Miroslava: La periodista que no quiso ser cómplice del silencio

Miroslava Breach vivió bajo acoso constante desde marzo de 2016, cuando comenzó a ser presionada por sus publicaciones sobre los vínculos entre grupos del narcotráfico y sus fichas en la política. Ella advirtió de sus amenazas a su viejo amigo Javier Corral, recién electo gobernador de Chihuahua, y a los encargados a nivel federal del mecanismo para proteger periodistas. El Colectivo 23 de marzo, formado por periodistas mexicanos, en colaboración con las organizaciones internacionales Forbidden Stories, Bellingcat y el Centro Latinoamericano de Investigaciones Periodísticas (CLIP), reconstruyó la trama de amenazas vinculadas a sus publicaciones, las advertencias que lanzó sobre el peligro en que estaba y las pistas que dejó en sus publicaciones antes de su asesinato el 23 de marzo del 2017 y que las autoridades no profundizaron.


 

Texto y fotografía: Colectivo 23 de Marzo y aliados internacionales

6 de agosto del 2019

 

Antes del asesinato, un auto Malibú gris merodeó por la calle José María Mata de la colonia Granjas en la ciudad de Chihuahua. Las cámaras de seguridad instaladas en la calle lo captaron seis veces entre los días 21 y 22 de marzo de 2017 cuando pasaba frente a la casa de dos pisos marcada para el crimen: era la del número 1609, con rejas cafés y un pequeño jardín en el porche Era la casa donde el 23 por la mañana fue sorprendida y acribillada a bordo de su automóvil, mientras esperaba a que saliera su hijo para llevarlo a la escuela, la periodista Miroslava Breach Velducea.

Una de las hermanas de la periodista recuerda que la tarde del lunes 20 de marzo, cuando bajaban de la camioneta guinda de Miroslava las plantas que acababan de comprar, su mirada se topó con la de un hombre que caminaba por la acera. Sintió escalofríos. Cuando se enteró del homicidio entendió que su hermana menor estuvo bajo vigilancia.

La veterana corresponsal del diario nacional La Jornada, y autora de las afiladas columnas políticas que publicaba El Norte de Ciudad Juárez que firmaba con el seudónimo de Don Mirone, se había acostumbrado a vivir bajo acoso por lo que publicaba. Nadie ha podido establecer cuántos mensajes intimidatorios recibió hasta el día de su asesinato.

El acoso más implacable comenzó un año de su muerte. Las amenazas se intensificaron después de que publicó un reportaje sobre la estrategia de un grupo criminal, Los Salazares, que intentaba mandar, ya no sólo a través de las armas, sino a través de la política en los estados de Chihuahua y Sonora.

 

Los Salazares. una numerosa familia oriunda de Chínipas, el pueblo serrano del que ella provenía, y cuyos miembros pasaron de ser simples rancheros a socios del Cártel de Sinaloa y en unos de los más buscados por la agencia antidrogas estadounidense, la DEA. Miroslava los conocía bien, porque ella nació en el pueblo serrano de Chínipas.

 

Sus amigos y familiares más cercanos habían notado que en 2017, Miroslava hablaba de su muerte más de lo normal, pero siempre restándole importancia Poco antes de su asesinato insistía en dejar instrucciones por si ella faltaba: mencionaba los seguros de vida con los que, como madre soltera, tenía protegidos a su hija veinteañera y a su hijo adolescente, hablaba de su testamento y a cuál de sus hermanas le correspondía criar a su pequeño.

En diciembre de 2016, como cada fin de año, se obsesionó con renovar las costosas pólizas de los seguros (en cuentas en dólares y en pesos) de sus hijos. Pero hizo cosas anormales como pedir una cotización en la ciudad texana de El Paso para saber el costo del blindaje de su camioneta, recuerda su hermana mayor Rosa María.

Miroslava no concretó esa medida de protección: blindar los vidrios costaría 60 mil pesos y el fin de año la había dejado con deudas. Rosa María recuerda haberle pedido a Miroslava, cuyas notas osadas ya no sorprendían a la familia, ya no les contara de sus amenazas si no iba a hacer algo para disminuir el riesgo en que vivía. Le aconsejó informar al gobernador de Chihuahua, Javier Corral, quien era un viejo amigo de la periodista.

En el expediente de la investigación que realizó la Fiscalía de Chihuahua (la número 19/2017-8019) existen testimonios de familiares y colegas que coinciden en haber notado a Miroslava un poco dispersa y nerviosa. Se ponía sensible cuando hablaba de los riesgos del periodismo o fantaseaba con retirarse del oficio para dedicarse a su otra pasión y deleite que era cocinar. Nadie dudaba que tendría éxito si se volvía chef.

Sin embargo, ella misma decía que no podría dejar el periodismo porque le enojaba la impunidad (“el silencio es complicidad”, era su mantra) y hacía planes para fortalecer su joven agencia de noticias, llamada MIR, y abrir una edición local de La Jornada, el periódico nacional donde publicaba desde hacía más de 20 años.

Desde finales de 2015 Los Salazares le habían hecho sentir que no le gustaban sus textos. Fue a partir de una nota en la que los señaló como causantes de asesinatos y del desplazamiento de más de 300 personas de Chínipas, a donde, denunció, estaban llegando sicarios. Ella estaba molesta porque ese grupo se había metido con “la gente”, entre ellos algunos ancianos muy estimados por ella que también tuvieron que huir, desplazados por la violenta disputa territorial que este grupo sostenía.

 

El 4 de marzo de 2016, Miroslava Breach y su colega Patricia Mayorga de la revista Proceso publicaron al mismo tiempo un reportaje en el que señalaban que en ocho municipios de Chihuahua los precandidatos a alcaldes del PRI (el partido que entonces gobernaba el estado y el país), y uno del PAN, tenían relación con narcotraficantes.

“Grupos del crimen organizado lograron infiltrar las listas de candidatos a alcaldes, principalmente en el Partido Revolucionario Institucional (PRI), aunque también las del Partido Acción Nacional (PAN), para las elecciones del 5 de junio en municipios serranos y en corredores de trasiego de droga”, publicó La Jornada. Las dos periodistas acordaron publicar la misma información al mismo tiempo, como una medida de protección.

Entre los municipios que se mencionaron en el trabajo periodístico estaba Chínipas. Esa denuncia provocó que se cancelara la candidatura de Juan Miguel Salazar, sobrino de Adán Salazar Zamorano, Don Adán, el patriarca fundador del grupo Los Salazares.

Miroslava comenzó a recibir “advertencias”. Primero fue a través de un pariente que tenía lazos con el grupo criminal. Después, las alertas llegaron por otros familiares que viven en Chinipas, una zona boscosa, de dífícil acceso, en donde la presencia del Estado es casi nula. Por una corta temporada Miroslava escribió menos del tema y sólo publicó una pequeña nota cuando el PRI retiró a dos de los candidatos señalados (otra era la candidata por Bachíniva, suegra de Arturo Quintana, El 80, conocido jefe regional del Cártel de Juárez). Cinco meses después Miroslava retomó sus denuncias: el 6 de agosto publicó una nota donde señaló que los responsables de los asesinatos y desplazamiento forzado de decenas de familias en el municipio de Chínipas eran Los Salazares, que estaban entonces bajo las órdenes de José Crispín, que sucedió al patriarca Adán Salazar, cuando éste fue encarcelado en 2011. “Desde finales de 2012 emprendió una limpia de presuntos enemigos en la región bajo su control”, escribió Miroslava.

