Un estigma que no se apaga divide a Tlahuelilpan

A un año de la tragedia que dejó el robo de hidrocarburos en Tlahuelilpan, la comunidad resiente la falta de flujo de efectivo que dejaba ese delito y el incremento de otros delitos. Mientras, los deudos enfrentan el rechazo de pobladores que tachan a los fallecidos de delincuentes


 

Texto: Arturo Contreras Camero/Pie de Página

Fotos: María Ruiz

17 de enero del 2020

 

Sobre este campo de alfalfa se alzó una columna de fuego que llegaba al cielo. La explosión de hace un año se llevó la vida de 137 personas. Hoy la tierra requemada que quedó ya no sirve para sembrar; entre el polvo se levanta una serie de nichos funerarios en memoria de algunas de las personas que murieron calcinadas.

Las tumbas son un grito de desacato y reivindicación. Entre los pobladores de Tlahuelilpan la opinión está dividida. Hay quienes dicen que los que murieron eran ladrones que no merecen un trozo de memoria; otros, que fueron el ejemplo más atroz de lo que provoca el robo de gasolina.

Aquí, el 18 de enero de 2019, reventó una toma clandestina de gasolina. En un pueblo castigado por la escasez de combustible que trajo consigo la lucha contra el ‘huachicoleo’, cientos se acercaron al manantial de hidrocarburos que parecía manar de la tierra. Horas después una chispa convirtió lo que parecía una fiesta en un infierno.

Los familiares de las víctimas pensaron en levantar un monumento en memoria de los difuntos, pero se toparon con la negativa del resto de los pobladores. Algunos descalifican las casitas que guardan la memoria de los fallecidos.

“Ya dejaron como una colonia del Infonavit”, dice, despectivamente, una señora que cruza el mercado del pueblo. “El gobernador dijo que no iban a hacer un monumento, pero pues bueno…”, dice mientras hace una mueca.

“Querían una indemnización, pero cómo, si estaban robando”, dice otra señora. “También decían que querían un memorial, pero ¿cómo le van a poner un memorial a las ratas huachicoleras?”.

En el predio donde sucedió la explosión familiares colocaron nichos en memoria de sus seres queridos que murieron en la explosión del 18 de enero del 2019.

 

El combate al robo de combustible

Tlahuelilpan está a menos de 15 kilómetros de la refinería de Tula. Por aquí pasa el último tramo de un poliducto de hidrocarburos que cruza desde Tuxpan, en el Golfo de México, hasta la Ciudad de México. El robo de combustible proliferó. De 2005 a la fecha, Tlahuelilpan dejó de ser el lugar donde el agua riega la tierra, como significa en náhuatl. Ahora está bañada de gasolina.

El gobierno federal de Andrés Manuel López Obrador emprendió una lucha frontal contra la ordeña de ductos. Informó que en un año logró disminuir en 91 por ciento el volumen de combustible robado, lo que significó ahorrar pérdidas de 58 mil millones de pesos, de acuerdo con la información oficial.

El consumo de combustible robado en Tlahuelilpan era tan cotidiano que incluso lo llegaron a despachar a domicilio. En las casas era común ver bidones de plástico de 20 o 30 litros de gasolina en los patios, las cocinas y hasta los baños. En las tlapalerías vendían los recipientes de plástico como si fueran otro enser más del hogar. Hoy no se ve nada de eso.

Hace un año, con la llegada de la estrategia contra el robo de hidrocarburos llegaron las camionetas del Ejército y de la Marina. La policía del estado también realizaba patrullajes. Estos despliegues ya tampoco se miran en las calles del poblado.

“Todavía hay alguna gente. Por decir, el que vende, pero ya sólo con algunas personas. Que se vea anteriormente, que andaban en convoyes, no, ya no se ven”, cuenta uno de los habitantes.

En distintas partes del predio se encuentran señalizaciones de peligro que alertan del peligro de cavar por la presión de los ductos.

Al menos 10 personas que murieron en la explosión o después de ella por quemaduras fueron enterradas en el panteón de Tlahuelilpan.

 

 

 

Otros delitos

El negocio de la gasolina había ganado tanto terreno en la zona que, incluso, días después del accidente, el presidente municipal de Tlahuelilpan, Juan Pedro Cruz Frías, reconoció que la venta de gasolina representaba la segunda actividad económica del pueblo.

Después de la explosión y con la disminución de esta actividad, casi en automático, otros delitos se dispararon. “Hay más inseguridad. Hay más robo, más asaltos, más de lo demás”. reconocen las señoras del mercado que descalifican a las víctimas del accidente como ladrones.

