Abel Manuel Bautista Raymundo

Este perfil fue elaborado por Reporteras en Guardia, un colectivo independiente y sin filiación política conformado por más de 100 periodistas, editoras y realizadoras de 24 estados de México y de su capital, entre ellos Guerrero, con la finalidad de realizar las historias de las y los periodistas asesinados y desaparecidos del año 2000 mil al 2019.


 

Texto: Juana García Sánchez / Reporteras en Guardia

12 de septiembre del 2019

 

Santiago Juxtlahuaca, 1969-2015

Asesinado con arma de fuego.

Ningún detenido.

Abel Manuel Bautista Raymundo no concluyó la primaria en su natal Santiago Juxtlahuaca porque emigró a principios de la década de 1980, junto con su familia jornalera, a los campos agrícolas de Vizcaíno, en Baja California.

En ese estado comenzó su activismo. Se integró al Frente Indígena de Organizaciones Binacionales (FIOB), fundado en 1991 para luchar por los derechos de los indígenas en México y Estados Unidos, y en 2006, cuando regresó con su familia a la Mixteca, siguió colaborando con la organización.

“Lo conocí cuando, después del movimiento magisterial y la formación de la APPO (Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca), vimos la importancia que podía tener la radio comunitaria y el FIOB invitó a talleres de radiodifusión”, cuenta Verónica Morales, ex integrante de la radio comunitaria de Santos Reyes Tepejillo.

En 2010, Abel decidió fundar y dirigir su propia emisora: Radio Spacio 96.1 FM, “Transmitiendo sentimientos, la voz de Juxtlahuaca”, en la que daba prioridad a los temas de migración y derechos humanos.

Para Jaciel Villavicencio, reportero de XETLA, “La Voz de la Mixteca”, su activismo se hizo más notable cuando creó la emisora.

“Me parecía que su discurso era beligerante”, asegura un amigo de Abel que pidió omitir su nombre, “(pero) hizo diplomacias peligrosas: entabló relación con personajes de la política local de varias corrientes dentro de la izquierda y también con partidos de derecha; por todo eso, el objetivo de la radio comunitaria, que se supone era social, se modificó en sus últimos meses. Antes de cerrar, solo era una rocola comercial”.

A las 6 de la mañana, una voz femenina daba los buenos días en Spacio 96.1, y después sonaba una barra musical de grupos locales que se alternaban con composiciones de antaño hasta las 10 de la noche. La crítica dejó de escucharse.

Abel presidía también la Asociación de Radios Comunitarias Vara 7, que en septiembre de 2014 inauguró la emisora Yucuu Coo en la comunidad de Santa María Yucunicoco, dedicada al rescate de la lengua y la cultura mixteca, y que sería operada por maestros de la Sección 22 de la CNTE. El locutor fue noticia al declarar que el 30 por ciento del costo había sido financiado por el diputado local priista Arsenio Mejía, lo que fue desmentido posteriormente por el político.

En la cuenta de Facebook de Spacio 96.1 es posible escuchar el Corrido de Abel Bautista, grabado en noviembre de 2012 por el grupo Dinastía Mendoza. Su letra lo exalta como “vocero de los mixtecos” y luchador por los derechos de los pobres.

El 14 de abril de 2015, Abel circulaba en su Tsuru blanco, antes de llegar a la estación ubicada en el barrio de San Pedro El Alto, cuando fue atacado a balazos por tres hombres. Murió de un disparo en el pecho poco antes de las 5 de la tarde. Estaba casado con Julia Hernández, y al momento de morir era padre de tres menores de edad.

Sus colegas no recuerdan a Abel como parte del gremio periodístico; lo definen como un hombre con un carácter “difícil de doblegar”, de vocabulario fluido gracias a su dominio del mixteco. Debido a su habilidad como gestor de apoyos para los indígenas, se relacionó con funcionarios, políticos y líderes de diferentes organizaciones.

Una activista y un ex compañero de la radio, que también solicitaron el anonimato, aseguran que Abel obtuvo el dinero para crear Spacio 96.1 a través de favores políticos.

En Santiago Juxtlahuaca, municipio ubicado a seis horas de la capital oaxaqueña, Abel era, para unos, “un gran locutor y persona”, y para otros, un personaje lleno de malicia y ambición.

“En una ocasión fuimos a pedirle que nos apoyara como radio comunitaria y solo dijo que no tenía tiempo de atendernos, con una actitud grosera y de mala educación”, recuerda un integrante del Patronato Promotor de la Cultura y el Deporte de Santiago Juxtlahuaca, que pidió no dar su nombre.

“Nunca fijó una posición política, siempre utilizaba un lenguaje ambiguo. Cuando perdió la vida hubo conmoción porque era un ser humano, pero (su asesinato) fue un hecho aislado del periodismo y la libertad de expresión”, agrega Villavicencio.

En el municipio de Santiago Juxtlahuaca existen alrededor de 15 estaciones de radio, que pueden ser piratas, ilegales, indígenas o comunitarias, pero ninguna opera con una concesión del Instituto Federal de Telecomunicaciones.

El tratamiento del asesinato del activista en medios estatales y nacionales sorprendió al gremio local. Artículo 19 y Reporteros sin Fronteras lo consideraron un atentado a la libertad de expresión.

El beneficio personal que obtenía Abel con el escudo de la libertad de expresión era un secreto a voces en la región, aseguran los entrevistados. Pero las organizaciones y los medios nacionales ni lo supieron ni lo investigaron.

“Nunca hizo trabajo periodístico, tampoco era crítico con los temas, es más, nunca tuvo un noticiero o algún espacio donde abordara temas culturales, políticos o de derechos humanos”, insiste Villavicencio.

“El caso continúa en proceso de investigación hasta dar con los criminales, mismo que se ha atrasado porque los testigos se niegan a dar su declaración”, explica la exvicefiscal María de Jesús Morales.

De acuerdo con habitantes de Santiago Juxtlahuaca, Spacio 96.1 cerró seis meses después del homicidio de Abel. Su familia volvió a migrar; solo los parientes cercanos conocen su paradero, pero prefieren guardar silencio.

 

 

 

 

 

Este trabajo fue elaborado por el equipo de Reporteras en Guardia y lo reproducimos con su autorización