Bajo su identidad de Don Mirone publicó una columna (el 10 de septiembre) sosteniendo que el alcalde de Chínipas, el panista Hugo Amed Schultz, tuvo como jefe de la policía a un familiar de Los Salazares, Martín Ramírez Medina, a quien identificaba como un criminal.

Un mes antes de su asesinato (el 20 de febrero) publicó en La Jornada y El Norte de Ciudad Juárez una nota que quizás fue su sentencia de muerte: escribió que el narco había infiltrado a Seguridad Pública Municipal (SPM) y al área de Obras Públicas de diez municipios. Entre estos, Chínipas.

“Otros directores de SPM, como el de Chínipas, Martín Ramírez Medina, fueron ratificados en el cargo con el cambio de ayuntamiento, a pesar de sus nexos con líderes criminales: es primo, en primer grado, de Alfredo Salazar Ramírez, preso por narcotráfico, y sobrino político de Crispín Salazar Zamorano, cabecilla de un grupo que opera en los municipios de Urique, Guazapares y Moris”, escribió.

 

Nadie más en Chihuahua publicó esa información. La mayoría de la prensa local había aprendido a guardar silencio mientras gobernó César Duarte Jáquez, a quien Miroslava investigaba por su enriquecimiento y sus presuntos negocios con el crimen organizado. Esto último se dio a conocer en diciembre de 2017 en la primera audiencia del juicio contra el principal sospechoso del asesinato de la periodista.

Treinta y un días después de esa nota, la rutina de Miroslava se quebró al sacar del garage su camioneta, antes de las siete de la mañana, para llevar a su hijo a la secundaria: un pistolero se arrimó a la puerta del auto y le disparó ocho veces.

 

La investigación de la Fiscalía de Chihuahua, retomada y continuada un año después por la Fiscalía Federal Especializada en Delitos contra la Libertad de Expresión (FEADLE), apuntan a que el orquestador del crimen —que actualmente espera en la cárcel su sentencia— es Juan Carlos Moreno Ochoa, alias El Larry, a quien señalan como lugarteniente de Los Salazar, Los Salazares o Gente Nueva Salazar.

En la investigación judicial, sin embargo, no se señala a alguno de Los Salazares. Tampoco a algún político.

En esa primera audiencia del juicio a Moreno Ochoa del 27 de diciembre de 2017, un representante de la Fiscalía presentó al juez un audio.  Los peritos lo habían encontrado en casa del joven que condujo el auto Malibú gris que llevó al pistolero a la casa de Miroslava, seguido en otro auto por Moreno Ochoa. El conductor era un estudiante originario de Chínipas, pariente de la familia Salazar, y está prófugo. El presunto sicario fue asesinado.

 

En la grabación encontrada en una laptop VAIO negra, una voz pregunta a Miroslava quién le pasó la información de la nota sobre el candidato de Chínipas; ella, enojada, malhablada y con el carácter fuerte que la caracterizaba respondió que ella era la única fuente, porque ella era oriunda de ese municipio. También reveló que sus familiares ya le habían advertido que podrían hacerle algo.

 

El juez y los asistentes a la audiencia escucharon lo siguiente en la transcripción de la llamada:

 

Miroslava Breach (MB): ¿Bueno?

Hombre: Hola, Miroslava, ¿cómo estás?

MB: ¿Qué hay?

H: Oye sabes te voy a platicar qué pasa para ver de qué forma nos puedes ayudar. Hay gente en el partido allá en (inaudible)

MB: Sí.

H: Me dice la raza allá de la sierra que nos están acusando de que nosotros fuimos los que soltamos el pitazo, que no fue así. Y no encontramos una forma de demostrarlo.

MB: Pero dame lugares de dónde.

H: Espérame tantito, eh (se escucha al de la voz preguntando a alguien que estaba enseguida: ¿de dónde?)

MB: ¿Qué comunidades?

H: De Chínipas.

MB: Ajá.

H: Y entonces (si) es que nosotros, entonces, (si) logramos demostrar que no fuimos nosotros no va a pasar nada. Entonces, si los reporteros que sacaron esa información afirman o me dicen que la fuente es ellos, no que me digan quién fue, pero nomás con que ratifiquen que no fuimos nosotros, con eso. Para nosotros quitarnos la bronca de esos otros güeyes encima. ¿Me explico?

MB: Pues diles, muy fácil y muy sencillo. Diles, pues, que por qué se hacen pendejos: ‘Miroslava Breach es de Chínipas’. No’más diles eso.

H: Ajá, pero ellos lo que necesitan estos cuates…

MB: No, no, no, no, que tampoco chinguen. Diles que para qué se hacen tontos: ‘Miroslava Breach Velducea es nacida en Chínipas y no va a revelar fuentes de información’. Así que, por favor, (ustedes) digan quién es y que me la echen a mí (la responsabilidad). Yo por eso firmé la nota porque yo sí tengo ovarios y porque sabía cómo están las cosas. A mí me han hablado mis tíos y me dicen que están rezando el novenario por mí, entonces, o sea, que no jueguen honestamente…

H: Pero, a ver, déjame aclararte, Miros: no me piden que reveles tus fuentes. Yo no te lo pediría.

MB: No, no, no, no, no. Pero no es que no haya fuentes, es que no hay fuentes. O sea, yo tengo cuando yo di el nombre de quién era en Chínipas.

H: Ajá.

MB: Simplemente saqué las cosas.

H: No fuiste.

MB: Esto fue lo que sucedió. Así de sencillo. ¿Pues qué creen que estoy tonta, manca, pendeja o de qué se trata? Así es, diles: ‘Soy fuente: Miroslava Breach conoce Chínipas y cada piedra que es de ahí, y sabe quién era el personaje’ (se refería a Juan Salazar, el candidato).

H: Ya entiendo. Entonces no es que haya una fuente de que alguien fue y te dijo.

MB: Claro que no. Claro que no. Cuando yo vi la lista de candidatos y me puse a reportear, por eso reporteé Chínipas, Buenaventura, y una serie de cosas. Así estuvo la cosa y diles: ‘Fue Miroslava Breach’. Y que se avienten su boleto si quieren.

H: Entonces, ¿tú nunca te juntaste ahí con la gente ni con el presidente municipal?

MB: ¡Con nadie, absolutamente con nadie! Yo soy de Chínipas y sé de quién se trataba (el candidato).

H: Ah, ya entiendo. Así se la voy a comentar a ellos.

MB: Así coméntaselos. Ellos saben lo que pasa, es que todo mundo anda zurrado. Te digo que mis tíos me han hablado.

H: Pues sí, les han advertido que se los van a chingar.

MB: Pues sí, pues les han advertido, pero que les digan: ‘¿Te quieres chingar a alguien? Chíngate a la reportera, ya sabes quién es’. Y que se meta conmigo. Sabe perfectamente, yo por eso firmé la nota.

