Lengua tomada

Texto: Hubert Matiúwàa*

Fotografía: Lenin Mosso 

21de febrero del 2020

 

El 21 de febrero de cada año se celebra el día internacional de las lenguas maternas, una propuesta hecha desde 1999 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). En esta festividad se enmarcan las celebraciones de las lenguas indígenas, un día dedicado para hacer actividades que reivindiquen la identidad, ante el inminente desplazamiento del idioma, el saber y el territorio. Pero, ¿qué sucedería si en vez de reivindicar lo propio, reivindicamos lo ajeno?

Desde las instituciones se ha hegemonizado la “cultura del folklor”. En las comunidades indígenas se han abierto “casas de cultura” donde se enseñan bailables como polka norteña, jarabe tapatío, a tocar guitarra, papiroflexia; con esto, dicen las autoridades que están apoyando al fortalecimiento de la identidad cultural.

No se representan danzas tradicionales que son la memoria de las ritualidades y base del horizonte ético, se presentan las danzas folclóricas, volviendo la actividad que debiera ser de reivindicación identitaria, un espectáculo.

En el día de la lengua materna esta acción refleja el desconocimiento que se tiene de lo propio, festejar nuestra identidad con parámetros externos es reproducir la colonización a partir de un concepto de cultura que se creó para desplazar nuestras formas de saber, estas prácticas terminan por enajenar y neutralizarnos.

 

 

Para explicar este proceso de enajenación, nos valdremos del cuento: la “Casa Tomada” de Julio Cortazar. Hay dos personas en una cómoda casa familiar, llevan una vida monótona, de pronto algo extraño empieza a posesionarse de la casa hasta echarlos fuera. Pensemos que la casa es nuestra cultura y los huéspedes somos nosotros, lo extraño es lo ajeno, lo que viene de a fuera que no sabemos qué es, pero que asumimos lentamente hasta perder lo nuestro. Es una de las formas en la que seguimos siendo despojados.

Entendemos por enajenación aquel proceso de aculturación mediante el cual los individuos junto con la sociedad se van transformando hasta hacerse ajenos o contradictorios a sus circunstancias históricas, esto según los intereses económicos del sistema vigente: el capitalismo. En otras palabras, se hace extraño de sí mismo. Nosotros mismos gradualmente hacemos ese despojo hasta llegar al punto de olvidar por completo las historias que nos dieron origen.

 

La problemática de la enajenación afecta todas las manifestaciones culturales, existiendo la alienación económica, estética, epistémica, axiológica, psicológica, entre otras.

 

En el día de la lengua no se hacen reflexiones sobre contenidos culturales. ¿Qué entendemos por revitalizar una cultura? ¿Cantar sin importar el contenido significa que se está recuperando un saber? ¿Escribir en mè’phàà sin reflexionar sobre la historia de las palabras significa que se está revitalizando? ¿Traducir contenidos pedagógicos de manera literal significa que se está enseñando educación propia?

 

En idioma mè’phàà el concepto más cercano para la definición de cultura es: xó júwà xàbò inuu numbaa/ cómo vivimos en el mundo, la experiencia de nuestra vida: esto implica que cada pueblo construye y resuelve sus problemas desde la experiencia, a partir de su territorialización en donde está implícito una política, idioma y religión, que constituyen el fundamento de su filosofar.

Para las autoridades gubernamentales el 21 de febrero es el único día que los pueblos indígenas existen, se hacen encuentros, recitales, coloquios, conferencias, pero no se discuten las leyes de derecho indígena, por el contrario, se busca desaparecerlas o modificarlas a conveniencia como es el caso de la Ley 701 de reconocimiento, derechos y cultura de los pueblos y comunidades indígenas de Guerrero.

 

Toda lengua tiene un territorio, un cuerpo que nombra su memoria. En este país de guerra, la mayoría de los desplazados son de pueblos indígenas, para hablar de un día de las lenguas indígenas, es importante hablar del cuerpo como territorio, no basta con reunir a los representantes de los pueblos–individualidades sobre las colectividades–, hacer eventos ajenos a las demandas de los pueblos, pretender civilizar con misiones desde la lógica colonizadora, no respetar el saber que cada territorio ha forjado durante miles de años.

 

El día de la lengua no es para los pueblos indígenas mientras sigan los proyectos de muerte en sus territorios y cuerpos.

 

La enajenación es la creación de un espejo que encubre la realidad y la mistifica, nos devuelve el reflejo de lo que no somos. Nos presentan una cultura idílica, un patrón de gustos y referencia uniformizada: programas de entretenimiento, bailables para eventos culturales en lugar de recuperar danzas tradicionales, estrategias para la revitalización del idioma que está perdiendo hablantes. Es necesario que en el día de la lengua materna se recuperen saberes para reconstruir la casa de nuestra memoria.

 

 

 

* Hubert Matiúwàa (1986), pertenece a la cultura Mè´phàà. Estudió la Licenciatura en Filosofía y Letras en la Universidad Autónoma de Guerrero, Licenciatura en Creación Literaria en la UACM, Maestría en Estudios Latinoamericanos (UNAM). En 2016 obtuvo el “Primer Premio en Lenguas Originarias Cenzontle”. Obtuvo el V Premio de Literaturas Indígenas de América (PLIA -2017). Premio Estatal de Poesía Joven del Estado de Guerrero 2017. Es autor de los libros Xtámbaa/Piel de Tierra. Pluralia Ediciones/Secretaria de Cultura (2016). Tsína rí nàyaxà’/ Cicatriz que te mira. Pluralia Ediciones/Secretaria de Cultura de la CDMX (2017).Las Sombrereras de Tsítsídiín. (INALI/Secretaria de Cultura. (2018). Cordel Torcido/Mañuwìín. Universidad de Guadalajara/Departamento de Estudios en Lenguas Indígenas. (2018).

 

 

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