Sin Límites. Eladio Vargas, de Tlalixtaquilla a Abudabi

Texto: Beatriz García 

Fotos: Angie García

6 de noviembre del 2019

 

Desde los tres años de edad, Eladio Vargas Mirón se esfuerza para rendir frutos y no defraudar a su madre. A sus 18 años sabe de música, danza, deporte y ciencia. Esta última lo llevó a conocer una de las ciudades más caras del mundo, Abudabi, en los Emiratos Árabes Unidos, al otro lado del mundo.

 

Eladio, originario de Tlalixtaquilla, en la Montaña, junto con Ángel David García Núñez, de Coyuca de Catalán, y Alejandro Ríos Rodríguez, de Atliaca, municipio de Tixtla, integrantes del Club de Ciencias Experimentales del Colegio de Bachilleres de Tixtla, representaron al país en Abudabi, en la Expociencias 2019, en septiembre pasado, con el proyecto Panel solar orgánico.

 

Eladio logró la acreditación en la Expociencias de Acapulco, que les dio el pase directo a los Emiratos Árabes Unidos.

 

El camino de Eladio

Es jueves a mediodía. En el zócalo capitalino decenas de jóvenes de nivel superior y medio superior comparten ideas y experimentos en la Semana Nacional de Ciencias.

 

Ahí está Eladio, quien porta en el cuello la medalla que obtuvo en Abudabi por su participación. Pero no está solo, lo acompaña su profesor del Club Julio Marino Castañón. Juntos montaron un pabellón para compartir a otros jóvenes su proyecto.

 

Eladio se sienta y entre aires de timidez y cierta soltura cuenta el camino que lo llevó a conocer aquella ciudad que lo deslumbró.

 

Dice que atrás del viaje a Abudabi hay una historia de esfuerzos y sacrificios. Eladio está lejos de su madre Yusdibia Mirón Escamilla, de sus hermanos Bulmaro, Brayan y Edwin, y de su tierra, para estudiar en una institución con mejor calidad educativa.

 

Yusdibia tiene tres trabajos; es intendente, bibliotecaria y una tienda, para que sus hijos estudien y Eladio, particularmente, ingrese a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) o el Instituto Politécnico Nacional (IPN).

 

Eladio proviene del municipio de Tlalixtaquilla, de no más de 8 mil habitantes de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), un municipio de alta marginación.

 

La muerte de su padre Eladio Vargas González es el golpe más fuerte que ha sufrido. Esa pérdida y ver a su madre feliz son los motores de su vida.

 

Su promedio siempre ha sido alto: nueve y 10, y algunos ochos.

 

Cuando salió de la secundaria platicaron con su madre. Hablaron de las opciones para estudiar el bachillerato. En Tlalixtaquilla hay un Colegio de Bachilleres pero lo descartaron porque los docentes se ausentan con frecuencia.

 

Podría ser el Colegio de Bachilleres de Tlapa o el de Tixtla. En Tlapa pagaría renta. Tixtla fue la mejor opción. Su tía Jaqueline Mirón vive en este lugar.

 

Dos días antes de salir de Tlalixtaquilla, en Tixtla hubo una balacera cercana a la casa de su tía. Eso preocupó a su madre quien le dijo que ya no se iría a estudiar, que era peligroso. Eladio no dijo nada. Pasó otro día y nuevamente le tomó de sorpresa la decisión de su madre. “Te vas a Tixtla, si veo que no le echas ganas te regresas”, advirtió Yusdibia.

 

Se apresuró y tomó lo necesario para viajar a Tixtla. Fue un viaje de cinco horas en tres transportes; de Tlalixtaquilla a Tlapa, de Tlapa a Chilapa y de Chilapa a Tixtla.

 

 

Tixtla

Eladio se fijó una meta: aprender. Acudió a tomar clases de todo lo que estuvo al alcance. Aprendió guitarra, a jugar futbol, estuvo en el club de danza del colegio de Bachilleres, sin descuidar ninguna materia. Siempre mantuvo un promedio de 9.8.

 

En 2018, profesores de la escuela lo eligieron, por su disciplina, para formar parte del Club Experimental de Ciencias. Se avecinaban dos concursos: la Feria Nacional de Ciencias, en Puebla, a donde irían Ángel David y Alejandro, y necesitaban preparar a un alumno nuevo que acudiera a la Expocencias Guerrero, en Acapulco, pues ambas se celebrarían el mismo mes.

 

Eladio aceptó. Conoció el proyecto del Panel Solar Orgánico, construido con partículas de arándanos, acelgas y fresas. El proyecto le interesó. Le surgieron ideas. Lo vio como una alternativa para llevar electricidad a las comunidades donde el servicio no llega o es deficiente, como varias localidades de su municipio.