H: No, Miroslava, pues ahí está todo, con eso es más que suficiente.

MB: O sea, yo por eso firmé la nota, porque sabía. Yo tengo primos, tengo tíos en Chínipas, y que sepan directamente que fui yo y que nadie más me lo dijo. Los conozco de toda la vida.

H: Bueno, está bien.

MB: Así de sencillo, así de directo.

H: Lo que pasa es que sí andan preocupados. Sí andan muy preocupados porque allá tienen la percepción de que fue alguien de ahí; el presidente municipal.

MB: No, no, pues así cántaselas directas, yo te insisto. A mí mis tíos me han hablado, unas de ellas me habló llorando porque la presión ha estado de la chingada. Pero por eso le dije ‘tía, yo por eso firmé la nota porque sé de qué se trata y saben que soy de Chínipas’.

H: Ajá.

MB: Allá nací, mi familia es de allá.

H: No, pues está bueno, Miros. Pues muchas gracias. Yo así les comento.

MB: Entonces así coméntaselos y diles que lo que ellos no tienen a mí me sobra.

H: Así se los voy a decir.

MB: Así dícelos.

H: Jajaja.

MB: Que porque el silencio es complicidad y eso es lo que ha generado todo este desmadre.

 

En esta audiencia de inicio del proceso contra Moreno Ochoa se supo que el hombre de la voz era Alfredo Piñera, vocero del PAN en el estado, el partido del actual gobernador. En su declaración, Piñera confesó que grabó a Miroslava –y también una segunda llamada que hizo a la corresponsal de Proceso preguntándole lo mismo-, porque tiene una aplicación que graba todas las llamadas, y que entregó los audios al alcalde panista de Chínipas, Hugo Amed Schultz Alcaraz, quien le había pedido su ayuda para sacudirse la presión de Los Salazar.

A su vez, en su declaración, el ya exalcalde Schultz dijo que entregó los audios a la gente de El Larry porque consideró que era la única manera de convencerlos de que él no había filtrado la información que había frustrado la candidatura de Juan Salazar, por el PRI, el partido opositor.

Las notas de prensa surgidas esos días no tardaron en mencionar que la misma Miroslava había acusado a Schultz en su columna del 25 de noviembre del 2016 de ser “emisario del narco” y de “amedrentar a periodistas”.

 

La revelación del audio fue un escándalo nacional. También lo fue que tanto Schultz como Piñera fueran considerados por la Fiscalía de Chihuahua como testigos con identidad reservada y no como sospechosos.

El Colectivo 23 de Marzo —creado por un amplio grupo de periodistas mexicanos, con el objetivo de investigar el asesinato de Miroslava, junto con las organizaciones periodísticas internacionales Bellingcat, Centro Latinoamericano de Investigación Periodística (CLIP) y Forbidden Stories — tuvo acceso a la carpeta de investigación. Ahí es posible encontrar testimonios que coinciden en señalar que desde la publicación de la nota sobre las “narcocandidaturas”, la periodista recibió la llamada de un familiar que le advertía que no tocara el tema y que le pasara el mismo mensaje a la corresponsal de Proceso.

No fue la única advertencia. El sacerdote de Chínipas, el Padre Gilberto Velducea, pidió a Miroslava y a Patricia que dejaran de cubrir esas noticias cuando lo conocieron en una reunión diocesana en el pueblo turístico de Creel, Chihuahua. El sacerdote ya no vive en Chínipas y no fue posible encontrarlo.

Para entonces, Miroslava y Patricia habían acordado publicar algunos temas intocables, como la narcopolítica, al mismo tiempo y en medios nacionales como medida de protección; Chihuahua no era seguro para el periodismo. El saldo hasta 2017 era de 21 periodistas asesinados en el estado; al menos cuatro se habían exiliado para salvar sus vidas, entre ellos Alejandro Gutiérrez, amigo de Miroslava y anterior corresponsal de Proceso. El gobierno de César Duarte (hoy prófugo de la justicia) tenía un control férreo sobre los medios de comunicación y presionaba para que se publicara sólo lo que fuera de su agrado.

 

Desde la grabación de la llamada —que según Mayorga fue el 22 de junio y según Piñera el 6 de mayo— pasaron meses hasta que –según la versión oficial- “apareció” en una computadora en la escena donde se presuntamente se planeó el crimen. El 26 de mayo el alcalde Schultz, de Chínipas, mandó un comunicado a los medios negando vínculos de la delincuencia organizada con funcionarios, y explicando que el municipio había estado en paz durante la Semana Santa. Lo hizo en respuesta de un reportaje publicado por Mayorga en Proceso en el que denunciaba que sicarios obligaban a la gente a sembrar drogas, por lo que continuaba el desplazamiento forzado.

Un video filmado en Chínipas por esos días, en Semana Santa, muestra al popular cantante en la región, Alfredo Rosas, dando un concierto y dedicando un corrido en honor a Alfredo Salazar Ramírez, alias El Muñeco, preso desde 2012 y quien está amparado contra una petición de extradición de las autoridades estadounidenses.

Este Colectivo buscó a Piñera y a Schultz. El primero dijo que no declararía; el segundo no respondió a las peticiones de entrevista que se le hicieron llegar.

 

No podía callar

“En todos sus cuadernos de la escuela veías la palabra Libertad”, dijo en el primer aniversario del asesinato su hermana mayor, Rosa María. “La marcó esa palabra (…) en todas sus investigaciones que hacía, veía esa defensa por la libertad, por los derechos de las personas”.

 

Tiene una anécdota: Contó que primero estudió Biología Marina, y se mudó a Baja California Sur, y allá conoció la carrera de Ciencias Políticas. Cuando explicó a su madre que quería cambiarse de carrera le dijo: “Mamá, desde aquí yo puedo ayudar a más gente. Aquí puedo combatir la corrupción, puedo denunciar todos los abusos que se hacen y así tener una mejor sociedad”.

Empezó a escribir en el periódico universitario.

 

A Miroslava se le reconocía por su rigor. “Para cuando Miros publicaba algo era porque lo tenía bien seguro y ella siempre decía: ‘A mi nadie me va a poder desmentir lo que diga’. Cuando le preguntábamos ‘¿para qué tanto, Miroslava… ir a la sierra y dedicarte tanto a eso, para qué? Si puedes tener la información de segunda o tercera mano y aun así es buena información’. ‘No’, decía, ‘nadie me va a decir nada que sea mejor de lo que yo pueda ver, nadie me va a dar una información mejor de lo que yo puedo conseguir y corroborar’”, recordó Rosa María. La recuerda abriéndose espacios en reuniones familiares para redactar sus notas y cumplir a tiempo.

Miroslava era casi una leyenda entre los periodistas de Chihuahua. Era una diva humilde, la describió una colega. Era de carácter fuerte, bronca y malhablada. Seleccionaba bien a sus amigos, algo que no la hacía popular entre el gremio: no hablaba con periodistas que consideraba faltos de ética, despreciaba a los políticos aduladores (regresaba siempre los regalos que le hacían), publicaba notas que pocos se animaban a escribir, era muy buena analista política y tenía una pluma afilada y temida entre la clase política.

