento en la organización no tienen identificado a un empleador que dé seguro social a sus trabajadoras.

 

Petra cuenta que de acuerdo con información del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), en Guerrero sólo hay 20 trabajadoras del hogar afiliadas.

 

De los salarios, lamenta que algunas trabajadoras, muchas de ellas menores de edad y por necesidad, acepten hasta la mitad de un salario mínimo, es decir unos 50 pesos.

 

En cuanto al aguinaldo, dice, sólo 34 empleadores de Guerrero están pendientes de brindarles lo que corresponde a sus trabajadoras.

 

Petra no desiste, asegura que continuará con la campaña de sumar a más mujeres de su oficio al movimiento, para que conozcan y luchen por sus derechos.

 

 

Guerrero 2024: elección sin decisión