Hace unos días, unos asaltantes se llevaron dos cajeros completos en el pueblo cercano de Tepatepec. Antes, en otro pueblo vecino unos asaltantes atracaron a los cobradores del agua y se llevaron cerca de 120 mil pesos, los trabajadores no supieron cuánto en total, porque a penas estaban contando el dinero que cobraron. “Asaltan tanto que pensamos que mejor hubiera seguido el ‘huachicol’”, dice Daniel Contreras, un trabajador que cava una tumba fuera del panteón del lugar.

También, en los poblados vecinos, en estos días se volvió común escuchar que hay muertos y asesinados.

“Sigue habiendo huachicol, no en las cantidades que se manejaba”, asegura Guadalupe López Aguilar, quien perdió a su sobrino en el accidente. Ahora el problema es que todos los chavitos que andaban de halconcillos, venden droga.

“Es frustrante ver que después de algo tan grave, y que supuestamente nos puso en ojos de todo el mundo, seguimos igual, pero con la economía más mala, porque de menos, con el huachicol había flujo de efectivo”, añade.

 

Cada semana, los días martes, se pone un gran tianguis en las calles centrales de Tlahuelilpan; es visitado por personas de distintas localidades cercanas a este municipio de Hidalgo. Foto: María Ruiz.

 

Los apoyos no terminan de llegar

“Yo sí tengo fe, aunque a veces en estos caso, me entran las dudas”, dice la señora Guadalupe. Mientras recuerda, no puede evitar las lágrimas en sus ojos. Su sobrino, Martín Alfredo Trejo López, Freddy, tendría hoy 35 años. “Seguimos así como que todavía no digerimos”.

Para reconocer los restos de Freddy el gobierno de Hidalgo tuvo que realizar un cruce de ADN. Lo mismo pasó con los restos de otras 51 personas.

“Nos entregaron una caja cerrada y nos dijeron que no la podíamos abrir. Yo al menos no sé si esos son sus restos. Yo no puedo saber si el gobierno únicamente para salir del compromiso dijo ‘échale esto aquí y esto acá’”. Asegura su tía.

La señora Guadalupe, tía de Alfredo Trejo López, subsite de una tienda de abarrotes pero pronto espera abrir una pastelería. En su patio se dan talleres de cocina para los interesados en la repostería. “Para que vean que no nos dedicamos al huachicol”, comentó cuando se le pidió este retrato.

 

Después de los análisis y de la entrega de los restos, el gobierno federal aseguró que del accidente no hay desaparecidos, pues se logró identificar todos los cuerpos. En el lugar del accidente, entre las cruces de los fallecidos hay una placa dedicada a Josué Pérez Corona. En ella se lee: “Aunque tu cuerpo no esté presente, tú vivirás en la memoria de tu hija”.

Después de la explosión, el gobierno prometió mandar a los deudos apoyos mensuales por 15 mil pesos. A algunos les llegó una vez, pero muchos nunca vieron el dinero, de acuerdo con lo que cuenta Guadalupe.

“Por ejemplo a las viudas no les han dado el apoyo. Dicen que está en trámite y que se está llevando, peor no les ha llegado”, asegura la señora. Lo que sí ha llegado son los apoyos de beca para la hija de Freddy. “A la niña le dan una beca de 300 pesos. No estamos esperanzados a eso, pero su mamá ya puso su negocio y está trabajando. Todos le echamos la mano, pero no el gobierno”.

Estos apoyos son muy criticados por otras personas que no tienen deudos del accidente. “Hay gente que dicen que por qué les van a dar apoyo”, lamenta Guadalupe. “Pues si no es un premio, es para los niños que quedaron desamparados”.

La hija de su sobrino tiene muy presente a su papá, no se le olvida. Dice que el día del funeral, la pequeña que aún cursa la primaria se puso muy mal y a fuerza quería que le abrieran la caja, para ver a su papá. “Yo creo que lo dicen porque ellos nunca han tenido un error”, sentencia. Actualmente la niña está en tratamiento psicológico, a cuenta de su familia.

Muchas de las víctimas de la explosión eran padres jóvenes o adolescentes y niños que acudieron por curiosidad o a obtener gasolina de manera gratuita durante la escasez del combustible.

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Este trabajo fue elaborado por el equipo de Pie de Página y lo reproducimos como parte de la Alianza de Medios de la Red de Periodistas de  a Pie

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