Para 2015 heredó la columna Don Mirone que durante años había realizado a cuatro manos con su amigo y colega Manuel Aguirre. Para ella no había tema intocable. Estudió Ciencias Políticas en La Paz, Baja California Sur, lejos de su familia, pero hizo su carrera profesional en Chihuahua, a donde regresó en 1995 con su hija pequeña. Allí cubría denuncias de violaciones de derechos humanos, especialmente casos de violencia en contra de las mujeres o de despojo de tierras de los pueblos indígenas de la Sierra Tarahumara.

Le gustaba ir conduciendo su camioneta por la sierra, aunque en los últimos años la región era campo de batalla de grupos criminales en su disputa por las rutas de la droga. Dos fotógrafos recordaban su afición por la velocidad; cuando veía a sus pasajeros asustados se burlaba y les decía que era mejor morir en pedacitos. Algunas veces nadie quería acompañarla y se iba sola en su camioneta.

En las fotos de sus coberturas a comunidades indígenas se le ve cargando niños, amasando tortillas, haciendo ladrillos de barro sobre el piso, montada a un tractor o tomando testimonios en asambleas comunitarias.

 

La periodista Olga Aragón, una de sus mejores amigas, con quien coincidió en El Diario de Chihuahua, y en la revista independiente Aserto, la recuerda en 1996 en la sala de redacción escribiendo sus crónicas “al tiempo que arrullaba sobre sus piernas a su entonces pequeña hijita Andrea, quien dormía en su regazo mientras ella concluía otra extenuante jornada”. En una nota publicada en La Jornada tras el asesinato la describió como muy buena madre, mujer y periodista. “Sus estudios en ciencias políticas enriquecieron, sin duda, su capacidad analítica, especialmente como columnista, donde desarrolló un estilo muy personal de elegante sobriedad y sutil mordacidad”.

Investigó por dos años el enriquecimiento del gobernador priista saliente César Duarte, y fue la primera que dio a conocer la triangulación de fondos a través de Banco Unión Progreso, un banco creado por él donde se depositaba dinero público. En 2010 Miroslava se volcó en el caso del homicidio del abogado defensor del ejido rarámuri de Baqueachi. Había sido asesinado en represalia por un litigio que había ganado, y que obligaba a terratenientes a regresarles sus tierras a los indígenas despojados.  De ahí, la periodista forjó una amistad entrañable con la viuda del abogado. También se volvió defensora y amiga de la comunidad, a la que ayudó a formar una biblioteca.  Planeaba llevarles chivos para que tuvieran otras fuentes de ingresos. Miros, como le decían, era para ellos una “chabochi” (mestiza en rarámuri) aliada y amiga que tenían como invitada especial en sus fiestas.

 

Desde 2004 Miroslava seguía el rastro a la infiltración electoral de los grupos criminales. Al momento de su asesinato –como reveló La Jornada- estaba investigando la perforación ilícita de pozos de agua y la compra de equipos de alta tecnología para riego en al menos nueve municipios de la entidad, todo ello como parte de una operación de lavado de dinero del narcotráfico.

Denunciar la narcopolítica era peligroso en un estado que encabezaba las listas por número de asesinatos, y de impunidad, desde la declaración en 2006, por el gobierno de Felipe Calderón, de la estrategia de seguridad de la llamada “guerra contra las drogas”.

Miroslava había cubierto los asesinatos de un abogado cercano y su fuente de información (Miguel Etzel Maldonado), de líderes indígenas, ambientalistas y defensores de derechos humanos como el abogado del ejido rarámuri de Baquéachi, pueblo al que acompañó documentando su lucha por recuperación de tierras. Cubrió el caso de una madre que pedía justicia por el asesinato de su hija (Marisela Escobedo) y fue abatida a las puertas del Palacio de Gobierno. Allí mismo las organizaciones sociales colocaron un monumento llamado la Cruz de Clavos, pidiendo justicia por todos los asesinatos de mujeres, incluso –después- el de Miroslava.

“Miroslava decía que ella tuvo que escribir sobre crímenes cuando la nota política se convirtió en nota roja”, recuerda una periodista que trabajó con ella, a quien Miroslava entrenó, y con quien vivió en Juárez cuando fue jefa editorial de El Norte.

La percepción general en su entorno es que no hablaba de las amenazas que le hacían para no asustar a sus hijos o a su familia. Las manejaba como si fuera algo normal en su vida. “Sólo a veces se guardaba en casa unos días”, recuerda la misma periodista.

Chihuahua ya destacaba en la nota roja: estado fronterizo con Texas, desde los años 80 se hizo famoso por el hallazgo del primer plantío industrial de marihuana (el rancho de Búfalo); una década después por las imparables desapariciones y asesinatos de mujeres jóvenes de maquiladoras, los hallazgos de las primeras fosas en viviendas y por ser territorio controlado por el narcotraficante Amado Carrillo, alias El Señor de los Cielos, fundador del Cartel de Juárez. En 2010 y 2011 Ciudad Juárez fue la ciudad más peligrosa del mundo.

 

Una muerte cantada

Cuando se supo de su asesinato, hubo tantas y tan variadas hipótesis sobre quién habría ordenado su muerte, como enemigos se había ganado Miroslava por sus notas.

En el expediente de su asesinato quedó constancia de ello: (Para protegerlos la Fiscalía le otorgó seudónimos a cada declarante).

“[Miroslava] era una persona consciente de que el medio en que se movía, por las diversas cuestiones que estaba tocando podían resultar incómodas o afectar los intereses de ciertas personas, que eso le podía generar represalias. Pero también tenía claro cuál era su responsabilidad como periodista”: Testigo Mila, familiar.

“Era una persona muy firme en sus decisiones y en su carácter. Defendía mucho sus ideales, fuera quien fuera el personaje”: dijo Silver, un familiar, quien reveló: “Estuvo recopilando y documentando información relacionada con las actividades ilícitas realizadas en la administración pasada, así como la relación con los nexos con el narcotráfico. Así como las propiedades ilícitas que había comprado el gobernador (César Duarte) y todos sus allegados”.

“Tenía documentado todo el enriquecimiento ilícito del gobernador César Duarte y de la relación con el narco que tenían varios políticos, que iba a ir sacando poco a poco reportajes, me comentó que tenía información de la relacií¡ón minera que tenían los narcos con los gobernantes y gente de gobierno”, testigo sin seudónimo. La persona que dio ese testimonio recuerda que, como medida de seguridad, Miroslava compró diferentes bandas anchas en otros estados del país para hacer búsquedas por internet sin que sus datos quedaran registrados en los portales que visitaba.

“Comentó que el presidente municipal de Chínipas estaba relacionado con el crimen organizado en dicha región serrana, los que mencionaba ligados a esas actividades, los integrantes eran de la familia Salazar, y también hizo publicaciones de un sujeto del crimen organizado de la zona serrana que apodaban El 80”: testigo Monge, colega.