 

De Acapulco a los Emiratos

El 7 de noviembre del año pasado junto con su subdirectora, en ese entonces Brenda Mondragón, se presentaron en el puerto a la Expociencias, mientras su profesor y sus otros dos compañeros fueron a Puebla, en donde había acreditaciones para participar en Arizona. No se logró ninguna.

 

En la exposición de Acapulco el joven sabía que se darían cinco acreditaciones para concursar a nivel nacional en Michoacán, pero no se dio cuenta que había una acreditación para que sin participar en el nacional formara parte de la delegación que se iría este año a Abudabi.

 

Eladio expuso el proyecto detalle a detalle, y al término le dijo a su subdirectora: “di todo lo que podía dar, si logramos una acreditación bien, si no, ni modo, puse todo de mi”.

 

Consiguió las acreditaciones para ir al nacional. Eladio se emocionó y comunicó a su profesor vía telefónica, momento en el que supo que calificarían detalle a detalle cada proyecto para formar la delegación a los Emiratos Árabes. Acreditación que también consiguió.

 

Cuando escuchó el nombre del proyecto no lo asimiló, no dimensionó estar un día en una de las ciudades más caras del mundo. Eladio dice que lo logró gracias al apoyo de su madre, de su tía, de sus hermanos, sus amigos y de su novia Mariana.

 

La primera que supo de la noticia fue su madre.

 

¿En serio?, le preguntó dudosa a su hijo.

 

Sí, aunque aún no sé si podremos ir, respondió Eladio.

 

 

El profesor

El profesor Julio Marino Castañón utilizó sus tarjetas de crédito para comprar una motocicleta y rifarla para recaudar dinero y costear los boletos de avión.

 

Hizo gestiones para reunir otro poco para cubrir los gastos que se generaran. El hospedaje y las comidas las cubriría la delegación.

 

El profesor y los estudiantes tenían que afinar el proyecto y vencer otro reto importante: aprender inglés en seis meses y aparte costear el curso. Con gestiones, el Instituto Winsor de Chilpancingo les otorgó una beca del 100 por ciento.

 

Eladio, junto a sus dos compañeros y su profesor aprendieron inglés, lo necesario. Su exposición la debían hacer en ese idioma.

 

El pasado 20 de septiembre, sus compañeros y el profesor llegaron al aeropuerto de la Ciudad de México con sus familiares para despedirlos y desearles éxito. Eladio sintió nostalgia. Llegó solo. La distancia y la falta de dinero impidieron que su madre o hermanos estuvieran con él.

 

Eladio tenía nervios, temía que algún imprevisto, algún documento le faltara y no pudiera hacer ese viaje.

 

Durante el vuelo no pudo dormir de la impresión que le causó mirar la tierra desde las nubes. Al tocar tierra en Alemania, donde hizo escala, la impresión lo invadió. El próximo vuelo lo llevaría a Abudabi. Quería tomar foto de todo y en sus redes sociales compartirlo, pero temía lo tacharan de presumido.

 

“Ver la ciudad desde el cielo era impresionante, muy bonito. Llegamos a Abudabi. Nos fueron a traer unos árabes para llevarnos a nuestro hotel. Un buen trato. Recuerdo que ese día no dormí para nada, al día siguiente el profe me vio todo ojeroso”, cuenta Eladio aún emocionado.

 

La expo se realizó por cuatro días, sin embargo, Eladio, sus compañeros y el profesor se dieron tiempo para conocer el desierto y hacer un recorrido por Dubai.

 

 

Un nuevo proyecto

Ángel David y Alejandro egresaron del Colegio de Bachilleres este año. Ángel David estudia en la Ciudad de México relaciones internacionales y Alejandro ingresó al seminario en Chilapa.

 

Eladio tiene un nuevo proyecto con el que participará nuevamente en la Expociencias Guerrero, este 12 de noviembre, junto con su compañero Harold Amateco López.

 

Consiste en una propuesta para limpiar los mares y océanos por el derrame de materiales pétreos con lirio acuático.

 

El siguiente año, Eladio hará examen para ingresar a la UNAM y también en el IPN, en la Benemérita Universidad de Puebla (BUAP) y el Colegio Militar, a ver en cuál consigue ingresar y cumplir su sueño de convertirse en ingeniero civil.

 

 

 

 

 

 

 

Este trabajo fue elaborado por el equipo de Amapola. Periodismo transgresor. Se autoriza su reproducción siempre y cuando se cite claramente al autor.

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