El testigo Jaguar declaró: “Escribió sobre los vínculos entre política y narcotráfico, corrupción, desplazamiento en la sierra, abusos contra las mujeres, la tala clandestina (…) En pláticas personales hablaba sobre la situación en Chínipas, sobre Los Salazar, un grupo de narcotraficantes que tenían dominados directamente a los pobladores, donde referían que estaban cansados con la manera en que estas personas se conducían en el pueblo, por las amenazas, extorsiones, homicidios y narcotráfico”.

A todos les llamó la atención la nota sobre los narcocandidatos, y sobre los directores de policía municipales impuestos por narcotraficantes.

“Los pobladores (de Chínipas) le manifestaban que estaba tomado el pueblo por grupos del crimen organizado”: Aries, periodista quien agregó: “Siempre proporcionó la información al último momento, antes de la publicación, para evitar la fuga de la información”.

“Señalaba que miembros de la delincuencia estaban presionando a los líderes partidistas de la región para que postularan candidatos impuestos por ellos. Incluso, advertían a los ciudadanos que sólo habrían esos candidatos que ellos apoyaban”: Casio, funcionario.

En los testimonios comenzó a salir a flote la presión a la que estaba sometida.

 

Los Salazares, viejos conocidos

Como dijo la misma Miroslava en la llamada con Piñera: ella sabía quiénes eran Los Salazares. Habían nacido en el mismo pueblo y allí montaron su base de operaciones. Según el expediente judicial contra Adán y Alfredo Salazar, desde allí controlaban el tráfico de drogas a Estados Unidos.

Tras la muerte del padre de Miroslava, la familia Breach se mudó a Navojoa, Sonora, una ciudad cercana al pueblo. Allá también Los Salazares (como ella los nombraba, conocidos también como Los Salazar o Gente Nueva Salazar) expandieron sus negocios ilegales y asentaron sus familias.

El 27 de agosto de 1999, Breach publicó su primera nota sobre los abusos de los narcotraficantes de la Sierra Tarahumara y mencionó Chínipas. Basada en una denuncia de organizaciones de defensa de derechos humanos y rarámuris en esta señalaba “a los narcocultivadores que aterrorizan (…) cometiendo homicidios, torturando y quemando viviendas de las comunidades indígenas para obligarlos a trabajar en la siembra de mariguana y amapola”.

“Llegan a las zonas más intrincadas de la Sierra Tarahumara, narcotraficantes de otros estados y a la fuerza se apoderan de las parcelas propiedad de los indígenas para establecer en ellas las siembras de enervantes, obligándolos a trabajar en los predios hasta la cosecha –escribió-. (Lo hacen) ante la pasividad de elementos de la Policía Judicial del Estado y de las autoridades municipales”.

Chínipas es un municipio chihuahuense enclavado en la Sierra Tarahumara, cuya actividad económica, educativa y el sistema de salud, depende más de jurisdicciones de Sonora que de Chihuahua. Es un lugar estratégico para la siembra y trasiego de droga pues queda en el límite de dos estados fronterizos con Estados Unidos.

En 2000, entre la columna Don Mirone, cuya autoría aún compartía con su amigo el periodista Manuel Aguirre, y en sus notas de La Jornada, Miroslava mencionó seis veces a Adán Salazar Zamorano, a quien describió así: “otro presunto narcotraficante cuya fama pública trasciende al convertirse presuntamente en el principal productor y comprador de droga en la zona serrana de Chihuahua”.

El 10 de octubre cuestionó que ese hombre que se decía empresario fue detenido en la ciudad de Chihuahua y dejado en libertad a pesar de que le encontraron armas de uso reservado para el Ejército e incluso, recibió una carta de no antecedentes penales.

El 19 de septiembre de 2004 publicó sobre un atentado que sufrió ‘Don Adán’ en un fraccionamiento de lujo de la ciudad, en una de sus tantas propiedades, del que lo salvó su escolta de hombres armados. Entonces mencionó que financiaba campañas políticas.

“Ese narcotraficante es nada más y nada menos que ‘Don Adán Salazar’, como le dicen los presidentes municipales de Chínipas, de donde es oriundo, y donde se le conoce por el fuerte financiamiento que otorga a las campañas políticas de los candidatos a presidentes municipales y diputados de aquella región. Los presuntos sicarios detenidos con un arsenal, son en su mayor parte originarios de Guazapares y Urique, donde Adán Salazar tiene un importante coto de poder, al igual que en Chihuahua, donde cada vez es más evidente que goza de la protección policiaca”, escribió.

Luego denunció en una nota la participación de los grupos del narcotráfico en las elecciones: mencionó a alcaldes, incluido el de Chínipas, “con relaciones peligrosas”; que los grupos armados movilizaban a electores para que votaran por sus candidatos; que las autoridades municipales brindan protección a los narcos y el quiebre del tradicional sistema de partidos influido por el dinero que inyecta el tráfico ilícito de drogas.

En 2005, 2007 y 2008 insistió de distintas formas con lo que pasaba en la región, fuera mencionando la protección política recibida por Los Salazar, o los vínculos del alcalde, o la inconformidad por la inauguración de la mina Palmarejo en el municipio, encuadrada en lo que llamó “la fiebre del oro” en la sierra. También consignó en una nota la aparición de una narcomanta del Cartel de Juárez donde acusaba a Adán Salazar Zamorano y su hijo Alfredo Salazar Ramírez, de ser los fundadores del Cártel de Sinaloa en Chihuahua y de haber operado impunemente por 10 años en la capital. Ella mencionó en sus notas cómo prosperaron en los sexenios de dos gobernadores priistas.

En 2005 el clan de Los Salazar ya había sido investigado como sospechoso de haber cometido la primera desaparición de un periodista en México: José Alfredo Jiménez Mota, del periódico sonorense El Imparcial, quien había escrito sobre los capos que controlaban el tráfico de drogas en Sonora, y el apoyo que recibían de funcionarios. Aún hoy, 14 años después sigue desaparecido.

En el cateo a viviendas relacionadas a Los Salazar en Sonora, en la búsqueda del joven reportero, fueron encontradas fosas –según la investigación periodística llamada Proyecto Fénix-, y un zoológico en un rancho de Navojoa. Tres personas consultadas para esta serie afirmaron que esa familia aún tienen leones, y –según el dicho popular- los usa para desaparecer personas.

En 2010, Miroslava siguió con el tema de la infiltración de los grupos del narcotráfico en la política. Publicó que “candidatos piden permiso al narco en Chihuahua para hacer campaña”, y dijo que la Sierra Tarahumara es una “tierra sin ley” de la que se apoderaron grupos criminales, entre ellos el de Alfredo Salazar, a quien señaló como responsable de la primera masacre del país en el periodo de la llamada “guerra contra las drogas”: la masacre de Creel, ocurrida en 2008, cuando fueron asesinados 12 jóvenes y un bebé.

Para 2011, sus notas fueron más direccionadas. Denunció la llegada “a bordo de avionetas”, de grupos criminales “aparentemente provenientes desde Sonora”, para abrir una nueva ruta de droga. “Sólo en murmullos se menciona el nombre de Alfredo Salazar Ramírez, ligado al cártel de Sinaloa, como responsable de la operación logística para sacar cientos de toneladas de mariguana que se quedaron varadas en ranchos y comunidades”, escribió Miroslava el 18 de septiembre. Ese año la Policía Federal capturó a Don Adán, el patriarca de la organización, en la ciudad de Querétaro, en el centro del país.

 

En 2012 reportó que por amenazas de gente dedicada al narcotráfico no se pudieron instalar casillas electorales en puntos de la sierra y que en poblados del municipio de Chínipas, la gente había sido obligada a votar por candidatos del PRI. También que el grupo de Los Salazares, y otros grupos, tenían retenes en los caminos serranos.

En todos estos años de denuncias, no se supo de amenazas a Miroslava. Pero en 2015 algo cambió.

La primera llamada intimidante de la que se tiene registro vino después de que publicara una historia sobre 300 familias que habían sido forzadas a huir en Chínipas. Decía que sicarios llegados por tierra y en avionetas buscando a Los Salazares habían aterrorizado a la gente. También daba cuenta de lo que la gente del municipio afirma hasta ahora: que sus llamadas son interceptadas. Bajo el seudónimo de Don Mirone, Breach acusó al grupo de Alfredo Salazar de actuar “con la complacencia de los policías estatales y los militares destacamentos en esos lares”.

La siguiente nota fue sobre los narcocandidatos. Ésa no se la perdonaron: esa misma semana recibió una llamada de advertencia.

“Posteriormente a eso, el presidente municipal de Chínipas, contactó a Miroslava para decirle que El 80 quería hablar con ella, para que le bajara a sus notas”, dijo la testigo con identidad protegida Mila, a la Fiscalía. “Esto me lo platicó directamente a mi persona hace aproximadamente un año. Después la volvieron a amenazar señalándole que no se parara en la sierra porque la iban a matar, mas ella seguía escribiendo respecto a los carteles de la sierra, dando nombres, notas que se pueden consultar en las noticias”.

Esta declaración causó polémica en la audiencia oral del juicio a El Larry en diciembre de 2017, ya que Schultz vive en la zona de influencia de Los Salazar; El 80 controlaba otra región diferente y alejada. 

En las declaraciones ante la justicia los entrevistados difícilmente identifican fechas. Este Colectivo realizó entrevistas para corroborar con cuatro familiares cercanos y una docena de amigos y colaboradores cercanos, pero es difícil establecer la cronología.

En la audiencia se supo que el testigo Venancio (familiar de Miroslava) declaró que “en una ocasión escuchó que a la víctima le hablaron por teléfono una persona, diciéndole que de parte de un grupo de personas que cancelara una nota periodística… y ella les colgó.”

Miroslava comentó a Patricia Mayorga – quien habló desde el exilio para este reportaje – que familiares le comenzaron a pedir que dejaran de escribir de la violencia. “Dimensionamos (esas llamadas) como una incomodidad natural de las familias que se preocupan cuando publicamos alguna nota delicada. Las llamadas eran de gente conocida de Miroslava y por lo tanto, era una reacción normal para nosotras”, explicó a este Colectivo. Lo que notó que más le mortificaba es que usaran de mensajeros a sus familiares serranos, y el miedo que estaban pasando.

El 5 de junio de 2016, Javier Corral ganó la elección a gobernador de Chihuahua. Miroslava ansiaba el cambio de gobierno. Javier Corral -quien había sido periodista antes de ser político-, era amigo de Miroslava y de un grupo de reporteros críticos reconocidos en esos años por sus investigaciones periodísticas, pero poco a poco habían ido saliendo del Estado; un par se hicieron funcionarios con el nuevo gobierno que prometía un cambio.

Como la gente seguía buscándola para contarle lo que pasaba, el 6 de agosto, Miroslava volvió al combate y publicó que los narcotraficantes desterraban a gente de sus viviendas: “El asesinato de familias completas y el desplazamiento forzado que ocurre en Chínipas, ubicado en la parte baja de la sierra Tarahumara –en los límites con Sonora y Sinaloa–, es un botón de muestra de la situación general que prima en la sierra. Desde finales de 2012, la banda delictiva Los Salazares, comandada actualmente por Crispín Salazar Zamorano, emprendió una limpia de presuntos enemigos en la región que tiene bajo su control”.

 

Las amenazas que nadie atendió

El día que asesinaron a Miroslava, el gobernador Corral admitió en una conferencia que ella le había comentado de sus amenazas, pero dijo que fue dos años antes.  No quiso mencionar quién era la fuente de la amenaza, tampoco fue citado a declarar al respecto.

“Hace dos años me mostró mucha preocupación por mensajes de amenazas que se le estaban haciendo llegar por motivos de la publicación de reportajes que todos conocemos que ella publicó junto con otra compañera periodista de Chihuahua y que frontalmente tocaron estructuras del crimen organizado (…) Ahora como gobernador (…) nunca me comentó, Miros, que tuviera una amenaza, una advertencia”, dijo el mandatario.

Informó que la principal línea de investigación sería su trabajo periodístico acumulado. “Miroslava denunció frontalmente a bandas del crimen organizado, como actos de corrupción en el estado de Chihuahua, y ese trabajo es por ahora nuestra principal línea de investigación”. Dos días después declararía a la revista Proceso que la línea a seguir sería la narcopolítica.

Las hermanas contradicen la versión del gobernador acerca de que no estaba enterado. En su declaración una de ellas dijo: “Existe una conversación entre ella y el gobernador electo Javier Corral, en la que le advertía que estaba siendo víctima de amenazas consistentes: (le dijeron) ‘que se dejara de meter en asuntos que no le importaban, que no hiciera comentarios de los narcopolíticos porque sino iban a matar a sus hijos, a su familia y al final a ella para que viera lo que estaba haciendo con sus comentarios’”.

Cuando se cumplió un año del asesinato, en la conmemoración que se hizo en la Cruz de Clavos, su hermana Brisa Guadalupe dijo a la prensa que en el celular que se llevó de la escena del crimen la Fiscalía, se habían perdido las pruebas. “Había también un mensaje de texto donde le avisaba (a Corral), pero ese se perdió cuando recogieron sus teléfonos el día del suceso”.

 

Eso mismo, en los eventos conmemorativos por el aniversario, Rosa María dijo: “(Miroslava) me dijo que si le pasaba algo yo iba a saber que era a raíz de eso, aquí va a estar en mi teléfono (…) Hubo más amenazas y ella los grabó, esas grabaciones debieron haber estado en su teléfono. Cuando ella estaba ahí en la camioneta (muerta) nos pidieron sus teléfonos, las computadoras y no tuvimos ningún pensamiento adverso, en ese momento estás en estado de shock y no piensas en hacer un respaldo antes y les entregamos todo lo que teníamos. Que yo sepa jamás aparecieron esas grabaciones”.

En el expediente no están consignados dichos mensajes, o la información que tenía en su computadora y los discos duros que recogió la Fiscalía. El titular de la FEADLE no respondió a la pregunta sobre esos archivos; el Fiscal del Estado no contestó a la insistente petición de entrevistarlo para esta investigación.

“Corral fue informado, en algunos casos detalladamente, de las amenazas en contra de ella y de otra periodista; primero en septiembre de 2015, luego en marzo de 2016, después en agosto cuando ya era gobernador electo y por último en octubre cuando ya fungía como jefe del ejecutivo”, escribió la periodista Olga Aragón quien se entrevistó con amigos y familiares durante el funeral.

Este Colectivo consiguió la captura de pantalla de una conversación que Miroslava tuvo con una colega, vía Whatsapp, el 12 de agosto de 2016, en la que le cuenta que informó a Corral de sus amenazas.

 

“Me llamó Corral el viernes pasado, en muy buena postura frente al tema que hablamos. Dijo que no me preocupara, que él tomaría cartas en el asunto con el alcalde de Chínipas”, escribió Miroslava la conversación.

Su interlocutora le respondió: “Qué bueno. Que calmen el tema en lo político”

“No sé si lo haga”, respondió MIroslava, “pero al menos se mostró sensible, hace la diferencia”.

El 10 de septiembre, un mes después de que Miroslava habló con Corral,  en su muy leída columna Don Mirone publicó un duro comentario sobre Schultz: “Los pobladores de los pueblos serranos han aprendido que siglas políticas van y vienen, intercalando alcaldes del PAN y del PRI sin que cambien las condiciones de inseguridad, violencia y sin tocar el control territorial, la influencia económica y política que tienen los narquitos regionales. Hay alcaldes que hasta les sirven de mandaderos, para botón de muestra ahí está el presidente municipal de Chínipas, Hugo Schultz Alcaraz, que últimamente anda muy activo actuando de intermediario”. En cuanto acabó su mandato como alcalde fue invitado a integrarse al gobierno de Corral.

Después vino el reportaje sobre la violencia en Chínipas. Las repercusiones llegaron hasta Sonora, desde donde un conocido la advirtió que el viejo Crispín la estaba buscando. “Como en octubre o noviembre del año pasado, nos hicieron llegar, sin recordar específicamente los medios, un mensaje en que se dice que el señor Crispin, o el Jefe Salazar, hermano de Adán Salazar, estaba muy molesto con la periodista Breach, por los reportajes y publicaciones que a últimas fechas realizó sobre las actividades que se hacían en Chínipas”, indica un testimonio anónimo.

Cuando una de sus familiares que se enteró del mensaje del viejo capo le preguntó qué iba a hacer a lo que Miroslava respondió: “qué voy a hacer, alguien tiene que decir las cosas”.

Miroslava advirtió en diferentes espacios de los riesgos que corría, pero no hizo una denuncia formal. Sus colegas más cercanos –algunos de la agencia MIR- sabían que ella no creía que los periodistas debían tener un trato especial o victimizarse.

Una vez habló públicamente de sus amenazas, fue el 12 de octubre de 2016, en una reunión del Mecanismo Federal de Protección a Defensores de Derechos Humanos y Periodistas en la ciudad de Chihuahua, a la que acudieron periodistas, defensores y enviados de la Secretaría de Gobernación.

Ella contó las dificultades de ejercer periodismo en el Estado, y las represalias sufridas por la nota de la infiltración electoral de grupos del narcotráfico. Sus puntos de vista quedaron plasmados en el documento final. En esa reunión se habló de la necesidad de activar un plan de alerta que, según se prometió, sería presentado al Gobernador del Estado.

En el borrador del texto, en la relatoría se lee en el apartado número 6: “Amenazas. Por notas sobre: candidatos narcos, sustituyeron a dos candidatos”.

Entre los riesgos  enfrentados dejaron registrado lo siguiente: “Recibir amenazas directas, por terceros, oral y vía telefónica por lo que se escribe al respecto. Crimen organizado reacciona a una nota de manera inmediata. Se presenta en el medio del periodista y amenaza al medio automáticamente (…) (…) Corresponsales que lo manejan como tema de cobertura asumen los riesgos”.

 

Otro de los orígenes de las amenazas para defensores y periodistas era la cobertura de megaproyectos y proyectos extractivos.

En la reunión, además de los funcionarios, estuvieron presentes defensores de derechos humanos que ya participaban en el equipo de transición de Corral y que se convertirían en funcionarios. El diagnóstico final fue presentado en el Estado un mes antes del asesinato de Miroslava: los encargados del Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas le dieron una copia al gobernador Corral, a miembros de su gabinete, al subsecretario de Gobernación federal Roberto Campa y a los periodistas y defensores. En este documento estaba implícitas las amenazas recibidas.

No se sabe el efecto que pudieran haber tenido las gestiones de Corral ante las amenazas que le reveló Miroslava, pero en el Don Mirone del 25 de noviembre del 2016 ella mencionó a Schultz, quien por entonces se estrenaba como coordinador de educación indígena en la zona serrana, como “emisario” del narco y amedrentador de periodistas. Una familiar cercana recordó en entrevista con este Colectivo que Miroslava se había topado con Schultz en los pasillos de Palacio de Gobierno. Estaba muy enojada.

En diciembre, Miroslava comenzó a decir a sus familiares y amigos que la situación en el estado iban a empeorar, y advertía que matarían a un periodista, y que podría ser ella. En enero solicitó la cotización para blindar su camioneta.

“Comentó que venía muy dificil el 2017, en cuestión de dinero, de política, todo lo referente al estado”, declaró a las autoridades una testigo. “Me explicó que ahora que había ganado Corral se iba a poner muy dificil, porque en su gobierno habia mucha gente del anterior, y que Duarte se estaba blindando para que no lo fueran a cuestionar; que Corral iba a estar atado de manos; que la cosa se iba a poner muy cabrona referente al narco y a la violencia” Entonces dijo la testigo que Breach le habló de “la intenciónera desestabilizar al gobierno de Corral” y de nuevas amenazas contra ella.

Una hermana dio un testimonio similar. “Se van a poner cabronas las cosas”, declaró que le dijo Miroslava. “y señaló  que había una lista en la que iban a matar a 3 ó 4 periodistas, y que su nombre estaba entre ellos”.

Otra persona cercana a ella declaró además que Miroslava le dijo “que estaba molesta ya que le había entregado información a Corral del gobierno anterior durante su campaña, le habia proporcionado informacion de su investigación y que no la había usado, y estaba más molesta, como decepcionada, porque era información valiosa”. Era, según se pudo confirmar con la testigo, la investigación sobre las propiedades de Duarte.

A una persona conocida de Miroslava le dijo que un funcionario de gobierno (no supo quién) le hizo llegar una advertencia e insinuó algo sobre sus hijos. Un familiar le pidió que denunciara la situación a la FEADLE, lo que provocó la molestia de Miroslava.

La periodista Patricia Mayorga escribió en una nota para Proceso, publicada el primer aniversario luctuoso, que desayunaron juntas el 1 de febrero. A este Colectivo le dijo que en ese encuentro Miroslava le informó esa vez que “las llamadas continuaron, su familia de Chínipas estaba preocupada porque las publicaciones continuaron”. En esa ocasión la vio triste, se preguntaba si valía la pena arriesgarse o si debía abandonar el periodismo, mencionó el caso de un diputado federal que acababa de morir y que al menos él si había dejado dinero a su familia, fantaseaba con dedicarse a cocinar, pero ella misma se respondía que no podía hacerlo, porque si abandonaba no podría ver de frente a sus hijos.

El 18 de febrero comentó irónica en su columna sobre “el orgasmograma en Palacio”, refiriéndose al escándalo sobre una denuncia por la infidelidad del gobernador. Aunque sus subalternos dicen que ella pidió en El Norte que no se cubriera el tema porque era de índole privado y podía ser peligroso.

El 20 de febrero publicó una nota frontal contra los grupos armados: “Infiltra el narco gobiernos municipales en Chihuahua”, basada en un informe de inteligencia y de la Fiscalía. Aunque había acordado publicarlo junto a Proceso, por alguna razón se adelantó. En ésta mencionaba entre los directores de Seguridad Pública con vínculos criminales al de Chínipas: Martín Ramírez Medina, sobrino de Los Salazares. En ese momento estaba investigando desapariciones que se le adjudicaban a ese hombre.

Todavía el día 20 la recuerda la hermana que se hospedaba en su casa que “entre bromas me recordó que queria que sus hijos quedaran protegidos”.

En marzo de 2017,  Miroslava y otros reporteros se acercaron al Fiscal del Estado de Chihuahua, César Augusto Peniche, después de que éste diera una rueda de prensa sobre detalles de la violencia en la Sierra Tarahumara y sobre el homicidio del líder rarámuri Isidro Baldenegro, ambientalista reconocido mundialmente con el famoso Premio Goldman.

“Le preguntamos por qué hay varios capos reconocidos en diferentes municipios y todos los pobladores saben quiénes son y dónde viven, pero no los detienen a pesar de que algunos están en la lista de los más buscados de la PGR”, recordó desde el exilio Mayorga.

El funcionario explicó que cuando recibieron la administración no había ninguna carpeta de investigación sobre esos casos. Existe una fotografía de ese momento.

Para comienzos de marzo, Breach ya se había distanciado del gobernador Corral. Le reclamaba con ironía que no fuera más rápido contra su antecesor. La columna sobre la denuncia pública de la supuesta relación extramarital del gobernador, los había distanciado.

 

Se notaba aislada. Se le veía molesta también con los luchadores sociales, sus antiguos amigos y aliados, que habían aceptado trabajar en el gobierno del llamado Nuevo Amanecer. En su última conferencia de prensa los cuestionó duramente por omitir los nombres de los acaparadores del agua en el Estado.

Su exjefe, el director de El Norte de Ciudad Juárez, Óscar Cantú, dijo en su testimonio a la justicia que Miroslava le había comentado que estaba pensando en retirarse, y que en las últimas semanas estaba dispersa. Incluso, ocurrió lo que nunca había pasado: él había tenido que llamarle para que mandara una nota, y no era ella la que se adelantaba.

Cantú compartió con la Fiscalía dos fotos: en una se ve un joven con la mano herida, sudoroso, como acorralado. No le preguntó a Miroslava por qué se la había mandado. Se especuló que ella sorprendió a ese desconocido siguiéndola y lo retrató. Mandó otra foto de un operativo policíaco en algún lugar desconocido, tampoco explicó por qué.

Cuando una pariente le preguntó por qué no denunciaba la situación a las autoridades, ella contestó enojada “que eran unos pendejos si no sabían” que Corral iba a tener un desmadre si le mataban a un periodista.

En marzo, según la testigo Silver, le dejaron una nota en su casa amenazándola. El día 21 mencionó a su hija veinteañera su herencia, y a una de sus hermanas menores le encargó, otra vez, la tutoría de su hijo.

Las hermanas recordaron los últimos días premonitorios de Miroslava. “El 21 de marzo mencionó a su hija que cuando muriera, que comprara un lote en ese sector del vivero con la mitad del dinero que a ella le tocaba ya que la otra parte corresponderia a su hermano”, dijo. “Estoy segura que mi hermana tenía más amenazas de las que confesaba”, dijo otra.

El 21 de marzo de 2017, a las 19:43 horas y a las 19:45, el Malibú gris con cola de pato y vidrios polarizados y rines estilizados fue captado afuera de la casa de la camioneta guinda. El 22, en su columna Don Mirone, Miroslava señaló que el Fiscal Peniche era responsable directo del empoderamiento de los grupos del crimen organizado cuando había sido delegado de la PGR en tiempos de Duarte. Ese día discutió en una conferencia con motivo del Día Internacional del Agua con los activistas que habían sido sus antiguos aliados, a quienes criticó –según recuerda uno de ellos- por haber perdido su espírtu crítico con la llegada de Corral al poder. Esa noche, entre las ocho y las diez de la noche, el auto gris pasó cuatro veces frente a su casa.

Al día siguiente, la mataron.

 

La repartición de culpas

En la Cruz de Clavos, el monumento a la impunidad instalado afuera de la oficina del gobernador, los hermanos Breach denunciaron en el primer aniversario del crimen de Miroslava que Corral les dijo que ella se buscó lo que le pasó “por pisarle los callos al diablo”, al investigar temas peligrosos:

“Esa frase dicha por el Gobernador es una bofetada para la familia, para el gremio periodístico y para cualquier mexicano, porque viene de una autoridad responsable de hacer cumplir los elementales derechos de protección a la vida, libertad y seguridad”, dijo uno de ellos. Corral, por su parte, ha negado haber dicho eso a la familia.

 

Los hermanos Breach Velducea pidieron a la FEADLE que la fiscalía federal investigara el asesinato pues, como documentó la organización Propuesta Cívica que en les dio acompañamiento jurídico, durante 10 meses no tuvieron permitido rener copia de la carpeta de investigación. Hasta el momento el único detenido ha sido Juan Carlos Moreno Ochoa, alias El Larry, quien niega su culpabilidad en el crimen.

Tres personas han sido asesinadas y relacionadas con el crimen de Miroslava. Sus homicidios no han sido suficientemente investigados.

En septiembre, seis meses después del asesinato, desconocidos entraron a la casa donde vivía la periodista, no robaron, sólo revolvieron sus archivos. Esto volvió a ocurrir a mediados de este año.

“No parecía un robo, no se llevaron nada de valor, parecía como si hubieran estado buscando algo con todos los papeles revueltos, sillones, camas”, dijo su prima Alcira Velducea, quien se encargó de cuidar la casa abandonada.

Este año, en Sonora, aparecieron al menos seis mantas en distintas ciudades acusando a Los Salazar (Adán, Alfredo y Crispín) de la autoría del crimen, también circuló un video anónimo en redes sociales que fue publicado por medios de Chihuahua.

Los archivos de Miroslava que las hermanas dicen que no volvieron a recuperar sirvieron para nutrir expedientes de los grupos criminales de la entidad, según declaró el Fiscal Peniche a la prensa local. Sirvieron para otros casos, aún no para aclarar el suyo. Sigue sin ser esclarecido el asesinato de Miroslava Breach Velducea, la periodista que no quiso callar porque, como repetía, “el silencio es complicidad”.

 

www.proyectomiroslava.org

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